Casual gaming es esa forma anglosajona y sofisticada que tenemos de llamar a lo que sencillamente podemos describir como “juego casual”. En contraposición a la GENTE HARDCORE, un jugador casual es uno que, valga la redundancia, juega de manera casual.
Generalmente, la gente normal (o sea, la gente aún no iluminada por la sacralidad de los videojuegos) piensa a todos los gamers como hiper-adictos que se pasan mínimo 10 horas frente a algún tipo de pantalla y con las manos ocupadas con el mando, todos siendo financiados por los bolsillos de sus padres que ya están cansados de mantener a un treintañero de futuro incierto y que desconoce el significado de mundo real. Nosotros, muchas veces mal juzgados, sabemos que esto no es así (exceptuando siempre a los coreanos), y que los videojuegos, a pesar de ser de nuestros mayores pasatiempos, no dejan de ser una manera de relajarse luego del trabajo o del estudio, y que nunca pasan a ocupar todo nuestro salario ni reemplazan las salidas con amigos o los encuentros familiares (al menos, por unos cinco años más).
Pero bien, muchas veces esta gente “normal” tiene una actitud inconscientemente hipócrita: Esos padres que enloquecen al enterarse que uno se ha gastado un sueldo para hacerse con ese último tesoro videojueguil, esos amigos que se burlan y piensan que cuando dices estar ocupado en realidad te estás echando una partida de PES, son muy probablemente jugadores frecuentes como uno mismo. Bueno, quizás no al nivel de ser un onvre harcorr, pero de seguro se pasan sus horitas jugueteando por ahí.
Y es que en esto, las malvadas mega-compañías (y otras más pequeñas) de la industria de los videojuegos han acertado tremendamente en los últimos años, apostando por este hoy nada pequeño nicho de los casual gamers.
Ellos son quienes, sin poseer una consola next-gen, se pasan buenos ratos con Angry Birds en su móvil, o quizás jugando Bejeweled en el ordenador del trabajo mientras el jefe no mira. Y estos, señoras y señores, aunque lo nieguen, caben dentro de la categoría de los gamers.
Pero… ¿En realidad se ha invertido tanto en este mercado? Sí, y es muy claro:
Veamos cómo Microsoft y Sony han apostado por juegos que, siendo aún atractivos para los core gamers que normalmente son dueños de sus consolas, caben perfectamente en el nicho de esos familiares curiosos que no conocen del todo bien el funcionamiento del mando. XBLA y PSN, cada uno por su parte, han jugado un papel central en llevar al mundo de las consolas algo que antes era casi exclusivo para los jugadores de PC: Los videojuegos casuales y los “indies”. Antes, todo lo que podía tener cabida en esta categoría de “casual gaming” eran los miles de títulos (muchos de gran calidad) que podemos jugar en tantas páginas web hoy en día, los típicos “juegos gratis” que buscábamos en Google y sus hermanos. En segundo lugar, existía un mínimo conjunto de pequeñas desarrolladoras independientes que producían juegos comerciales de bajo presupuesto pero que bien cabían en la categoría de casuales (como, por ejemplo, Maxis en sus épocas de Sim Tower).
La nueva generación de consolas ha apostado por la incorporación de títulos independientes, y esto ha salido perfectamente: Indie ya es una categoría más de videojuegos, y es tal su aceptación que hasta los gamers más hardcore se sienten orgullosos de tener entre sus favoritos a títulos como Super Meat Boy o Limbo. Este nuevo sector de videojuegos sabe atraer muy bien tanto a jugadores muy frecuentes como a casuales: Por un lado, entretenimiento barato y sin pretensiones para los core gamers cansados de IP’s super recicladas; por el otro, mecánicas de juego sencillas y adictivas para esos jugadores que se echan partidas de no más de media hora.
La apuesta por este nicho relativamente nuevo de videojugadores ha sido probablemente la más acertada en años, tanto desde las grandes compañías, dando herramientas y medios como los ya mencionados XBLA y PSN, como desde las pequeñas desarrolladoras independientes, que tienen muchas ideas originales y que no necesitan más que dos dimensiones para crear juegos tremendamente adictivos para todo tipo de jugón. A las consolas se les suman un sin fin de dispositivos móviles que, mediante plataformas como App Store o Android Market, han generado todo un nuevo sector en la industria del desarrollo.
Este primer paso de “llevar al pueblo” una forma de entretenimiento aún joven que había quedado algo estancada en un sector “discriminado” por la gente hintelijente, ha tenido un tremendo éxito. Ahora queda ver cuál es el segundo. ¿Veremos a la próxima generación de consolas y títulos enfocados a esta nueva forma de jugar?