Quizá uno de los momentos más complicados en mi vida coincidió casi de forma mágica con Silent Hill 2, donde tanto en la vida real como en el juego tuve que afrontar algo que había hecho y no quería reconocerme ni a mi mismo, así que aprendí que hay que afrontarlo todo, y no echarse atrás con nada nunca.
Resulta que algunos de nosotros nos hemos pasado más de media vida jugando a diferentes juegos. Unos de aventuras, otros de terror, otros de acción… y siempre hemos tenido en nuestra mesita de noche algo relacionado con los videojuegos. Después, en casi todos los casos hemos podido formarnos en el colegio, instituto, universidad etc etc… y hemos acabado en un trabajo concreto.
Cuando leo artículos en internet que hablan de que los videojuegos se pueden utilizar para facilitar la recuperación de algunos enfermos, me alegra mucho, de alguna manera siento que por haber jugado no he tirado mi vida por la borda, y además me alegro cada día por ir descubriendo cosas como la gamificación, que tiene muchísimas aplicaciones y mejoran la relación entre los clientes y las empresas, o la evolución de los serious games, esos que pretenden darnos una lección real sobre algo. Hace tiempo vi una charla en TED acerca de la determinación que tienen los jugadores y la capacidad que tienen para resolver problemas. Explicaban que quizá dirigiendo esa capacidad hacia algo útil para la sociedad como formas de conseguir agua en un hipotético cambio climático con sequía extrema, o algún desastre de algún tipo, todas las posibles soluciones propuestas por personas que están jugando a través de una web sencilla serían de gran utilidad en una situación real.
En esta linea, uno de los motivos por lo que personalmente me gustan los videojuegos es porque tienes que aceptar una serie de reglas y tienes que adaptarte y superarlas para alcanzar los objetivos propuestos por el juego, tienes que tener constancia para superar determinadas partes, y tienes que ser creativo y ver las pistas que deja el juego para que hagas lo que está diseñado que hagas. ¿Esto no os suena de algo?, en una empresa tenemos que aceptar una serie de normas, resolver problemas, y ser creativos… La realidad de la empresa exige que tengas que adaptarte a cada situación para alcanzar los objetivos, que no te paren los constantes cambios, que últimamente son muchos.
Evidentemente aquí ya hablamos de lo que era convivir con un adicto a los videojuegos, pero lejos de eso, al final los videojuegos son otro reflejo de la percepción humana, y como tal, podemos simular cualquier situación, aplicar las reglas que queramos, y aprender de ello. Realmente se puede diseñar un juego sobre casi cualquier cosa, paradógicamente no existen reglas. Por eso al final los jugadores habituales somos tan románticos y tan idealistas en general. Estamos acostumbrados a universos en los que nada es demasiado grande como para no poder con ello, que la perseverancia de la que hacíamos gala en juegos del Spectrum y más recientemente en juegos como Super Meat Boy, es la clave de la superación, que además de jugar en modo multijador a Left for Dead, vimos que a veces no se puede avanzar en algo sin ayuda, y que las decisiones tienen sus consecuencias con cualquier RPG decente. Quizá uno de los momentos más complicados en mi vida coincidió casi de forma mágica con Silent Hill 2, donde tanto en la vida real como en el juego tuve que afrontar algo que había hecho y no quería reconocerme ni a mi mismo, así que aprendí que hay que afrontarlo todo, y no echarse atrás con nada nunca.
Echando la vista atrás no se que hubiera sido si no me hubieran gustado los videojuegos, pero creo que definitivamente sería una persona distinta, seguramente tendría un trabajo diferente, distintos amigos, sería más deportista, hubiera probablemente sacado mejores notas… o no. Yo ahora tengo un hijo desde hace poco más de un año y medio, y me estoy replanteando todas estas cosas, desde una perspectiva diferente. Cuando eres padre, de repente te das cuenta de que ya no eres el sujeto, eres un borrón detrás del artista principal que es tu hijo, y desde ahí detrás tienes que ir colocando todas las piezas, dejar las pistas, y poner las reglas necesarias… Definitivamente quiero que los videojuegos formen parte de su vida, pero donde a mi no me enseñaron, yo si podré estar.
A veces creo que le damos muchas vueltas a todo y realmente lo que tenemos que hacer es jugar para pasar un buen rato, y en ese sentido por lo menos, los videojuegos nos aportan una elegante forma de ocupar nuestros ratos de ocio.