Toda consola de sobremesa tiene al final de su ciclo de vida un puñado de títulos por lo que será recordada. Del mismo modo que toda consola perteneciente a una compañía determinada se espera de ella que prosiga con sus personajes y sagas. No quiere decir que debamos abusar de ellos, pero siempre es agradable volver a ver a un viejo amigo. Después de ya cinco años en el mercado, Wii ha dispuesto de muchos de esos personajes que son el buque insignia de Nintendo. Sin embargo, faltaba a la cita un Zelda, uno genuino que se hubiera concebido y desarrollado para la veterana consola de Nintendo. Ese momento por fin ha llegado. Se ha hecho de rogar, pues finalmente llega en unos días donde Wii ya espera su futura sucesora y cuando ya no se prodiga en tener lanzamientos muy numerosos. Sin embargo, aquellos pocos títulos que alargan su vida son de una inconmensurable calidad. Pero ninguno de ellos ha estado o estará ante la grandeza que antepone este personaje que ya tiene un cuarto de siglo.
Mucha gente definirá a ‘Skyward Sword’ como el nuevo Zelda, pero es mucho más que una nueva entrega de esta saga. Eiji Aonuma, principal productor de la franquicia del legendario ‘Ocarina of Time‘ se ha ocupado de ello, junto con un conjunto de compañeros, trabajadores y soñadores que han dejado todo su empeño en crear un juego mágico, en todas y cada una de sus vertientes. Han demostrado que después de 25 años, Zelda todavía sabe reinventarse. Y no hablamos de una saga que aparezca una nueva entrega cada uno o dos años. No señores, hacía cinco años que no disfrutábamos de un Zelda legitimo de sobremesa y el primero en explotar al 100% el potencial de los controles de movimiento. Y es que por lo que respecta a las novedades, esta nueva entrega le puede dar un buen repaso a muchas sagas ya consagradas y acomodadas en ofrecer un más de lo mismo.
Skyward Sword se situaría como la primera entrega dentro de la polémica cronología temporal de la saga. Cuando las fuerzas del mal pueblan el mundo terrenal y una Diosa debe proteger a la humanidad junto con un gran poder que no cualquiera puede controlar. Es por ello que la Diosa llevaría la vida de toda la humanidad a los cielos, más allá de las nubes. Altárea, un conjunto de islas flotantes donde los humanos habitan y se desplazan mediante unos pájaros llamados Pelícaros. Nuestro enlace, que vuelve a hacernos participes de esta epopeya vuelve a ser Link, un joven que recoge todos aquellos valores que hacen de alguien una buena persona, como el valor, la amistad, la fidelidad, la perseverancia, la entrega, el amor… La vida de Link da un vuelco cuando las fuerzas del mal despiertan y se llevan a su gran amiga de la infancia, Zelda. Es entonces cuando la Diosa elige a Link como aquel que puede traer la paz al mundo con la destrucción de las fuerzas del mal. Para ello, nuestro joven guerrero contará con la ayuda de la espada maestra y por Fay, una entidad creada por la Diosa con el único propósito de servir y aconsejar a nuestro héroe a lo largo de sus aventuras.
A partir de allí, comienza un desarrollo que puede que los que ya lleven unos años siguiendo la saga ya conozcan, pero no exento de novedades y sorpresas que convierten a Skyward Sword en una obra fresca, novedosa e imprevisible. Deberemos desplazarnos por el mundo de Altárea a lomos de nuestro pelícaro (cuyo control pasa por agitar el mando Wii Mote para batir sus alas) por una serie de accesos que nos llevarán a diversos territorios del mundo terrestre, las llamadas tierras inferiores, donde deberemos avanzar resolviendo pequeños puzles, enfrentándonos a enemigos, superar no pocas desafiantes pruebas… Aventura en estado puro. Cada mundo cuenta con su particular ambientación, vegetación y fauna. Como viene siendo habitual visitaremos lugares de bosques de enorme colorido hasta parajes muertos repletos de lava y carentes de vida. Cada uno de esos mundos con su correspondiente templo que deberemos superar pasando por sus numerosas mazmorras hasta enfrentarnos a su correspondiente jefe final para conseguir una pieza clave en el desarrollo de su trama argumental.
