No soy una gran jugadora, pero algo tiene esta saga que me ha enganchado de tal forma que he jugado varias veces sus tres entregas. También he pasado muchas horas en los foros de la Bioware Social Network, leyendo discusiones sobre personajes, tramas y momentos del juego. En resumidas cuentas, soy una rendida fan fatal.
Lógicamente, para entender el análisis es necesario haber jugado a las tres entregas de la saga, pero quien sienta curiosidad puede empezar a informarse con el gran sabio de nuestro tiempo.
Hay muchos elementos sobre los que hablar en esta space opera videojueguil, que comienza con una historia bastante estándar de salvar al universo y termina con una reflexión abierta sobre la relación entre naturaleza y tecnología. Hoy vamos a centrarnos en los que a mi entender son los tres personajes principales de la saga: el/la Comandante Shepard, la Normandía y los segadores.
Shepard, la Normandía y los segadores forman una especie de Trinidad galáctica que constituye el pivote central de la historia de Mass Effect; alrededor de ellos gira la historia, y ellos mismos con su desarrollo impulsan la trama hacia su conclusión.
Shepard, un héroe in crescendo
Como esto es un videojuego, más concretamente un juego de rol (con acción, toques de shooter, o como se quiera), el protagonista central es el personaje jugador: el Comandante Shepard, que puede ser hombre o mujer. Durante el análisis utilizaré el masculino por cuestión de comodidad (y por evitar parecerme a los ridículos políticos que se sienten incorrectos si no acompañan todo masculino de su femenino correspondiente)
A lo largo de las tres entregas, Shepard se transforma y asciende de soldado excepcional a a salvador absoluto del universo, igualando así su escala a la de su enemigo: los segadores.
En el primer Mass Effect, Shepard es un soldado al que escogen para una misión especial porque sus acciones han demostrado que tiene una valía superior a la de sus compañeros. Desde la primera escena se nos deja claro que sólo él sería adecuado para la misión, pero es básicamente un soldado excepcional.
Al final del primer juego Shepard ya ha crecido en sus capacidades gracias a su viaje del héroe, pero sigue teniendo una escala humana, terrenal. A su lado, los segadores siguen siendo una fuerza incomprensible, inasible, imposible de medir; enfrentarse a uno solo de ellos con éxito requiere una fuerza militar excepcional que debe hacer grandes sacrificios para vencer. En ningún momento se plantea que Shepard por sí mismo pueda derrotar a un segador.
Sin embargo, al principio de la segunda entrega ocurre algo que transforma fundamentalmente a Shepard: su muerte y resurrección. Bioware utiliza el arquetipo de la superación de la muerte por parte del héroe; por un lado, la resurrección le dota de un contenido mesiánico que se desarrollará en el final de la saga, y por otro, asciende a Shepard a un estadio diferente: ahora ya no es un soldado excepcional, ahora Shepard es un ser único.
Durante la segunda entrega de Mass Effect, la amenaza de los segadores se diluye y aparecen en primera línea los recolectores, que tienen una escala muy distinta. Desde las primeras fases del juego nos encontramos tiroteando recolectores alegremente, por lo que nos queda muy claro que, a diferencia de los segadores, son un enemigo asequible. Ellos son el escalón que utiliza Shepard para seguir acercándose a la altura de sus enemigos principales. El Comandante no sólo culmina con éxito la misión suicida que hemos estado preparando durante todo el juego, sino que sobrevive y consigue que sobrevivan sus compañeros (si cumplimos ciertos requisitos de juego, es posible que vivan todos ellos)
Al final de la segunda entrega Shepard no sólo consigue escapar a la muerte por segunda vez, sino que puede hacer que quienes le acompañan también lo hagan. Acaba siendo un ser más único y poderoso aún que cuando empezamos el juego. Y por si nos quedaba alguna duda, esto se nos hace explícito en las palabras del Hombre Ilusorio, que nos deja claro a lo largo de todo el juego que sólo Shepard es capaz de llevar a cabo la misión suicida con éxito.
Dentro de la lógica del juego esto es sólo algo natural, ya que nuestro ego como jugador se vería muy malherido si de repente nos topamos con otro personaje que es capaz de hacer lo mismo que el nuestro. Pero también tiene un sentido narrativo, ya que Shepard necesita trascender sus propios límites debido a la magnitud de los segadores como enemigos.
Durante la tercera entrega, que supone la conclusión de la saga, el crecimiento de Shepard se magnifica hasta los límites increíbles que la historia demanda. Aquí, las condiciones de mesías y ser único adquiridas en la segunda entrega se explotan al máximo. Cual Jesús caminando sobre las aguas, Shepard va realizando hazaña imposible tras hazaña imposible: desface entuertos galácticos de siglos de duración, consigue que todas las razas que se tenían rabia hagan las paces, y de camino les soluciona la vida (otra vez) a sus compañeros de viaje. Y lo que es más importante, con cada gesta se convierte en un ser más único y poderoso aún. En algunos aspectos, la condición única de Shepard se hace literal, como cuando se convierte en el único orgánico vivo que ha entrado en el consenso geth (mientras que en el primer juego, todo lo que hace Shepard, lo hizo Saren primero) Y por si nos olvidamos o no nos ha quedado suficientemente claro, prácticamente todos los personajes con los que nos encontramos nos dicen de viva voz que Shepard es un ser como no habrá otro igual en toda la galaxia.
