Llevo tiempo pensando que la saga Uncharted es el equivalente a la saga Gears of War en PS3. Sí, son juegos muy distintos, pero comparten el gusto por los tiroteos, las coberturas y una muy sabia gestión del ritmo de juego. A todas esas bondades habría que añadir un protagonista que me parece el mejor acierto de esta generación de consolas y un sabor añejo a las antiguas películas de aventuras. Esa suma ha hecho de la saga una de las más populares del momento, y que cada título sea esperado como agua de mayo. Pues bien, le toca a Uncharted 3: Drake’s Deception.
¿Cómo innovar respecto a un juego que tiene una fórmula casi perfecta y ya asentada? Por lo pronto, abriendo con la acción en un pub de Londres rodeado de matones que no tienen nada que envidiarle a Rooney. Con ese pequeño giro de tuerca inicia esta nueva entrega, alejándose de los escenarios exóticos y optando por trasladar la acción a una ubicación más conocida por el público. Tras nuestros primeros pasos nos olvidaremos un rato de la ciudad inglesa, y empezaremos a notar cuál es el camino que ha decidido tomar el equipo desarrollador de Naughty Dog para darnos algo distinto: optar por el uso de recursos narrativos distintos. Veremos por primera vez en la saga fórmulas destinadas a aumentar la conexión emocional del jugador con los personajes, especialmente con Drake y Sully. Y es que, tras tres títulos, es cuando por fin empezamos a conocer algo sobre el principal protagonista y su mentor (y casi, su figura paterna).
En teoría el argumento nos traslada a la búsqueda de Iram, la ciudad de los Pilares; una especie de legendaria Atlántida de las Arenas. Pero, a diferencia de los juegos anteriores, ahora esto no es más que una excusa para poner en movimiento el guión más ingenioso de la saga, y centrarlo, como ya he dicho; más en las relaciones entre los personajes que en la enésima maravilla del mundo antiguo que debemos encontrar. En este sentido se agradece la variedad de secundarios, con algunos nuevos y otros que vuelven de Uncharted 2 (y nos acompañarán más tiempo en los distintos escenarios), además de la inclusión de la antagonista más carismática de todos los juegos, demostrando que se puede ser un gran villano sin dar una sola torta ni tener nada sobrenatural. Si pensamos que la encargada de la historia es Amy Hennig, a la cual ya queríamos mucho gracias a Legacy of Kain, no es de extrañar este mimo por un buen guión.
Sin embargo, por mucho que el juego se centre más en los personajes, no es precisamente una novela romántica. La espectacularidad y acción vuelven a ser la marca de la casa, a un nivel que haría que Michael Bay se avergüence y piense que es una nenaza. Como de costumbre, muchas de las partes de plataformas están scriptadas, haciendo que cada dos por tres ocurra un evento que nos sorprenda y nos deje la boca abierta. Esto se nota especialmente en varios escenarios, que tienen uno de los mejores diseños que he visto en mucho tiempo. La dirección artística en ellos ha sido muy cuidada y son realmente bellos, pero lo más logrado es que dan el pego como localizaciones “reales” y tienen una construcción bastante factible. Encontraremos muchísima variedad, y el que para mí es casi el mejor momento de la saga: el desierto de Rub-al-Khali. Tenía mis dudas sobre cómo se podía gestionar la relación entre jugador y desierto, y me parece logradísimo, con un inteligente (y muy osado) cambio de ritmo que desconcierta y consigue sorprender en un juego en el que la pirotecnia a veces consigue cansar.
Quizá ésa sea la mayor queja al respecto: Uncharted 3 es una vacuna de espectacularidad, y una vez hemos catado varios de sus momentos más impresionantes, puede llegar el momento en el que sonriamos ante otra escena increíble, pero se pierda la sensación de asombro. No ayuda que Drake se haya convertido en el rey de los Deus Ex Machina, haciendo que siempre que pensamos que va a morir o le va a pasar algo, su grandísima Fortuna (con mayúscula, sí), le salve. Aunque sea un recurso del cine de aventuras (y Uncharted es prácticamente eso), el jugador debe dejarse engañar y colaborar para que parezca que realmente hay un reto. A esta “suspensión de la incredulidad” le ayudará el endiablado ritmo del juego, una lección magistral de cómo se deben alternar las situaciones en un videojuego de acción.