Como era de imaginar, Skyward Sword es fiel a la fórmula que lo ha encumbrado como una de las piezas clave de Nintendo. Sin embargo, podemos afirmar sin miedo alguno que estamos ante el Zelda más trabajado y elaborado de su historia. Ninguna otra entrega ha gozado de un desarrollo en sus diferentes niveles tan rico, profundo y complejo. Preparaos para visitar las mazmorras más desafiantes de toda la saga, así que id haciéndoos a la idea de que os quedaréis atascados sin saber qué hacer exactamente o cómo resolver un puzle en numerosas ocasiones. También nos esperan momentos puntuales donde deberemos hacer uso de nuestra habilidad y rapidez en otro tipo de pruebas, como carreras manejando vagonetas por una mina. Todo este conjunto, que pasa por diferentes desafíos de dificultad creciente, donde deberemos hacer uso de nuestra cabeza y de los diferentes objetos o herramientas que iremos consiguiendo durante su desarrollo lo convierten en un juego rematadamente variado y de lo más gratificante.
Como era de esperar, la nueva entrega de Zelda aguarda no pocos secretos desperdigados por todos sus mundos y por Altárea. Muchos de ellos requerirán para su obtención una serie de herramientas o armas que iremos desbloqueando o comprando en el bazar del pueblo a medida que vayamos avanzando en el desarrollo de la aventura, obligándonos a adentrarnos de nuevo en los mismos escenarios para desentrañar todos sus secretos, algunos con recompensas de lo más jugosas. He aquí una de las maravillas por las que siempre se ha caracterizado esta saga y que Skyward Sword lleva a un nuevo nivel: La enorme profundidad de sus escenarios, que merecen ser estudiados y observados a fondo. Nos sentiremos como completos aventureros y exploradores que embarcan solos en una aventura completamente desnudos y que a base de explorar teniendo paciencia y perseverancia y adquiriendo nuevos objetos seremos cada vez más capaces de adentrarnos en ese mundo. Unas sensaciones increíbles y que pocos títulos consiguen alcanzar. Y es que el grado de inmersión y de satisfacción que se obtiene al superar cada una de las pruebas que nos depara la aventura no tiene precio.
Habría que pararse a analizar la dificultad del título así como el uso de los sensores de movimiento. Una alianza excepcional de ambos conceptos que encuentran un equilibrio perfecto. Como ya se ha dicho, Wii alcanza su mayor periodo de madurez tecnológica. Su tecnología apoyada en el Wii Mote ya no resulta nueva. Podemos defender esta afirmación con la actitud de Sony y de Microsoft con su idea de imitar el movimiento de Nintendo habiendo sacado periféricos mucho más punteros tecnológicamente hablando. Sin entrar en debate de si el supositorio de Sony es superior al Eye Toy pijo de Microsoft o viceversa, poco importa cuando ambos sistemas se ven mermados al no contar con un título que exprima sus posibilidades. Y es ahí donde este Zelda maravilla y cuestiona que cuanto algo es más puntero es mejor. Si alguna vez hemos soñado con sumergirnos en una aventura donde nos sintiéramos literalmente dentro de ella, Skyward Sword puede ser el título que más se acerque a ese sueño. Con el uso obligatorio del Wii Motion Plus, se ha conseguido aprovechar al máximo en un título las posibilidades del control por movimiento sin ello tener que prescindir de los elementos que han hecho de esta saga un juego tradicional, sin tener que alejarlo de sus raíces y mecánicas jugables, pues éstas han sido adaptadas perfectamente sin renunciar a sus orígenes o dificultad. Y con una precisión que quita el hipo. Es increíble el indiscriminado uso del mando en todo tipo de acciones perfectamente adaptado y con una razón de ser, así como el nunchuck, que al ser agitado realizamos volteretas o ponemos nuestro escudo como protección si lo tenemos equipado.
