Cuando tenía en torno a trece años solía colarme con mi amigo Antonio en algunos de los muchos edificios abandonados que el éxodo rural ha dejado en nuestro pequeño pueblo del sur de Galicia. Nos fascinaban aquellas casas, granjas y albergues en los que el tiempo parecía haberse congelado y casi se podían intuir los últimos signos de vida que aquellas paredes habían albergado. Era una fascinación la nuestra que, creo, se extiende a la mayoría de nosotros; desde las ruinas de Prípyat a las cenizas de Pompeya pasando por la Ciudad de la Cultura de Fraga, los lugares abandonados siempre nos han intrigado, ¿qué historias han dejado atrás? ¿cómo eran cuando rebosaban de vida?
El clausurado manicomio de Volterra es uno de esos edificios por los que no parece haber pasado el tiempo, un sitio donde los gritos todavía resuenan con sólo contemplar las fotografías del lugar. Y es en este manicomio italiano donde el equipo de los florentinos LKA ha decidido ambientar su juego. A los mandos de una mujer que investiga la historia del lugar y de una de sus internas, deberemos explorar las ruinas en busca de pistas. La mecánica del juego no podría ser más sencilla: en primera persona, recorremos estancias en busca de documentos u objetos que hagan avanzar la trama, con un par de puzles de lo más sencillos aquí y allá y numerosos flashbacks que profundizan en la historia. No sabemos muy bien en qué año se desarrolla el juego, pero sí que dichos flashbacks nos llevan de cabeza a los años 30, década en que empezó una de las épocas más oscuras de la historia de la psiquiatría.
The Town of Light es un juego eminentemente narrativo. Pese a ser una clara inspiración, coge las mecánicas de Gone Home y las limita para aumentar su visceralidad y, de paso, darnos libertad de elección en varios momentos de la trama. Esta es una de las herramientas más interesantes del juego pues en vez de afectar al desarrollo de la historia, afecta a nuestra percepción de la misma.
El juego te pregunta qué crees que está pasando y eso es lo que te muestra, independientemente de si es la verdad o no, jugando con tu percepción y representando los problemas psicológicos de los que habla con una fidelidad e ingenio espectaculares. La forma en que el jugador pasa de ser un mero visitante a convertirse en parte del argumento es magistral, y cobra especial relevancia si tenemos en cuenta lo que se nos está contando.
Y es que LKA no se esconden. Esta obra ha venido a hablarnos de ciertas cosas y se asegura de que nos enteremos bien. Si al principio parece que el juego adolece de cierta falta de sutileza, pronto nos damos cuenta de que la intención es justamente esa; que nos enfrentemos cara a cara a los fantasmas de nuestro pasado, a los errores y a veces atrocidades que cometieron nuestros padres, abuelos o tatarabuelos. En un tiempo en que media España todavía lucha por desenterrar héroes tiroteados en cunetas mientras la otra media homenajea a los asesinos, The Town of Light nos habla de la importancia de no olvidar.
Resulta fascinante cómo un juego que habla de sucesos ocurridos hace casi un siglo consigue que su mensaje resulte vigente hoy en día. Desde luego su crítica de ciertas prácticas psiquiátricas es el punto más llamativo, pero creo que lo más importante es la forma en que lo hace. El videojuego es un medio que cuando se quiere poner serio y contarnos las penurias de alguien tiende a centrarse en el sufrimiento masculino.
Pensando en los horrores de la guerra, por ejemplo, ésta siempre se plasma desde el punto de vista del soldado mientras la mujer se queda en casa tan a gusto, calcetando. Hace poco visité una exposición sobre la historia de Canadá en las guerras mundiales donde se explicaba que, al tratarse de un país gigantesco con una población muy reducida, siempre hubo graves problemas para reclutar suficientes soldados como para defender el país de una posible invasión. Sin embargo, hasta unos años después de la guerra no se permitió ir al frente a la mitad de la población (esto es, las mujeres). Pensad en esto: se prefirió arriesgarse a ser masacrados por los nazis antes que ver a una mujer portando un fusil. Bien, esta cara B no la verás en los videojuegos (ni las películas, por cierto). The Town of Light se da cuenta y decide contarnos uno de los sufrimientos más invisibilizados del Siglo XX: el de las mujeres en las instituciones psiquiátricas. Es un tema tan interesante como complejo en el que no me entretendré porque creo que es mejor dejar hablar al juego, porque no lo domino, y porque hay mejor literatura al respecto que nada que yo pueda escribir, véase esto, esto o esto.
El juego hace un esfuerzo por plasmar el sufrimiento de aquellos que a menudo son ignorados (los enfermos mentales) o infrarrepresentados (las mujeres) y lo hace con un gusto y un tacto dignos de mención. Pese a lo áspero que es gráficamente, se ha hecho un esfuerzo por representar el cuerpo de las mujeres que aparecen en pantalla de forma realista, las constantes menciones al sexo se han llevado a cabo con buen gusto y madurez y la forma en que relaciona ciertas actitudes y mentalidades con la socialización religiosa está muy bien hilada. Comentaba antes lo bien que relaciona sus eventos de hace cien años con temáticas actuales; durante buena parte de la partida no me podía quitar de la cabeza las clínicas que “curan” la homosexualidad y las atrocidades que en ellas se cometen.
Esta obra se define más por lo que cuenta que por ninguna otra cosa. Habrá quien le achaque el estar anticuada en lo técnico y yo casi no le perdono el diminuto tamaño de algunos textos. Habrá, desde luego, quien no pueda con la crudeza de ciertas escenas, aunque desde luego si esto está justificado en algún juego es en este, pero desde luego es una experiencia por la que todos deberíamos intentar pasar. Por partida doble, pone el foco en asuntos y personas fundamentales pero, al mismo tiempo, ignorados, dando lugar a infinidad de lecturas en las que profundizar: la distinta forma en que históricamente se han diagnosticado las enfermedades mentales en mujeres y hombres, el uso que el patriarcado ha hecho de los hospitales psiquiátricos, la evolución de la psiquiatría pasando de ser una ciencia que buscaba comprender a una que buscaba silenciar molestias, la represión y criminalización de la homosexualidad, la censura religiosa, el sentimiento de culpa, la forma en que percibimos la realidad o cómo la guerra afectó a aquellos que la vivieron desde la distancia.
The Town of Light es un juego de terror. Decidí omitir este detalle hasta el final, tal y como hace el propio juego. Aquí no se nos intenta asustar con sombras ni monstruos, ni siquiera con aquello que yace dentro de nosotros mismos como hacen las mejores obras del género. No. En vez de eso, The Town of Light nos produce escalofríos enfrentándonos a lo que más tememos: la verdad, esa que preferimos ignorar y, por este motivo más que por ningún otro, merece ser jugado.