Llegados a este punto, el Comandante Shepard ya está preparado para enfrentarse a su verdadero enemigo: los segadores (el resto son prácticamente entrenamiento de tiro) Y no sólo está preparado, sino que cuando en Rannoch acaba con uno de ellos a pie, se nos demuestra que él puede vencerlos.
Los segadores, de supervillano a cero en tres actos
Desde el minuto uno hasta el final, el objetivo último del juego y de la historia de Shepard es derrotar a los segadores, que vienen para cepillarse a todo bicho viviente de la galaxia (salvo unos tipos feos llamados yahgs, pero de esto nos enteramos en la última entrega) Ha quedado claro que Shepard debe ascender más allá de su condición humana para acercarse a la escala de los segadores como enemigos; en este contexto, parecen casi proféticas esas palabras de Harbinger que en los combates contra los recolectores oímos hasta la saciedad: “Somos los heraldos de vuestra ascensión”. De hecho, para la tercera entrega Shepard parece haber nacido para vencer a los segadores (una vez más, la figura del mesías, en este caso como ser elegido)
Pero no sólo Shepard aumenta su escala, sino que los segadores al mismo tiempo disminuyen la suya. La evolución de Shepard y la de los segadores discurren en dos líneas paralelas que se van acercando hasta tocarse.
En la primera entrega, sólo vemos a un segador, Soberano. A pesar de que a mí el nombre me recuerde al caballo imaginario de Anguita en los Guiñoles, Soberano es un ser misterioso, que nos habla de dimensiones que no podemos comprender; y, sobre todo, tremendamente poderoso. En la batalla final de la Ciudadela, es necesario movilizar una gran fuerza militar (y, por supuesto, la intervención de Shepard) para derrotar a un solo segador. En este momento los segadores suponen una amenza que sobrepasa cualquier dimensión galáctica conocida.
En la segunda entrega, aprendemos algo más sobre los segadores, incluso abordamos una nave segadora supuestamente inactiva. La misión que debemos completar para conseguir el módulo segador nos deja claro que, incluso en el estado más parecido a la muerte orgánica, un segador es demasiado poderoso para cualquier raza. A pesar de ello, al final de la misión suicida Shepard consigue su primera victoria directa sobre un segador, destruyendo el embrión de segador humano. No es como vencer a un segador completamente formado, pero ya es una primera aproximación.
Es en la tercera entrega de la saga cuando la curva del descenso en el poder de los segadores se hace más acusada. La primera victoria total sobre un segador sólo puede conseguirse con un ser de su misma escala física: Kalros, la madre de todas las fauces trilladoras. Es una pelea entre monstruos en la que Shepard no tiene lugar. Ya en el segundo tercio de juego, cuando ha llevado a cabo todas sus gestas importantes, Shepard puede derrotar a un segador a pie. Con ayuda de la flota que dispara usando su dispositivo, pero al fin y al cabo es Shepard quien se planta delante del segador. El enemigo ha reducido su escala y Shepard ha aumentado la suya, por lo que ya pueden encontrarse frente a frente.
La Normandía, el arma definitiva
Además de su condición de elegido, Shepard cuenta con una poderosa arma para enfrentarse a los segadores: la Normandía.
La Normandía es una nave única y excepcional al igual que lo es Shepard. Un diseño experimental, colaboración extraordinaria entre turianos y humanos, con un sistema de sigilo que es lo más de lo plus.
También al igual que Shepard, la Normandía debe crecer y mejorar para poder estar a la altura de los segadores. Ella muere con Shepard al principio de la segunda entrega, y como él, resucita. También la Normandía se hace más poderosa durante la preparación para la misión suicida, con las mejoras físicas que vamos instalando y con el personal que llevamos hasta ella. Pero su mejor versión llegará para el enfrentamiento final en la tercera entrega, como ocurre con Shepard.
Si algo tiene la saga Mass Effect es que a medida que avanza en sus entregas, va encontrando resortes para hacer más explícito lo que se había presentado o perfilado en los primeros momentos. Ya en el primer juego la Normandía es un personaje en sí mismo; en el segundo, con la instalación de SID (o EDI) se le dota de una personalidad, y sobre todo una que podemos conocer ya que se comunica con nosotros. Y en el tercer juego, se le dota de un cuerpo con el que podemos interactuar.
A pesar de que la Normandía se acaba identificando con el personaje de EDI, no deja de ser el arma fundamental de Shepard; especialmente por su capacidad de llevarle a lugares donde otros no pueden llegar, que en numerosas ocasiones será la razón de que sólo Shepard pueda intervenir.
En esta galaxia no hay sitio para los dos
En la culminación de sus respectivas evoluciones, encontramos que tanto Shepard como los segadores han alcanzado una dimensión que sólo es asequible para el otro: sólo Shepard está a la altura de los segadores, y sólo los segadores están a la altura de Shepard. La historia del juego los deja en la posición de que si uno desaparece, el otro debe desaparecer también. Si Shepard desaparece, los segadores cumplen su función de eliminar toda vida orgánica avanzada de la galaxia. Y si los segadores son vencidos y desaparecen, Shepard ya se ha convertido en algo más grande que la vida, demasiado grande. Porque si Shepard todo lo puede y es capaz de acabar con cualquier enemigo… ¿qué historia queda por suceder?
Es por esto, entre otros muchos motivos, que a mí me gustó el final de la saga y me pareció coherente a nivel narrativo (algunos de mis otros motivos se han hablado ya en Nivel Oculto, en el artículo del link). De los tres, finalmente sólo queda la Normandía para contarlo.