El eternamente postergado post sobre sexismo videojueguil

sexismo videojuegos

En junio del 2012, una activista feminista canadiense llamada Anita Sarkeesian abre un KicKstarter para recaudar fondos destinados a un proyecto propio llamado Tropes vs. Women in Video Games. Su objetivo es explorar, analizar y deconstruir algunos de los tropos y estereotipos de personajes femeninos en el videojuego común. La campaña necesita $6,000 para salir adelante y acaba obteniendo $158,922. El primer vídeo financiado con esta campaña sale a la luz en marzo de 2013 y está dedicado al tópico de «Damisela en apuros». Las reacciones no tardan en llegar. Una parte de los usuarios maldice muy fuerte la existencia de Sarkeesian y en el mejor de los casos la consideran un fraude o una estafadora.En agosto de este mismo año, Eron Gjoni, novio de la desarrolladora de Depression Quest, Zoe Quinn, abre un blog en el que asegura que Quinn se ha acostado con varios representantes de la industria a cambio de favores laborales. Uno de ellos es su jefe Joshua Boggs y otro un analista de Kotaku llamado Nathan Grayson. De nuevo una parte de los usuarios ¿la misma de antes? enloquece y comienza una campaña de descrédito que roza o entra directamente en lo delictivo.

Dos hechos bien diferenciados que provienen de dos segmentos de la industria completemente distintos obtienen un resultado similar: el ataque sin ningún tipo de criterio hacia la mujer que lo realiza. La conclusión que conlleva este suceso es que el sector se encuentra sumido en un sexismo latente que abarca desde la concepción del propio medio hasta a los usuarios.Si algo tiene este el usuario medio de sector es pasión. No hablo de una pasión sosegada cultivada a lo largo de los años, sino de esa pasión adolescente que radicaliza las posturas y permite afirmar con total rotundidad «esto es una puta mierda». Es esta pasión la que permite llenar decenas de entradas en foros discutiendo sobre la resolución óptima de tal o cual título o discutir airadamente sobre si este juego debe estar segundo o tercero en esa lista con «lo mejor de…». Es esa misma pasión que salta como un resorte cuando algún medio generalista relaciona el sector con la violencia y consigue una defensa unánime por parte del usuario.La reacción de los medios del sector a los acontecimientos relatados ha sido en esta ocasión de un cuasi unánime «mea culpa». La cordura se ha impuesto y en mayor o menor medida se ha condenado la reacción de este grupo de descerebrados indicando que quizás haga falta una regeneración de la visión de la mujer dentro del medio. Personalmente no podría estar más de acuerdo con esto, pero creo que conviene distinguir entre el usuario, el producto y la industria, puesto que meter todo en el mismo saco puede inducir a error. Desgraciadamente no conozco tanto el sector por dentro como me gustaría, por lo que me limitaré a centrarte en los dos primeros mientras que ustedes pueden consultar, si lo desean, este artículo de Gamasutra o el magnífico texto de Zaraphiston en Indieorama.

PRODUCTOCuando Sarkeesian presentó la idea de su proyecto fuimos muchos los que nos alegramos de que una mujer abordase un tema tan complejo como la representación del sexo femenino dentro del videojuego. Indudablemente estamos ante un tema importante que se ha tratado en casi cualquier medio cultural o de ocio, por lo que parecía el momento ideal para que una consumidora habitual de videojuegos, feminista, licenciada en ciencias de la comunicación y con un master en pensamiento social y político otorgase una visión didáctica del estado del videojuego en este sentido. Lamentablemente el resultado ha estado muy lejos de lo esperado en opinión de un servidor. Los tres vídeos presentados a fecha de hoy se limitan a presentar ejemplos sin ningún tipo de contextualización que no se diferencian demasiado de aquellas noticias de relleno que salían en medios generalistas acusando al medio de violento mientras se repetían imágenes de Carmageddon.

Es más que evidente para cualquier aficionado a los videojuegos que el medio retrata personajes estereotipados femeninos, pero también es cierto que hace los mismos con los masculinos. Estamos ante un producto que tiende a simplificar los roles, mecánicas y consecuencias a la mínima esencia, por lo que pretender un elaborado uso de cánones dentro de un discurso de «resuelve tus problemas a hostias» se antoja un sinsentido. Esgrimir el uso decorativo de la mujer en un juego que se desarrolla dentro de la mentalidad estadounidense de los años 50 como en el caso de Bioshock o Fallout no deja de ser una acusación tan peregrina como señalar a Mad Men de serie sexista. La serie de Matthew Weiner retrata una sociedad sexista en la que los ejecutivos indican a sus secretarias cómo vestir y las felicitan con una palmada en el trasero. La diferencia entre uno y otro producto es el objetivo que se persigue. Mad Men retratar la desintegración de Don Draper como icono masculino y con ello una manera de entender los cambios que se avecinaban en la sociedad norteamericana de la época, lo cual parece bastante alejado del objetivo último de los títulos mencionados o de cualquier otro dentro del mercado generalista.Dejando a Sarkeesian a un lado y contextualizando el videojuego dentro de la corriente de entretenimiento contemporánea, tampoco parece que sea un producto más sexista que sus coetáneos, al menos en lo que a la sexualización de la mujer se refiere. Las capturas que tienen aquí al lado corresponden a portadas de películas, videoclips, anuncios televisivos y revistas. En todas ellas la imagen del hombre difiere considerablemente de la imagen femenina. Por supuesto el hecho de que nos encontremos en una sociedad que tiende a sexualizar la imagen femenina convirtiéndola en un icono -y por lo tanto objeto- de belleza no excusa al videojuego de su culpa, pero al contextualizarlo al menos no lo convertimos en un bicho raro.La legitimidad del videojuego no obstante llega a través de su recepción y aquí no parece haber un resultado sexista. Sin duda alguna se realizan más juegos protagonizados por hombres que por mujeres, pero no parece que haya una relacción directa entre la aceptación de unos y otros. Los absurdos atributos sexuales de Lara Croft durante sus primeros títulos han dado paso a un personaje más realista que ha tenido una magnífica aceptación popular. Juegos tan esperados como la eterna continuación de Beyond Good & Evil están protagonizados por un personaje femenino cuyos atributos destacados son la valentía, inteligencia y su lucha contra las injusticias. Las ventas de Beyond: Dos Almas han sido un éxito y a nadie parece haberle importado que la coprotagonista de The Last of Us no sea una neumática amazona. Esto hablando siempre dentro del sector más comercial, puesto que si nos adentramos dentro del desarrollo independiente cuesta encontrar cualquier ejemplo relacionado con el sexismo.

