SongbringerCríticaHubo un tiempo no tan lejano que a los juegos se los calificaba como la suma de sus partes, ya saben, una fórmula que otorgaba números a cada uno de sus apartados y que después se sumaban y dividían entre sí para otorgar una puntuación que reflejaba la media del resultado. Durante mucho tiempo esto resulto extrañamente útil, ya que la calidad final del juego solía asociarse directamente con sus apartados técnicos. Ahora afortunadamente es un método en desuso que ha dado paso a otro mucho más perverso llamado Metacritic, donde se realiza una media de notas entre medios especializados (horror). El caso es que he pensado mucho en esto mientras disfrutaba con Songbringer. Me he visto en no pocas ocasiones intentando valorar un apartado con eso que algunos llaman objetividad y otorgando una nota ecuánime. Al final el resultado obtenido siempre estaba muy por debajo de mi opinión sobre el juego, así que me van a permitir que por una vez me salte todas las normas de esta santa casa y plantee una crítica como las de antes, a ver si entre todos llegamos a alguna conclusión.Historia: 6Songbringer nos pone en la piel de Roq Epimetheos, un tipo no demasiado inteligente, pero con actitud, que tras un accidente a bordo de su nave de exploración termina varado en el planeta Ekzerra en compañía de Jib, su robot celestial. Allí encontrará la Nanoespada, un arma legendaria que despierta un antiguo mal que es capaz de acabar con toda la galaxia.
Durante la exploración del planeta iremos descubriendo la historia del mismo así como del resto de la galaxia, haciéndonos una idea del peligro del poder que hemos despertado. La trama se sigue con interés, manteniendo su tono pulp durante todo el juego. Los diferentes escenarios y mazmorras nos revelan secretos poco a poco gracias al uso de nuevas habilidades que iremos aprendiendo mientras avanzamos. Esto hace que podamos perdernos parte de la misma si no estamos atentos a las pistas o no volvemos sobre nuestros pasos una vez adquiridas nuevas habilidades.Gráficos: 7Wizard Fu Games ha optado por mezclar una paleta de colores heredada de los 16-bits con elementos de iluminación actuales y su resultado es desigual. En los escenarios exteriores Songbringer despliega toda su fuerza haciendo de la iluminación y su lisérgico uso del color su mejor baza.“El universo de Songbringer se siente vivo y coherente a pesar de crearse de manera procedural”Los ciclos día noche y los efectos climáticos refuerzan el conjunto y le otorgan un acabado resultón al que únicamente se le podría exigir una mayor distinción entre elementos, ya que no es raro que nuestro héroe termine mimetizado con el entorno.
En las mazmorras y el resto de escenarios interiores la cosa decae bastante, pecando de una sobriedad que no termina de sentarle demasiado bien. Aquí el título se lo juega todo a la tensión del jugador en los combates, dejando a un lado el despliegue de luces y colores, el cual únicamente vuelve cuando nos enfrentamos a los jefes finales.Sonido: 5Quizás sea en este apartado donde más se nota que Songbringer ha sido realizado en solitario por una única persona. Nathanael Weiss hace un trabajo aceptable, pero se encuentra lejos de la excelencia. La música ambiental minimalista contrasta demasiado con el resto de elementos pulp del título y los FX no se encuentran demasiado inspirados, aunque en ningún momento desentonan. Aun así hay momentos que mejoran el conjunto, como la música de la intro o la de algunos tramos en la parte final. Jugabilidad: 7La mezcla de géneros de Songbringer crea una jugabilidad muy particular. Existe un equilibrio entre el arcade y la exploración que otorga buenos resultados, pero que no está exento de problemas. El principal reside en los combates. Songbringer nunca acaba de decidirse entre el arcade puro y el combate estratégico. Disponemos de ataques cortos, a distancia, combos y objetos de ataque. Esta combinación debería ser más que suficiente como para que cada jugador adoptase una forma de juego adaptada a su habilidad, pero en más de una ocasión nos encontraremos pulsando botones repetidamente sin tener muy claro si estamos haciendo daño o no. Esto resulta especialmente molesto con los jefes finales, los cuales requieren en su mayoría una serie de pasos previos antes de poder ser atacados, pero que al no tener claro cuándo les estamos haciendo daño nos encontramos en una suerte de desamparo que puede llegar a frustrar a algunos jugadores.
La exploración resulta en cambio impecable. El título se construye a través de escenarios procedurales, pero esto no hace que por ello se pierda un ápice de interacción entre elementos o que el conjunto termine por sentirse deslavazado. Al comenzar tenemos muchos elementos misteriosos que poco a poco iremos aprendiendo a desentrañar. Es cierto que esto implica una atención expresa por parte del jugador y repasar algunos escenarios una vez superados, pero no es algo que se haga en absoluto pesado, al menos en dificultad normal, ya que hay un modo de muerte permanente que puede modificar enormemente esta consideración y que no me he atrevido a probar.Nota Final: 9Un momento, ¿6+7+5+7 / 4 = 9? Algo falla aquí. Lo que falla es que en esta basura de método no tienen cabida las sensaciones, y es aquí donde Songbringer sobresale por encima del resto. Weiss ha creado un universo espectacular lleno de secretos en el que la sensación de que tanto personaje como jugador están perdidos y van descubriendo poco a poco lo que les rodea es casi perfecta. El desarrollador californiano se tambalea en el alambre con cada uno de los diálogos, donde no teme representar la estupidez de la mayoría de personajes mientras que la narrativa del planeta se mantiene poética y solemne, saliendo completamente indemne de esta valiente mezcla. Descubrir cómo y dónde utilizar las habilidades aprendidas resulta enormemente gratificante y la sensación de acceder a un nuevo rincón del escenario lleno de colores, peligros y objetos por descubrir gritan AVENTURA por cada uno de sus pixeles.
El sistema para la generación procedural del escenario es quizás la mejor que me he encontrado. Se crea a partir de la combinación de letras que escribimos al comenzar la partida, lo cual permite compartir escenarios si así lo desean (si quieren jugar al mío pongan JUANMA). He probado varias combinaciones y en todas ellas el universo sigue sintiéndose vivo y coherente, algo de lo que carecen casi todos los títulos que utilizan este método.
Quizás Sonbringer no sea perfecto. Puede que si examinamos cada uno de los elementos por separado el resultado no sea el mejor posible, pero al igual que esa gente que a pesar de tener una cara rara resulta absurdamente atractiva (os odio), el juego de Wizard Fu Games requiere observarse en su conjunto, como un todo. Recomendadísimo.
PD: Antes de publicar esta crítica me he enterado de la salida de un nuevo parche que mejora algunos de los problemas indicados en la misma con respecto a los combates. Lementablemente no me ha dado tiempo a probarlo, pero las impresiones de aquellos que lo han hecho son muy positivas