“¡Entrad a un mundo donde todo tiene polvo y funciona mal! ¡Conoced la tierra de los que revuelven en cajas de basura buscando tesoros de valor meramente virtual! ¡Sois ahora testigos del nivel al que el hombre se puede rebajar, de cómo llega a la humillación con el mero fin de salvar sus bolsillos sin gastar en esos títulos tridimensionalmente caros!”, dijo Cervantes al inaugurar su tienda de consolas y juegos de segunda mano unos años atrás.
Si ustedes pertenecen al tipo de personas tacañas que se empeñan en buscar desafíos videojueguiles de costo mínimo o gratuito, ¡sean bienvenidos a la tercera entrega de la serie de retro-análisis más lamentable y menos deseable de la web!
¿Hoy a qué le sacamos el polvo?
A tres títulos de los ’90 que probablemente hayan pasado por sus manos (o cerca de ellas) en la época en que el Megadrive y la SNES eran consolas next-gen.
Pues, bueno, empecemos por un título que todo jugador (que merezca ser así reconocido por los demás de esta “sub-cultura”) debe haber jugado, o que al menos sepa lo suficiente de él como para poder mentir afirmando habérselo pasado todo:
Cualquier juego protagonizado por un gusano al comando de un super traje robótico, que le cede una movilidad y fuerza sobre-humana, y que se adentra en la misión de rescatar a su amor platónico de las manos de una psicodélica fuerza alienígena, merece, sin dudas, ser jugado. Un juego de plataformas y acción ambientado en un mundo surrealista en el que se combinan gráficos caricaturescos y coloridos con una suerte de humor negro; BIZARRO es la palabra con la que este título debería haber sido clasificado por la ESRB, advirtiendo al usuario sobre su contenido de mocos y masas verdosas, y sobre el uso de cerdos y vacas como proyectiles.
Estéticamente, es de los más cuidados de su generación, creando un estilo gráfico que es casi un género en sí mismo. Lo incomprensible de su trama y lo extraño del diseño de sus niveles y personajes son, efectivamente, sus dos aspectos llamativos. Un juego de mucha acción con armas que van desde una pistola láser (símil) hasta una de esas armas de juguete que lanzan burbujas, en el que nos enfrentaremos a una variedad de enemigos y jefes que abarcan desde un perro loco hasta ancianas que nos pegan con su bastón. El juego fue diseñado intencionalmente para frustrar al jugador con su creciente dificultad, bajo la insignia implícita de “te mató una abuelita” o “aplastado por un cerdo-proyectil”.
La falta de un modo de multijugador no le quita su atractivo, y se mantiene como un título a redescubrir aún a casi 17 años de su lanzamiento.
Lo bueno:
-Estéticamente es muy atractivo; el sistema de juego es sencillo, pero la buena variación de niveles, enemigos y situaciones mantienen encendidas hasta el último nivel las ganas de jugarlo.
Lo malo:
-Aunque su ausencia no le resta demasiado al juego, bien podría haberse complementado con un modo cooperativo de dos jugadores sin necesidad de mayores modificaciones a los niveles ni al sistema de juego.
Durante una reunión de los directivos y encargados de una reconocida desarrolladora japonesa (por aquellos tiempos), Treasure, surgió una de las ideas más brillantes jamás ideadas por el hombre, algo con lo que Da Vinci no hubiera soñado, o que Galileo hubiera tachado de “herejía”. Una idea que iba a dar origen al JUEGO DEFINITIVO DOMINADOR DE TODOS LOS JUEGOS.
Evidentemente, la más brillante cabeza de esta (hasta entonces) buena desarrolladora impuso por persuasión la idea de producir un juego protagonizado por un personaje amarillo con una cabeza flotante igualmente amarilla (símil Pacman, más ovalada), que debería ir superando una variedad de coloridos niveles ambientados en una especie de escenario teatral gigante en un mundo en que la raza dominante son las marionetas, todas perversamente coloridas y con (presumibles) deseos de sangre ocultos bajo un aspecto inocente, para vencer a un enemigo púrpura que no es nada menos que un gato-villano (y mientras escribo esto, el contador de palabras asciende a 666), y así liberar a este extraño mundo de estas fuerzas opresoras.
Esta trama, hasta ahora, puede parecer basura. Y, sin dudas, es basura pura y dura. Pero, por algún motivo, por alguna de esas extrañas coincidencias en que los planetas y las fuerzas cósmicas se alinean a favor de quien no lo merece, el juego termina siendo ciertamente original y, por ratos, entretenido.