Con el Wii Mote dispararemos flechas, manejaremos escarabajos mecánicos teledirigidos (una de las nuevas herramientas de Link), usaremos nuestro útil gancho, dirigiremos las bombas, pudiendo lanzarlas por el aire o deslizándolas por el suelo, controlar nuestro pelícaro, planear mientras caemos, agitarlo para cazar insectos y como no, para blandir nuestro acero. ¿Un tallo vertical? Realizadlo con el Wii Mote. Si preferís el horizontal, veréis que responde con la misma precisión. Al igual que realizando estocadas o blandiendo nuestra arma en cortes en diagonal de forma ascendente o descendente. Esta perfecta respuesta del mando a nuestros movimientos se ha adaptado a los combates, más tácticos que nunca. Todos los diferentes tipos de enemigos tienen unas pautas de ataque y de defensa únicas que deberemos conocer para derrotarlos, usando sabiamente nuestro escudo (que se va deteriorando dependiendo de su material y del tipo de ataque que deba repeler) y atacando a sus puntos débiles. Olvidaos de agitar el mando de un lado a otro realizando pantomimas con la intención de barrer a todo lo que se encuentre a nuestro paso. Todos nuestros adversarios tiene su punto débil que deberemos descubrir a base de intentos y sabiendo usar sabiamente nuestros giros de muñeca. Dependiendo del tipo de ataque que realicemos, estaremos a un paso de nuestra victoria o derrota. Por si fuera poco, otra novedad es la incorporación de una barra verde que muestra la resistencia física de Link, agotándose gradualmente si hacemos un gran esfuerzo físico, como correr, cargar algo pesado o realizando fuertes y amplios mandobles. Nunca unos controles por movimiento habían sido exprimidos con tanta inteligencia y con consecuencia, sin tener que perder ni un ápice de identidad por la que siempre se han distinguido los Zelda. Como se puede ver, nuestro intelecto se verá sometido a prueba muy a menudo para escudriñar cualquier rincón del mundo que se nos presenta, así como para poder afrontar los múltiples peligros que nos aguardan. El Zelda mejor diseñado y más inteligente que se ha creado jamás.
Somos también nosotros los que imponemos el ritmo y el modo en cómo queramos superar nuestra odisea. Como ya se dicho anteriormente, son muchos los objetos que se pueden usar en nuestro viaje. Algunos los iremos desbloqueando y otros los compraremos en el bazar. Por si no fuera suficiente, el bazar nos brinda la oportunidad de mejorar nuestros objetos, como mejorar su capacidad o su resistencia. También podemos mejorar nuestras pociones para que sean más efectivas. Para ello, necesitaremos el número de rupias necesarias (la moneda de cambio), así como los objetos necesarios para dicha mejora en nuestro equipo o pociones. Muchos materiales, e incluso insectos que se precisan, solo se encuentran en algún lugar determinado del extenso mundo de Skyward Sword, de ahí el necesario conocimiento que hemos de tener por todas las tierras en que viajaremos.
Nuestra aventura es considerablemente larga. Superando las cuarenta horas fácilmente. Todo eso sin contar que tenemos multitud de tareas y de misiones opcionales que nos proponen los habitantes de Altárea que nos abrirán las puertas a nuevos secretos y ayudas. Si a ello le sumamos la cantidad de recovecos a descubrir a partir de nuestras herramientas… Hay mucho que explorar y que descubrir, sin duda. Un dato a tener en cuenta y que viene siendo habitual en los Zelda producidos por Aonuma es la repetición de zonas en la segunda parte de la partida. En esta ocasión también se repite. Sin embargo, para la ocasión se ha conseguido implantar nuevos emplazamientos y modificaciones en el terreno de los escenarios que hacen que la segunda vuelta sea muy diferente a la primera. Algo que agradecerán los más reticentes a esta postura que se lleva siguiendo des del Ocarina of Time.
