Hyper Sports (Spectrum)
Desarrollado por Konami como secuela de otro clásico como es Track & Field, Hyper Sports supuso varias cosas en mi vida. La primera fue la comprobación empírica de que los dibujos de las teclas de mi Spectrum no eran indestructibles. La segunda, y mucho mas importante es el descubrimiento de una compañía llamada Konami que hasta hace muy poco (aún quiero creer que lo intentan) tenía relacionada como símbolo de calidad.
Hyper Sports trataba de ser una simulación de una serie de pruebas olímpicas, y a día de hoy puedo decir bien alto que sigue siendo el mejor simulador olímpico que existe. Nada, y digo nada ha superado la sensación de victoria creada cuando superábamos el record de triple salto ajustando los grados de cada uno de los saltos a la perfección.
Por último destacar que el título estaba lleno de pequeños detalles que le hacían (hacen) adorable. El bigote de del saltador de potro, el tipo que sale para medir el salto realizado…etc. Mención especial para las animaciones de los atletas, una auténtica delicia para la época.
Saboteur II: Avenging Angel (Spectrum)
Soy consciente de que para todo el mundo, el primer Saboteur fue el mejor (Durell 1984), pero jamás pude jugarlo. Creo recordar que tenía una copia piratona mala y llena de ira que jamás conseguí hacer funcionar. Por otra parte nunca le eché en falta ya que Saboteur 2 me parecía la panacea jugable de los títulos de ¿infiltración?.
El título comenzaba de la manera mas grande que puedas imaginar. Encarnabas a una Ninja (si niños, existían protagonistas femeninas antes de Tomb Raider) que llegaba en ALA DELTA al tejado de un edificio en el cual debía efectuar una misión digna de una orgía de guiones de serie B ochenteros.
Nuestra protagonista era la hermana del Ninja de Saboteur y debía infiltrarse en ese edificio que ocultaba un silo de misiles dispuestos a desestabilizar la paz mundial. Para ello utilizaba todas sus artes de Ninja, lanzando shurikens y dando patadas como si no hubiera mañana. Una vez completábamos la misión huíamos en moto como auténticos profesionales.
Gráficos gigantes, mapeado complejo y una historia disparatada. Imprescindible.
Prohibition (Spectrum)
En 1987 Infogrames publicó Prohibition, un juego “menor” que conquistó mi tierno corazón al instante. Se trataba de acabar con un montón de gangsters durante los peligrosos años 30.
El título bebía de los clásicos títulos de recreativa en los que solo éramos un punto de mira, pero añadía un componente de búsqueda. Es decir, debíamos acabar con los malos pero también controlábamos el scroll, por lo que los malo podían no estar en la parte de la pantalla donde estábamos mirando.
El título tenía unos gráficos que a día de hoy me siguen conquistando, una austeridad de colores magnífica con unos personajes realizados como si de muñecos de tiro al blanco se trataran, pero perfectamente detallados.
Prohibition ocupó muchísimas horas de mi vida (o al menos así lo recuerdo) durante aquellas horas de verano en la que ni había valor a pisar la calle y sembró la semilla del amor que siento por todo lo que tiene que ver con la Mafia de aquel entonces.
(no he encontrado ningún vídeo de la versión de Spectrum, os dejo con la de Amstrand que es mas o menos igual, aunque con mas colores)
Rastan (Arcade)
Taito, que ya nos había dejado los bolsillos pelados con Operation Wolf o Renegade, sacó en 1987 Rastan, máquina que recuerdo con especial cariño, puesto que juegando a ella (o mas bien viendo como jugaban) conocí al que fue uno de los mejores amigos de mi infancia.
En Rastan encarnabas a un bárbaro de clara referencia a Conan, que al principio del título, y coronado como rey, nos empezaba a contar como había sido su historia. No se si es el primer título que incluye un flashback en su desarrollo (aunque no tenga ninguna importancia en el juego) pero desde luego es el primero que recuerdo.
El título combinaba con acierto plataformas y arcade. Nuestro protagonista era mas bien debilucho, pero a cambio teníamos multitud de armas que recoger durante el título, destacando entre todas una espada que disparaba bolas de fuego y que cuando la poseías eras el puto amo del bar por derecho propio.
Poco después Taito lanzó una continuación deleznable que acabó con cualquier esperanza para la saga. Yo por mi parte continué enamorado de aquella máquina que me permitía emular a mi querido Chuache espada en mano. De hecho, este verano en un pequeño antro portugués pude comprobar que mi amor seguía tan vivo como el primer día, tras encontrarme de nuevo con la recreativa e invertir un eurazo (4 partidas) en revivir mi juventud. ¿Quien ha dicho que los viajes en el tiempo no existen?