No exagero al decir que No More Heroes 3, de Suda 51 y su Grasshopper Manufacture, era el lanzamiento que más esperaba este año. No el mejor ni al que le otorgaría ese tontorrón premio de GOTY, pero sí al que más ganas le tenía. Qué le voy a hacer: el de Nagano es mi fetiche particular y su obra mi filia más calenturienta. Desde que jugué en GameCube a Killer 7 (juego, por cierto, que no comprendí del todo en ese momento), he disfrutado de todas y cada una de sus creaciones, hasta en las que ejerce solo de productor, como Sine Mora. Así que la nueva iteración de su magnum opus debía ser disfrutada en su lanzamiento, del mismo modo que lo fue el capítulo aparte Travis Strikes Again. No podía esperar. Cuando juegue Deathloop me volveré loco con la magia de Arkane, seguro, pero puedo postergarlo. Lo de Travis, no.
Voy a ser tan honesto como objetivo: No More Heroes 3 no es original en nada respecto a sus antecesores. Ni en mecánicas, ni en reglas, ni en jugabilidad. Sí, se implementan ciertas cosas, pero la esencia es la misma. Y me parece sensacional. Suda51 no quiere ser Hideo Kojima ni Ben Esposito, aunque con Killer 7 pareciera que sí. Se siente mucho más cómodo percibiendo los videojuegos como un oficio del entretenimiento que como una forma artística o cultural.
En esta ocasión, Travis Touchdown, de nuevo, ha de alcanzar el primer puesto de un ranking de asesinos. Pero esta vez intergalácticos. Un alienígena que pasó parte de su tierna infancia en la Tierra y se echó un mejor amigo humano, ahora ha crecido y se ha puesto en plan psicópata; y la ha tomado con nuestro planeta. Travis y sus colegas le plantan cara, pero salen mal parados. Así que toca vengarse y patearles el culo.
En He soñado que soñaba. Interpretando juegos japoneses de narración compleja, Adrián Suárez hace hincapié en que muchos de los títulos nipones que él denomina de narración compleja, no dan tanta importancia a lo audiovisual, a lo técnico, para centrarse en una meticulosa narrativa. No es algo universalizable. De hecho, él mismo toma ejemplos como Death Stranding o Final Fantasy XV, portentos estéticos. La obra de Suda51 sería otro ejemplo a considerar que rompe ese molde. La narrativa de No More Heroes 3 nada tiene de compleja y, como siempre, a Suda51 poco le preocupan los bugs, los glitches y las texturas que casi ni han cargado cuando pasas delante de ellas. Hace poco, aquí mismo, defendí que en la imperfección técnica y estética de los videojuegos también puede habitar la belleza y la diversión… No More Heroes 3, y ahora soy todo lo subjetivo que puedo ser, es divertido a rabiar, de hecho es de los pocos juegos, como el resto de la obra de Suda51 o la de Swery65, que me hacen reír, reír a carcajadas.
En el caso de No More Heroes 3, aunque su narrativa no sea compleja, sí es posible leer sin demasiados problemas un cáustico comentario punk. A través de Travis y de sus andanzas, de su interacción con el resto de personajes, de los diálogos, de las frases sueltas por aquí y por allá, Suda51 viene a decirle a la industria del videojuego, a los creadores de los mismos y a los que escriben sobre ellos, que no se lo tomen tan en serio. Que lo de ser la industria cultural de mayor crecimiento, está bien, pero que tampoco es para fliparse. Y se mofa también de la cultura gamer, con ácidos comentarios de boca de alguno de los personajes como «un verdadero gamer…». Pero donde se ve de verdad es en el itinerario lúdico: Travis tiene que salvar al mundo enfrentándose a asesinos de todo el universo, pero para hacerlo necesita dinero, dinero que ha de ganar realizando los más variopintos y poco épicos trabajos, como cortar el césped o recoger basura; bueno impedir que unos cocodrilos gigantes invadan la costa sí tiene algo de épico… ¡y de juguetón! Para desbloquear los puntos de guardado, que son urinarios públicos, primero tendremos que desatascarlos. Es en esa asimetría descaradamente ácida, en esa burla, donde Suda 51 se siente cómodo.
También es valiente, porque en una industria a la que parece darle urticaria que los videojuegos se relacionen con lo político, incluye una sudadera para Travis en la que se puede leer «Fuck racism». (También en sus chanclas: «fuck» en una y «racism» en otra).
