Análisis: Home

Análisis: Home 2

Home es uno de los últimos hitos indies, uno más en la bienaventurada horda de pequeños juegos que aparecen para sacarnos una sonrisa. En este caso llegaba a Steam el último día de agosto por un precio irrisorio (menos de 2€) y prometiendo dosis de horror y juego con el propio jugador. A esto habría que añadirle algo de pixelart (que tan de moda está ahora) y una banda sonora desconcertante.

El juego de Benjamin Rivers es, ante todo, honesto. Cumple lo que promete y no se tira el rollo cuando nos dice que las decisiones que tomemos moldearán la trama de manera muy sencilla. Despertamos en una casa que no conocemos, a oscuras, y sólo tendremos una linterna y lo que vayamos encontrando para descubrir qué nos ha pasado. El control es lateral, utilizando las teclas de dirección y una de acción para examinar objetos, abrir puertas…

Así, Home empieza a jugar con nosotros. La música nos pone en tensión, y el pixelart nos logra transmitir las escenas más escabrosas mientras avanzamos. De cuando en cuando se nos plantearán decisiones muy sencillas, de respuesta sí/no y de esa manera iremos construyendo la historia alrededor del protagonista. Los puzzles son muy sencillos (encontrar una llave un piso más arriba, mover una válvula…), los escenarios no son demasiado grandes y es muy difícil perderse, por lo que hablaremos de alrededor de una hora de duración. Ahora, es precisamente la posibilidad de escribir la trama e irla variando lo que dota al título de una enorme rejugabilidad, que nos hará ir tomando decisiones distintas una y otra vez para ver con qué conclusión topamos y a través de qué camino hemos transitado para llegar a ella.

¿Es Home un videojuego, o no? Dependerá mucho de quien se acerque a él su definición. Aquí no lo tenemos demasiado claro, pero nos parece un título meritorio con muy buenas ideas, un buen valor de rejugabilidad y un precio asequible.

Con una jugabilidad tan sencilla y una orientación tan basada en la trama, cabría preguntarse si a Home le pasa lo mismo que a Dear Esther: ¿es realmente un videojuego? Puede que no. Su pariente más cercano son las novelas del estilo «elige tu propia aventura» que tan de moda estuvieron hace décadas, y se comporta de la misma manera. Avanzar es sencillo, y será lo que decidamos lo que nos moverá entre un número de posibilidades. Evidentemente es una experiencia multimedia, y el hecho de manejar al protagonista logra que nos sumerjamos más en la historia, que nos coma el suspense y temamos la conclusión final (muy trabajada).

Sea como fuere, el verdadero valor de Home se encuentra en la manera en la que ocupa la cabeza del jugador. Ya sea como videojuego, ya sea como historia (levemente) interactiva, a lo largo del recorrido nos hace temer las decisiones que vamos a tomar, nos hace anticipar sorpresas desagradables y nos hace sentir, en general, tal y como se va sintiendo el protagonista. De manera muy sencilla rompe con la cuarta pared y sumerge al jugador en la trama y le castiga haciéndole tomar decisiones. Mejor aún, cuando hayamos terminado, lo que hemos vivido se quedará un rato paseando por nuestra cabeza: ya sea para rellenar los huecos que nos hayan quedado en la trama, ya sea para preguntarnos qué ha pasado realmente o por qué hemos tomado determinadas decisiones. Y así, con avidez, volveremos a jugar para intentar cambiar nuestro destino.

Visto esto, desde aquí pensamos que al precio al que se encuentra es una experiencia muy recomendable. Como pegas, el jugador encontrará la barrera del idioma (únicamente en inglés) y el tedio que le puede suponer lo fácil que es avanzar, lo poco «jugable» que es el título. Superado esto, queda por delante un pequeño espacio de tiempo plagado de buenas ideas.

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