Manejamos en este juego de plataformas a un personaje llamado “Headdy”, que se aventura por este extraño (y en mi opinión perverso) mundo de marionetas (todos personajes tan inocentemente enfermizos como un payaso-alien-asesino, que verán debajo del post) para vencer a un malvado villano con forma de gato púrpura con rostro bien al estilo nipón, y liberar así a sus amigos.
El aspecto más original y llamativo del juego… Me corrijo, el único aspecto original y llamativo del juego, es la habilidad del personaje de lanzar su cabeza por el aire y hacerla volver como un búmerang, extraño poder que utilizaremos como arma para ir deshaciéndonos de los enemigos, y como herramienta para ir trepando por las distintas plataformas, empujar objetos, y demás. A través de distintos “power-ups” que iremos encontrando, nuestra cabeza tomará distintas formas y poderes que variarán su efecto y sus usos (puede transformarse en algo como un martillo, en una aspiradora, y en algunas otras cosas que están al nivel de “bizarredad” de la trama).
Lo bueno:
-Esta peculiar habilidad del personaje nos permite ir avanzando por los distintos escenarios de una manera distinta al común “correr y saltar” de los juegos del género.
Lo malo:
-El juego es repetitivo; niveles con una ambientación que no es brillante, una variedad de enemigos para nada interesante, y el mismo sistema nivel->jefe que se repite sin variaciones en la mecánica del juego.
Doom Troopers: The Mutant Chronicles (Mega Drive/Genesis, SNES)
Para cerrar con esta entrega, un título más de plataformas; pero es éste uno muy peculiar y bastante distinto a la mayoría de los del género.
En este juego, tomamos el control de un soldado (o dos, en multijugador) que es enviado por una especie de compañía superpoderosa (algo al nivel de McDonald’s) a un planeta infestado de criaturas mutantes y otros bichos raros, con el único fin de matarlos a todos (nuevamente, como McDonald’s).
Tras esta historia tan finamente desarrollada, que puede pasar sin problemas como una obra del mismísimo Dante Alighieri , se encuentra un título controversial que bien puede decirle hoy a los de Epic Games: “Gears, I’M YOUR FATHER” (-Marcus: “NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!…”).
Y es que, junto con Splatter House, este título es uno de los padres del gore en los videojuegos. Para los desentendidos, por gore nos referimos a muestras totalmente gratuitas de violencia, una cantidad exageradamente innecesaria de sangre, y como frutilla del postre, desmembramientos a la orden del día.
Para los que pensaban que esto de matar alienígenas deformes mediante métodos incomprensiblemente sangrientos y llenos de acción y rock&roll era algo afianzado por la saga Gears of War, este juego es la prueba de que están equivocados. Aunque hoy en día los juegos son una muestra indiscriminada de sangre y niveles de violencia que superan la imaginación de los productores de películas de clase B, por aquella época había que ser o muy arriesgado o muy estúpido para publicar un juego con violencia tan explícita cuando las principales empresas y publicadoras de la industria tenían marcadas tendencias de censura (especialmente Nintendo; no podía pasar este juego por alto sin dejar algunas de sus “huellas” acondicionadoras, cosa que se nota en el hecho de que la sangre, roja en la versión de Mega Drive, es verde en la SNES, cosa que hace la gran diferencia, por supuesto).
Un juego de plataformas fiel al género, pero con varios aspectos llamativos (aparte de esto de decapitar a los enemigos), “jefes” desafiantes y cada uno con un diseño relativamente original, y, sobre todo, mucha dificultad (y sé que he dicho lo mismo acerca de varios de los juegos que he incluido en la lista; pero, seriamente, éste les gana a todos en la misión de frustrar al jugador).
Lo bueno:
-Mucho gore que nuestro sadista interior sabe agradecer, algo de humor negro, y situaciones que causan gracia como causa gracia ver un zombie dominado en una posición graciosa en una película de clase B.
Lo malo:
-Cuando digo que el juego es difícil, es porque realmente es difícil. Completar este juego es un desafío incluso para un verdadero gamer HARDCORE. Aunque jugar en cooperativo con un amigo ayuda, no hace la gran diferencia. Desafío a quien tenga las agallas a pasárselo completo. En 45 minutos máximo. Sin perder una sola vida. Sólo Chuck Norris lo ha logrado.