Parece claro que el videojuego, al igual que el resto de medios de entretenimiento y culturales, debe realizar un esfuerzo para igualar el trato de sus personajes independientemente del sexo que éstos posean. Cualquier tipo de proyecto en este sentido debería ser bienvenido y el fracaso en la manera de abordarlo -una vez más, en mi opinión- de Sarkeesian no ha de ser un obstáculo para propuestas futuras que ojalá lleguen.USUARIOSAy, los usuarios y el internet. La inmadurez del medio reflejada en un montón de exaltados armados con un teclado y una conexión de fibra óptica llenando foros de 4chan de insultos y amenazas contra cualquier cosa que crean que resulta una amenaza para un statu quo construido en su cabeza a base de pizzas y bebidas energéticas. Lo que me sorprende es que nos rasguemos las vestiduras y clamemos al cielo contra este tipo de elementos cuando forman su presencia en internet es tan habitual como la publicidad. Personajes que no conciben que una mujer pueda ser otra cosa que una máquina de preparar comida y objeto de sus cada vez más constantes ratos onanistas, ven cómo ese ser que nunca les ha dirigido la palabra se inmiscuye en lo único que era suyo: EL VIDEOJUEGO «¿Pero esto qué es? Yo he venido aquí a divertirme y tú me vienes ahora con machismos y mierdas?, ¿Pero qué te has creído? Si no te gusta que las protagonistas de este juego de lucha tengan unas tetas como mi cabeza pues no juegues, pero no te atrevas a criticarlo (añadan aquí cualquier insulto misógino)».

Internet como reflejo de ese lado oscuro de la sociedad que amparada en el anonimato da rienda suelta a sus bajos instintos morales. No elevemos esto a un lugar donde no es. Aquellos que insultan Sarkeesian por sus vídeos no los han visto, ni falta que les hace. Sarkeesian es un ser malvado en sí mismo porque es una mujer que se pone a opinar de cosas DE HOMBRES. No hay diferencia entre esto o tirar un plátano a un jugador de fútbol por el color de su piel. Zoe Quinn es (inserten insulto machista aquí) porque, según dicen, ha tenido la desvergüenza de acostarse con distintos hombres para conseguir notoriedad. Esos hombres que, supuestamente, dieron notoriedad a Depression Quest gracias a un rato de sexo simplemente aprovecharon la oportunidad. Pobres. A saber qué habrá hecho Jade Raymond para llegar al puesto que tiene, seguro que el cómic aquel no es del todo mentira. Cualquiera se mete en un ascensor con ella. Yo no soy machista pero si te haces fotos eróticas, las subes a tu cuenta personal y TE LAS ROBAN la culpa es tuya, no habértelas hecho. Y así todo.

Colocar al usuario de videojuegos en un escenario distinto del resto de la sociedad es tan injusto como falso. No son seres dedicados a opinar exclusivamente sobre videojuegos, por lo que su opinión sobre lo que sucede dentro de esta industria seguramente no varíe demasiado con respecto a cualquier otro tema. Extrañarnos de que exista una conducta sexista dentro de una sociedad sexista es casi una burla, más aún si identificamos el videojuego como algo historicamente ligado a la cultura masculina y que para colmo tiene una fuerte presencia adolescente (mental y física).

«Noticia» originalmente publicada aquí.

Puede que seamos los blogs independientes y el resto de medios de comunicación quienes en vez de dedicarnos a señalar con el dedo a imbéciles come-ganchitos comencemos a dar los primeros pasos. Puede que debamos dejar de hacer listas de «las azafatas más cachondas del E3» y «los personajes de videojuegos femeninos más sexys» y de poner presentadoras pechugonas para realizar vídeos. Puede que señalar lo mal que lo hacen otros no sea suficiente. Quizás baste con dejar atrás nuestra etapa pajillera y empezar a tomarnos esto con calma para empezar a poner las cosas en su sitio.

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