Análisis: ICY

Análisis: ICY 5
Análisis: ICY 1
Fecha de lanzamiento
11 agosto, 2017
ESTUDIO
Inner Void
EDITOR
Digital Tribe
PLATAFORMAS
PC, Mac, Linux

Los italianos Inner Void lucharon en Kickstarter para sacar adelante su primer proyecto gordo de rol, Zaharia, de corte más fantástico y basado en los cuentos árabes. No lo consiguieron y fue una pena. Sin embargo, en vez de dejarse llevar por el desánimo, decidieron probar con algo más “pequeño”, que llevara menos tiempo programar y sirviera como puente entre el público y el siguiente proyecto.

ICY es el resultado, un videojuego post-apocalíptico en un mundo helado que se batió el cobre en Indiegogo y consiguió (por los pelos) llegar a su exiguo objetivo de financiación.

Desde un primer vistazo ya queda claro que ICY es un título mucho más modesto que el juego de rol en perspectiva isométrica que querían hacer. Es más parecido a una aventura conversacional, a un juego de mesa de gestión de recursos con mucho texto o a una novelita de “elige tu propia aventura”. Aquí se juega a través de paneles de arte conceptual que nos van surgiendo y nos piden tomar decisiones, aparte del mapa por el que nos moveremos y que nos hará consumir municiones, comida y gasolina para calentarnos. Porque hace mucho frío, tanto que puede llegar a matarnos si nos descuidamos.

Para mantenernos con vida deberemos explorar pueblos abandonados, los refugios de la “antigua humanidad” que condenó a esta nueva al páramo helado. Tanto en esta exploración como en los bosques mientras cazamos (o al enfrentarnos a otros grupos) es cuando únicamente apreciaremos el factor más “rolero”: uso de un par de habilidades, tiradas aleatorias para ver si nos salimos con la nuestra y objetos para facilitar nuestra labor

Al igual que en otros títulos más orientados a la narración, cosas de la “misma escuela” como Dyscourseen ICY lo realmente importante no es esa jugabilidad, que está ahí más bien para justificar su carácter de videojuego. De hecho, sospecho que funcionaría muy bien como juego de mesa, con sus cartas y sus tiradas.

Lo interesante es todo lo que hay detrás, el mundo que va destapando ante el jugador poco a poco. Se nota que sus creadores tenían algo más “rolero” en mente, porque uno puede imaginar a la perfección ese mundo convertido en otro tipo de título (quizás algo más parecido a Frozen State). Hay un trabajo importante para darle al páramo gélido que recorreremos una historia, una mitología propia, leyendas y habitantes con creencias distintas. Eso que la gente moderna llama ahora worldbuilding, ése es el punto más fuerte de ICY, sin duda.

La pena es que precisamente el medio elegido no es el más adecuado para explotarlo, porque muchas veces deja las cosas en insinuación y no profundiza en ellas. Nada en contra de esa forma de contar historias, pero a mí me quedaban las ganas de ver ese escenario que habían construido un poco mejor aprovechado.

En su trama ICY es bastante más convencional, aunque se deja ir descubriendo poco a poco y hasta bien llegado el final no tendremos muy claro quiénes son “los malos” y “los buenos”. Por un lado nos da una “misión principal”, que tiene las suficientes ramificaciones como para que nos dé por repetir alguna partida más, y por el otro sabe presentar varias misiones secundarias que son un extra de narración y de inmersión en el mundo.

Algunas de las cosas que pasan, eso sí, son un poco maniqueas, y hay veces que los diálogos patinan un poco (el inglés no es la lengua materna de los creadores) o se da el síndrome de “no hemos hablado de nada” que permite repetir muchas líneas de conversación. Pero este tipo de cosas son poco molestas y en general uno acaba agradeciendo que el equipo quiera meter ciertos temas (la xenofobia, especialmente) usando el nuevo mundo como telón de fondo.

Y lo más sorprendente es lo inmersivo que acaba siendo, con los recursos escasos que puede desplegar: las pantallas fijas, el mapa y una música de ambiente que traslada el abrazo del hielo. Es fácil meterse ahí, identificarse con nuestro protagonista y empaparse del mundo, estar un rato sin salir e imaginarnos dentro, como haríamos con una novela. El estudio ha sabido usar bien ese “menos es más” para atrapar al jugador en su yermo helado.

Aunque no le vaya a cambiar la vida a nadie, me ha gustado ICY. Me ha parecido un título muy interesante capaz de manejar bien los pocos medios que ha tenido para salir adelante. Quizá donde más chirríe sea en esos momentos más de videojuego, que pueden hacerse algo repetitivos, pero sirve como muy buena carta de presentación de lo que desde Inner Void pueden hacer.

Déjenme que insista: su mayor mérito está detrás del telón. Han conseguido crear un mundo helado que vive y respira, que guarda secretos, culturas y sorpresas para el jugador. Su capacidad para crear mundos queda fuera de toda duda, y a mí de lo que me dan ganas tras ICY es de que vuelvan a intentarlo con lo que de verdad les pide el cuerpo: el juego de rol que querían hacer desde el principio.

Hasta entonces, ICY sigue siendo un título muy digno, una mezcla de géneros que les va a pedir leer mucho, decidir bastante (he contado como cuatro o cinco finales) y “jugar” menos. Si buscan algo así, les dará unas buenas horas de entretenimiento.

Salir de la versión móvil