Hay que reconocer que todo el tema del metajuego siempre tiene algo simpático. Quizá sea porque aún no hemos llegado al punto en el que la sobreexposición a esa temática la hace insoportable (yo lo llamo “efecto putos zombis otra vez, ¿en serio?”), quizá porque resuena de alguna manera peculiar con el propio jugador cuando te diriges a él. La cosa es que funciona, que las alusiones desde el juego hacia la realidad todavía nos generan interés y que romper la cuarta pared aún se nos hace interesante. Por eso apunté me apunté Break the Game hace tiempo y por eso vengo hoy a hablarles de él.
Ya en su propia página en Steam trata de jugar un poco con nosotros: es Kevin, el prisionero del juego, quien se dirige a nosotros tratando de forzar al juego a hacerlo. Un glitch, un calambre en la pantalla que nos pide que por favor le saquemos de ahí. A partir de ahí es cosa nuestra entrar o no en Break the Game, empezar a manejar a ese cúmulo de píxeles que es Kevin y llevarlo desde esa trampa de unos y ceros de vuelta a nuestro mundo real. O no.Como decía, hay cierto encanto en todo esto del metajuego, y al menos a mí, la estética del error y el glitch, el juego rompiéndose y descompiéndose, se me hace tremendamente bonita. Su desarrollador, Simon Fredholm, deja claro desde el principio algunas de sus influencias, como Thomas was Alone y también le agradezco que lo diga de entrada antes de que los demás lo señalemos.
¿Pero qué es esto? Supongo que un plataformas extraño, con la salvedad de que va a haber todo el rato alguien dirigéndose a nosotros, ya sea Kevin o la peña que se encuentre por su tortuoso camino. Pero, amigos, la forma más rápida de saberlo es sumergiéndose en él, y están de enhorabuena: ayer mismo salió a la venta para PC.Página de Steam