Otro dato importante que muchos se preguntarán sobre su calidad es acerca de su apartado gráfico. Su diseño artístico es excepcional, precioso, con un soberbio diseño de escenarios respaldado por un motor gráfico sorprendente y bello. Hemos visto que juegos como Xenoblade Chronicles llevaban al límite la potencia de Wii. Estábamos equivocados. Nintendo ha sabido sorprender con un motor gráfico que combina la estética de los Zelda más aclamados visualmente hablando (como el Ocarina of Time, Majora’s Mask o Twilight Princess), con el uso del Cel Shading que tan magníficos resultados mostró en el injustamente menospreciado Wind Waker. El resultado es estar ante una pintura al oleo en movimiento, con personajes y escenarios magníficamente retratados y detallados, con expresiones faciales muy reales así como unos movimientos y un comportamiento del entorno muy natural. Todo ello sin el menor atisbo de ralentizaciones, ni siquiera cuando sobrevolamos toda Altárea, aunque se aprecie un poco de popping en esos momentos. Algunos casi imperceptibles dientes de sierra cierran las pocas debilidades que tiene su apartado gráfico. Belleza y naturalidad en estado puro. Todo este cuadro en movimiento viene acompañado de las mágicas melodías compuestas por su habitual compositor, Koji Kondo, que si bien no parece mostrarse demasiado inspirado en esta nueva entrega, se agradece que podamos oír por primera vez en 25 años las melodías clásicas de Zelda de forma orquestal.
Si una cosa siempre ha contribuido Nintendo en sus sagas es la de reinventarlas siempre dentro de un marco lógico y fiel a sus raíces. Mientras hemos visto durante estos últimos años como sagas han caído en el ostracismo debido a su consagración y a una alarmante salida de secuelas infladas sin ningún sentido, siempre es bueno ver y contemplar que hay desarrolladoras que aún siguen queriendo a sus creaciones. En estos tiempos de sequía creativa, títulos como Skyward Sword demuestran que aún es posible sorprender y maravillar tanto a una legión de neófitos que se adentren en el mundo de los videojuegos como para aquellos que ya lleven años en él. Son muchos los grandes juegos que han surgido este año que merecen ser catalogados como obras maestras. Juegos imperecederos e inolvidables que con los años serán clásicos y el punto de referencia para todos aquellos que trabajen en la industria. Portal 2, The Witcher 2, Batman: Arkham City, Uncharted 3, L.A. Noire, Little Big Planet 2 e incluso Rayman Origins son todo un ejemplo del enorme paso que ha dado este sector del ocio durante este último año.
La pugna se quedaría, muy probablemente, entre dos colosos como Skyrim y este Skyward Sword. Mientras que el primero nos ha ofrecido la mayor aventura, en términos de dimensión y de duración, que uno pueda experimentar como experiencia mono jugador, el último Zelda es, según este servidor, el juego que ha tambaleado mayormente la industria en estos tiempos. Mientras que Skyrim se ha coronado como un juego titánico de impagable riqueza en términos de vida en todas y cada una de sus vertientes, tampoco sería insensato decir que a pesar de su inmensidad, no ha inventado nada nuevo, precisamente. Skyward Sword ha sabido ser tradicional y fiel a sus orígenes, pero mejorando todo su contexto y sus mecánicas y añadiéndole la novedad de los controles por movimiento. Esta vez, sí que podemos afirmar sin miedos ni reparos que estamos ante el juego que mejor ha utilizado las posibilidades y capacidades de los controles por movimiento. Han tenido que pasar cinco años para que después de sus primeros compases, llegara el juego que mejor recreara los controles por movimiento de la historia, pero el resultado es magistral. Y todo ello lo ha conseguido la consola más obsoleta de la presente generación. Si a ello le añadimos un respeto a todo lo que implica la experiencia Zelda pero haciéndola mucho más desafiante, concienzuda y consecuente, obtenemos un claro ejemplo que aún podemos reinventar lo que ya está consagrado y volverlo a mostrar fresco y novedoso. Todo ello respaldado por una trama tan sencilla, como repleta de matices reclamando enormes valores que todo ser humano debería tener. The Legend of Zelda: Skyward Sword aúna en su contenido todo aquello que deberíamos reunir tanto como trabajadores como personas, demostrando que de la mayor sencillez surge también el mayor grado de profundidad, concepto que describe cualquier cosa que se puede hacer en este maravilloso juego y que satisface y nos llena por cualquier pequeña tarea que realicemos. Será difícil superar Skyward Sword, tanto como Ocarina of Time.