Últimamente he tenido algunos cambios en mi vida, uno de ellos, el cambio de oficina, me obliga a disfrutar de todos mis cacharros móviles durante el viaje en el maravilloso transporte público que tenemos en Madrid.
Mientras me apoyo en la pared de los vagones no puedo evitar fijarme en las personas que me rodean. Hacía bastante tiempo que no iba en metro. Parece mentira todo lo que ha pasado en diez años; una de las últimas veces que me acuerdo creo que llevaba encima un reproductor mp3 con cds pequeñitos de 300 mb que me acababa de comprar, y posiblemente, en algún bolsillo guardaba una Game Boy Advance SP… ah y mi móvil, que en aquél entonces era un Motorola muy pequeño que únicamente me permitía hablar por teléfono.
En esa época era muy raro ver a nadie con algún cacharro. Recuerdo que una vez en el tren vi a un tipo con una PDA…. y yo me preguntaba si realmente era necesario ver la agenda en un dispositivo como ese a las 8 de la mañana, y ahora lo hago todos los días en mi móvil. Esta claro que los tiempos cambian y si algo bueno tenemos la generación que ahora tiene 33/32 años es que la mayoría nos adaptamos a estos cambios.
Esto último hace posible que en ese vagón de metro en el que últimamente me encuentro se convierta en una exposición de terminales de diversas marcas, y en la zona centro casi todos Smarphones. Lo que no he visto es ninguna 3DS, o ninguna PSP… sólo smartphones, y juegos de esos que se consumen en pocos minutos, o pocas horas si el viaje se alarga un poco. Se trata del mercado del metro, de los que por no mirar a los demás o al suelo, miran a su smartphone y juegan si hay algo a que jugar. Algunos llevan un libro electrónico, pero pocos aún.
A esas personas ¿Cuánto puedes cobrarles por un juego?, seguramente la mayoría están ya pagando una tarifa de datos absurdamente cara para poder conseguir ese smartphone tan deseado. Sólo encaja venderles cosas que cuesten 1 € o similar. La mayoría de los chicos que he visto jugando es al Fifa, y las chicas que veo no juegan, sólo he visto a un par que estaban intentando conseguir algunos puntos en Bejewled. La secuencia se repite diariamente, parece que las consolas portátiles no tienen sentido aquí, en el mundo de los mayores que van a trabajar.
¿Qué barreras hay en este mercado del metro?, se me ocurren unas cuantas: llevar más de un dispositivo puede representar un problema. Los juegos deben ser muy rápidos y adictivos y no deben ser complicados, a las horas a las que se juega no se puede pensar demasiado, y realmente necesitas un pasatiempo más que un juego con un gameplay profundo. Quizá parezca una tontería, pero es posible que incluso puedas sentir vergüenza al sacar tu consola portátil para jugar, es mucho más molón sacar un libro electrónico o un iPad en este contexto.
Me da la sensación de que las consolas portátiles cada vez tienen menos cabida en estos entornos, tanto por sus contenidos, como por el planteamiento menos multitask que ofrecen. Creo que el metro es un mercado por explotar pero esta claro que no con los videojuegos que tradicionalmente entendemos como tales. En estos entornos es necesario redefinir la palabra videojuego. ¿cómo es posible competir con un lector electrónico como un kindle, o un tablet como puede ser un iPad, o sencillamente con un smartphone en este entorno, y en el tiempo libre que se dedica en él?. Creo que las consolas portátiles están perdiendo el sentido en este mercado, y creo bastante complicado que lo recuperen, si es que alguna vez lo llegaron a dominar. Quizá tengan más sentido experiencias que puedan distraer al usuario de la rutina del trabajo, como aventuras gráficas, o sencillamente experiencias audiovisuales. La realidad es que el mundo del juego portátil se está transformando.