En lo puramente jugable, los combates son una agradable monotonía. Se repiten mucho, porque también podemos hacer dinero luchando contra oleadas de enemigos, a veces numerosísimas, pero el mimo puesto en los movimientos, en los golpes, y en las posibilidades hace que no nos cansemos de ellos. Nuevas llaves de lucha libre, nuevos poderes que desarrollar y combinar, o el slash reel, una tragaperras que se activará después de acabar con algún enemigo y nos dará o no una ventaja. Entre ellas, una novedad, la de que Travis se calce una armadura a lo mecha. Y otra novedad: combates a lo mecha muy de agradecer más allá de la estratosfera contra colosales enemigos.
Luego están las misiones secundarias, que nada tienen que ver con lo que estamos acostumbrados. Como a mucha gente, me sacan de quicio las secundarias del tipo «ve y cómprame una barra de pan» o «tráeme esta tuerca que me falta». Frente a ello, cortar el césped, limpiar basura, trabajar en la mina o carreras con la moto a lo Burnout son el complemento perfecto entre escalada y escalada en el ranking de asesinos; más que secundarias son minijuegos. También hay secundarias más aparentemente insípidas, como destrozar cabezas de Rapa Nui desperdigadas por los escenarios, pero otras cobran sentido actual, como la «ecologización» de plantar árboles por la ciudad.
Suda51 sabe equilibrar a la perfección su alma arcade de los ochenta-noventa con las tendencias que fueron surgiendo con el paso a las tres dimensiones. No hay nadie mejor que él; es más, creo que no hay nadie que haga lo que él.
En este sentido, uno de los mayores logros de No More Heroes 3 es brillar en los intervalos. No hay tiempo para aburrirse, todo está pensado para entretenerte. Si no lo hace una secundaria o un minijuego, lo hará alguna cinemática. Y en ese brillo adquiere gran relevancia la variedad estética, los distintos grafismos utilizados, desde las simpáticas pantallas de carga a los distintos estilos a la hora de representar las escenas, desde el anime a lo super deformed, desde lo poligonal a lo pixel art. En los combates, de hecho, se mezcla la tecnología tridimensional con trazos de pixeles para representar sangre o el slash reel. Un dinamismo que ahonda en la diversión.
Destacable es, asimismo, el ansia de metajuego que posee, otro de los elementos clásicos de Suda51. Es más, en un momento dado, tendremos acceso a un juego arcade, Deathman, el preferido de Travis, completamente original.
Y cómo no, el sentido del humor. Solo alguien como Suda 51, teniendo en cuenta el mensaje a la industria señalado antes, introduciría un combate contra un jefe final que consiste en un juego de la silla; u otro que se torna un combate de típico JRPG para desesperación de Travis y en el que, al tratar de hacer una invocación, se nos dice textualmente que «Bahamut está de vacaciones»; o un combate a los Super Smash Bros. Todos ellos evidencias de la multirreferencialidad que extiende en toda su obra y que en este No More Heroes 3 van desde las citadas al anime, el manga y el cine, con guiños a Aliens y Terminator, por ejemplo, conversaciones interminables sobre el cine de Takashi Miike… ¡y hasta un cameo del director! Un homenaje a la cultura popular para que no olvide lo que es y se tire al fango del cansino y absurdo debate entre alta y baja cultura.
A pesar de que juegos como No More Heroes 3 puedan disfrutarse, y mucho, a pesar de sus superficiales taras técnicas, hay cosas que no tienen perdón de Dios. Por ejemplo, el juego se me quedó atascado como unas cinco veces, ¡y encima no tiene autoguardado! Otra cosa incomprensible es el desbloqueo de las misiones de conducción. En realidad, no debería hablar de desbloqueo, porque deberían aparecer nada más hablar con el PNJ. Pero el caso es que, si lo haces con el sistema de Switch en español, esas misiones nunca salen después de hablar con el PNJ en cuestión, y hay que cambiar el sistema de Switch a inglés para que aparezcan. Algo que, supongo, se solucionará con alguna actualización; o no, quién sabe, a lo mejor es solo una broma más de Suda51.
En cualquier caso, con pocos juegos he disfrutado tanto este año como con No More Heroes 3, riéndome entre ríos de sangre, entre los comentarios de Travis, las escenas y desatascos de váteres, entre suplex y suplex a cocodrilos, entre cortar cabezas que sangran píxeles. En lo que, en definitiva, es una sarcástica llamada de atención a todo lo hegemónico que hay en los videojuegos. Y sé lo que pensará mucha gente: que es un juego mediocre, que menudo churro, que vaya castaña, que no aporta nada nuevo. Y solo puedo citar a Andrés Trasado y decirles: «Bueno, esa es tu opinión».