En el apartado jugable no hay demasiados cambios (si algo funciona, ¿para qué tocarlo?), pero se ha simplificado el combate cuerpo a cuerpo, dejando un único botón para atacar y otro para contraatacar. A esto se suma un nuevo tipo de enemigo, los “grandullones”, que como el nombre dice, son señores grandotes que nos darán pesadillas cuando queramos acabar con ellos a puñetazos. De resto volvemos a los tiroteos espectaculares, en los que los enemigos lucen una IA algo más pulida que en otros títulos, y en los que el control en algunos momentos nos dejará vendidos. Me explico: aunque jugablemente Uncharted 3 es una delicia y responde casi siempre bien, habrá veces que el juego se hace un lío si estamos cerca de una cobertura, cubriéndose a destiempo o confundiendo los agarres que le hacemos al enemigo con el parapetarse tras una cobertura. Más allá de eso, el juego responde bien y no hay mucho que reprocharle.
Este afán por el simplificar lo encontramos también en las partes más plataformeras. Ahora es mucho más difícil caerse, y da la sensación de que el juego mima mucho al jugador cuando tiene que ir de un saliente a otro. Eso hace que, comparado con el primer juego (que no nos perdonaba nunca), aquí sea prácticamente un paseo el ir encaramado de un sitio a otro. Éste es el mayor punto negro del juego, y se nota también en los puzzles, que habían sido seña de identidad de la saga. Uncharted 3 es el que menos puzzles incluye de todos, siendo la mayoría muy sencillos y menos ingeniosos que en los anteriores. En un juego casi perfecto, desluce el hecho de que hayan decidido dejar a un lado las partes que exigen que nos rompamos un poco la cabeza. Paradójicamente, esto hace que el que es mejor juego de la saga, sea el que menos personalidad propia mantiene.
Del apartado técnico de Uncharted 3 poco se puede decir que no se haya dicho ya. Gráficamente es sublime (a tapar las pequeñas carencias en texturas ayuda el diseño artístico), cuenta con animaciones muy creíbles y es un derroche visual digno del triple A que está llamado a ser. El sonido no queda a la zaga, con detalles como el silbido de las balas que pasan al lado, y el doblaje al español es meritorio (es de los pocos títulos cuyo doblaje puedo soportar). No vamos a abundar en esto, porque es evidente que en un título de estas características raya el tope de la consola.
¿Hay valor añadido, rejugabilidad? La historia principal no tiene demasiados recorridos distintos y peca a veces de estar demasiado guiada, pero al ser tan divertida sí que puede dar para alguna partida adicional. Además de eso, aquí es donde Naughty Dog se cubre las espaldas y nos ofrece un potente modo multijugador, donde encontramos los modos clásicos del género y un cooperativo muy pulido que ahora se desarrolla en pequeñas misiones por partes. Todo esto con sus premios, su experiencia, sus skins que compraremos al ganar dólares y subir de nivel…alargando la vida del juego todo lo que uno quiera. Obviamente, no va a competir en esta faceta con colosos como Battlefield 3, pero se convierte en una buena alternativa para desempolvar el Blu-ray y seguir jugando.
En definitiva, Uncharted 3 es un grandísimo juego. Si nos acercamos a él nos encontraremos a los personajes que ya queremos de las entregas anteriores, esta vez con algo más de trasfondo y con la posibilidad de saber algo más de ellos. Esto sin olvidar las fuentes de las que bebe, el cine de aventuras que tan de menos se echa de las pantallas, con su acción desmesurada, su protagonista carismático que siempre se salva por los pelos y su buena dosis de humor. El juego sabe sorprendernos, sabe darnos una gran variedad de situaciones, sabe emocionarnos y nos aporta alguna cosa que no vimos en otras entregas. A cambio sólo nos pide que perdonemos alguno de sus pecadillos jugables, que nos dejemos engañar y que no le tengamos en cuenta que es un poco más simple que sus antecesores. Quizá esa sea la “deception” (engaño) de Drake. Y en este caso, será un placer dejarse engañar.