Como todo el mundo sabrá ( a menos que haya estado viviendo en una cueva o no le interesen los videojuegos, en cuyo caso puede dejar de leer en este momento) a finales del año pasado salieron las dos consolas que restaban para “dar el salto” a la Next Gen.
La PS4 y la XBOX ONE (de ahora en adelante JUAN) que prometieron en sendas conferencias y campañas de promoción millonarias crear unas consolas que satisficiesen todos los deseos de aquellos que llevaban escuchando el secreto a voces de que en estas fechas habría que renovar equipos.
Sin embargo, ¿que es la Next Gen?. La prensa de todo el mundo se ha llenado la boca con estas dos palabras, que no obstante fueron oídas por primera vez en las conferencias de Sony y Microsoft. Parece que estas dos palabras definen un montón de cualidades y características que difieren de la “actual generación”, pero creo que si tuviésemos que traducir esta expresión a la lengua de Cervantes lo más cercano sería: Utopía.
Sí, utopía. Eso es lo que nos han vendido, la utopía de que los juegos van a ser mejores, que vamos a vivir experiencias más realistas, que vamos a tener el control de universos en nuestras manos y que todo va a ser “chachi pirueta” en el país de la gominola (previo desembolso de entre 400 y 500 euros).
No voy a entrar en la crítica fácil de que las consolas no van a tener suficiente potencia en un par de años ya que ya existen ordenadores muy superiores a estas “Next Gen”. Yo soy un firme defensor de las consolas y esto señores es como ser del Atleti (te convierte en un sufridor).
Las consolas son el elemento regulador de la industria del videojuego. Tenemos hoy el crowdfunding y nos encaminamos a pasos agigantados hacia la autopublicación, pero eso no generará ni de lejos los títulos triple A tan ambiciosos que hoy nos hacen dividirnos entre el puro HAMOR con títulos como Mass Effect, The Last of Us o Skyrim y títulos que son menos que papel higiénico como los infames Call of Duty.
Sony, Microsoft y Nintendo han creado un mercado de oligopolio en los que ganan dinero no de la venta del hardware, sino de la venta de títulos. Y parece claro que para que un jugador compre tu hardware (y por consiguiente el software con el que ganas dinero) tienes que desmarcarte de tu rival. Así, Nintendo es la consola casual (por no decir que se encamina hacia el uso infantil), Sony es la consola de los hardcore gamers (con su campaña “Para vosotros jugadores” lo decían todo) y Microsoft trata de posicionarse como el sistema para el jugador medio (cada vez más a caballo entre una consola hacia el multiplayer y un ordenador de salón)
Para conseguir esto, cada empresa toma medidas con el fin de conseguir “prestigio” sacando títulos exclusivos que puedan ganar cientos de premios, ideas singulares que revolucionen la industria o la manera de jugar. Si bien esta generación que quieren enterrar ha sido determinada por el multijugador, los DLCs y la invasión de los FPS y franquicias anuales, la generación que nos han prometido trae consigo una nueva forma de jugar.
Dar total libertad a los indies, nuevos controles, historias hiperrealistas y experiencias inimaginables. Y ahora después de seis meses sólo puedo decir que soy consolero, y soy un sufridor. Porque tengo una consola guardando polvo y con una colección de juegos que puedo contar con los dedos de una mano (la mayoría ports directos de la “anterior generación”).
Y es en días como hoy en los que veo anunciado a bombo y platillo la versión “remasterizada” de The Last of Us, siendo celebrado con noticias en los medios especializados de todo el mundo y a críticos aplaudiendo con las orejas. ¿No ven que nos están vendiendo el mismo juego de la anterior generación con la excusa de una subida gráfica?
¿Donde está esa Next Gen con la que hace un año se llenaban la boca? ¿Donde quedaron las experiencias, la jugabilidad y la nueva manera de pensar? ¿Es lícito vendernos una PS3.5 y una XBOX360+1 como si fuesen el gran cambio que todo el mundo esperaba?
La respuesta es no, y así lo están demostrando los jugadores, con un enorme MEH ante las versiones remasterizadas y los ports directos que intentan vendernos como nuevo. Porque los jugadores no somos tontos, y sabemos que la Next Gen aún no ha llegado, hoy en día vivimos en la Grey Gen. Donde la innovación y el “salto” están a la espera de que alguien decida que los jugadores ya se han cansado de esperar a que las promesas se cumplan.