Basado en una historia del respetable señor Neil Gaiman, autor, entre otras cosas, de la famosa serie de cómics The Sandman, los chicos de The Odd Gentlemen y Moonshark nos traen esta aventura de apuntar y clicar (o más bien puzles, si se me permite la osadía) para sobremesas (PC y Mac) y parece ser que posteriormente para tabletas.
Wayward Manor nos cuenta, a lo largo de cinco capítulos, las desventuras de un fantasma que ha sido interrumpido de su sueño eterno por una serie de pintorescos intrusos. A medida que avanza la historia, nuestro fantasma no solamente conocerá más acerca de estos intrusos, sino también de la razón de su muerte y del peligro que se avecina sobre ellos. Tu trabajo no será otro que encontrar las formas más absurdas de asustarlos para que se larguen de allí y te dejen descansar en paz.
Con una descripción así y, sobre todo, con el gancho del señor Neilman, cualquiera diría que nos encontramos ante una aventura con toques fantasmagóricos repleta de humor. O por lo menos eso es lo que nos deja ver su teaser. Nada más lejos de la realidad, ya que tras una escueta introducción nos topamos de frente con la realidad: esto no es otro que esos juegos estilo Angry Birds o Cut the Rope, es decir, una consecución de pantallas donde en cada una de ellas tendremos que repetir las mismas tediosas y aburridas acciones una y otra vez.
Como dije arriba, el juego se divide en cinco capítulos y cada capítulo a su vez en cinco pantallas o fases, salvo el capítulo cinco, que tiene siete. Es decir, un total de veintisiete fases. En cada fase se nos presenta uno o más personajes, según avanza la trama, y nuestro único objetivo será el que ya comentamos antes: darle a ese o esos personajes seis sustos. ¿Cómo se asusta? Fácil, interactuando con los objetos del entorno. A medida que asustemos desbloquearemos más objetos del entorno para realizar tan nefasta labor. Y esto es todo, amigos. Abrir ventanas, arrojar botellas, mover ratones, desplazar objetos o encender candelabros son algunos ejemplos de los sustos que podemos dar a los dichosos intrusos, a cada cual de ellos más repelente, por cierto. Los objetos con los que podemos interactuar se nos presentan con un reborde verde, no vaya a ser que nos fuésemos a equivocar.
Cuando empecé a jugar a Wayward Manor supe sobre la marcha que era un juego que había sido diseñado para tabletas, no solamente por la estructura y las interfaces, sino porque todas estas acciones arriba mencionadas se reducen a hacer un clic con el ratón. Cada fase cuenta, como extra, con tres objetivos extra, como asustar varias veces con una botella a uno de los intrusos o encender varios candelabros. Y encima, al completar cada fase, veremos la típica pantalla donde aparecen los objetivos extra que hemos cumplido, un botón para repetir la fase, otro para pasar a la siguiente y otro para volver al menú principal, vamos, Angry Birds total.
La música es bastante molesta y la única melodía medianamente entrañable es la que suena cada vez que completas una fase. El juego se completa en unas escasas dos horas y la rejugabilidad se reduce a las ganas que tengas de conseguir todos los objetivos extra o los ochenta y un tormentosos trofeos del juego en Steam.
En resumen, Wayward Manor es un juego que tendría que haber salido directamente en las plataformas de juegos para tabletas como el Android Market o la iTunes Store a unos pocos dólares en lugar de atormentarnos a los usuarios de sobremesa con un juego que, desde luego, no vale los nueve eurazos que te pretenden hacerte pagar en Steam.
Página de Wayward Manor