Assassin’s Creed es una de las sagas más seguidas y queridas en esta generación, gracias a una rica jugabilidad e historia en un marco histórico verdaderamente atractivo. Si bien su primera entrega, lanzada en el 2007, dejaba bastante que desear debido a unas mecánicas muy reiterativas y poco aprovechadas, su continuación, lanzada dos años después, resultó ser toda una declaración de intenciones donde se trataron de enmendar los errores cometidos con su precuela. Una redención que se vio cumplida al ver los excelentes resultados, tanto por parte de la prensa especializada como de los jugadores. Nunca me cansaré de decirlo, Assassin’s Creed II es uno de los mejores juegos que nos ha dado esta generación. UbiSoft sabe que tiene un diamante en bruto con esta saga de asesinos, por lo que realizó un movimiento muy similar al que ya hiciera en la anterior generación, con sagas como Splinter Cell o Prince of Persia, lanzando una entrega anual de irreprochable calidad pero carente de novedades. La compañía gala inició esta estrategia el año pasado con La Hermandad, un juego que continuaba directamente los hechos de su segunda entrega. Pese a que tenía novedades atractivas, era más como una gran expansión para paliar la espera de su hipotética tercera entrega. Pues bien, un año después, Ubi Soft nos ofrece una nueva entrega, Assassin’s Creed Revelations, que sigue con la misma senda continuista y de poca ambición mientras esperamos al legitimo Assassin’s Creed III, que aparecería en otoño del 2012.
Poco, por no decir nada, ha cambiado en esta cuarta entrega, sin embargo, y al contrario que le ocurría a La Hermandad, aquí se ha sabido llevar un guión mucho más elaborado y trabajado, donde tendremos la oportunidad de volver a jugar con los tres personajes principales que de momento nos ha ofrecido esta serie de juegos. Un agradable reencuentro con Desmond, junto con sus antepasados Altaïr y Ezio Auditore. Son muchos los personajes que en esta generación les hemos contemplado en su etapa de madurez, ahora le toca el turno a Ezio, uno de los personajes más carismáticos y complejos, cuya trayectoria llevada a lo largo de su vida hemos podido seguir gracias a estas expansiones o spin off.
Resulta muy interesante ver a este conocido asesino que hemos seguido estos dos últimos años, superando ya los cincuenta, con la vida de venganzas que lleva arrastrando treinta años a sus espaldas y de la que ahora quiere dejar atrás para siempre. Antes, sin embargo, desea obtener cierto conocimiento. Para ello, deberá viajar a la antigua Constantinopla, donde se verá mezclado con una nueva organización de asesinos y de otros políticos, amén de conspiraciones de los templarios sedientos de poder, mientras trata de encontrar una serie de llaves que Altaïr escondió y que se precisan para abrir la antigua biblioteca de los asesinos en Masyaf, escenario donde se desarrollaba gran parte de la primera entrega. Por su parte, Desmond se encuentra en un profundo coma y su subconsciente está atrapado en el Animus, la máquina que le permite conocer sus antepasados a través de su información genética.
El primer aspecto que choca viene con los créditos iniciales, donde podemos ver que se han implicado hasta seis desarrolladores pertenecientes a la compañía gala Ubi Soft, desde la habitual Montreal, pasando por filiales como Quebec o Singapore. No deja de llamar la atención cuando nos damos cuenta, tras una primera toma de contacto, que en Revelations todo sigue siendo igual que su antecesor, pese a tener tanta gente detrás de su desarrollo. Volveremos a estar en una nueva ciudad, Constantinopla, donde tendremos libertad para ir a nuestro libre albedrío realizando las misiones principales (un total de nueve secuencias de ADN) y para realizar multitud de tareas segundarias que alargan y enriquecen la experiencia jugable. Sin embargo, el pequeño salto que hubo de la segunda parte a La Hermandad, todavía se ve aquí más reducido. Pese a que visitaremos otras localizaciones. La acción principal se desarrolla en esa única ciudad, que presenta un acabado bueno en general, pero que le falta el tamaño que tenían anteriores ciudades.
Podremos reclutar de nuevo a ciudadanos para que se conviertan en nuestros discípulos asesinos y enviarles a realizar misiones por todo el continente para que obtengan dinero y experiencia, así como la oportunidad de poder usuarlos a nuestro favor en situaciones que nos podemos ver comprometidos, otorgando un toque estratégico muy de agradecer. Para poder reclutar a nuevos asesinos, deberemos ocupar los diferentes distritos que componen Constantinopla. Esto se hace derrotando al líder templario de un distrito y luego escalando su torre para incendiarla y así obtener una nueva guarida, que podremos dejar al cuidado de uno de nuestros discípulos siempre que éste haya alcanzado un rango determinado.
Una de sus pocas novedades es la incorporación de un mini juego de estrategia que se basa en defender posiciones ante las inevitables invasiones de los templarios para reconquistar su territorio. Es un mini juego divertido, donde deberemos posicionar todo tipo de asesinos (con ballestas, lanzadores de bombas, con trabucos de combate directo…) para hacer frente a la horda de templarios. Incluso podremos colocar barricadas. El número de barricadas y de aliados se determina por los puntos de motivación, que irán creciendo a medida que derrotemos a los invasores. No se puede negar que es una novedad interesante, pero que se hace cansina a la larga si te van llamando a menudo para defender una torre mientras estás ocupado con otros menesteres.
También se mantiene la reconstrucción de la ciudad. Iremos adquiriendo dinero que podremos invertir en la reconstrucción de talleres, sastrerías, librerías o bancos, junto con la reparación de monumentos emblemáticos. El dinero se podrá retirar del banco y podremos adquirir nuevas armas, mejorar nuestra armadura, comprar veneno, medicinas, mapas de tesoros y un largo etcétera. También se añade para la ocasión la fabricación de diferentes tipos de bombas, unas para crear distracción y otras para provocar efectos dañinos. Todas se elaboran con una serie de componentes que podemos arrebatar o comprar para crear nuestras propias bombas caseras, eligiendo el ratio de efecto, potencia o el tipo de distracción que queremos crear. Incluso podemos decidir si queremos bombas adhesivas, con mecha o de explosión inmediata al impactar. Su uso es efectivo en ciertos momentos en los que queramos pasar desapercibidos o para eliminar a distancia a ciertos rivales sin que otros se percaten, incluso poder huir de emboscadas con bombas de humo. No es un añadido muy substancioso, pero amplia el abanico de posibilidades que tenemos para cumplir nuestras misiones. Otro añadido al que UbiSoft quiso dar mucha importancia era la incorporación de un gancho que nos permitía saltar o alcanzar salientes a mayores distancias. Dicho aparato es muy anecdótico y muy automatizado, creando una agridulce impresión de que se ha desaprovechado.
Hay que tener unas ideas muy claras con Revelations. Y es que sus más acérrimos seguidores se lo van a pasar en grande pululando de nuevo con Ezio por una nueva ciudad. Una ventaja que posee esta saga respecto a otras de lanzamiento anual es que su jugabilidad está tan plagada de matices y de posibilidades que es difícil que se le haga a uno pesada o repetitiva. Es un más de lo mismo muy bien maquillado. Pero pese a que resulte agradable y muy divertido hacer todas las tareas que nos propone el juego, es imperdonable su falta de ambición y su carácter oportunista. Todo se mantiene exactamente igual que antes. Sus novedades no tienen suficiente peso como para valorarlas por sí solas, y solo nos brindan nuevas posibilidades, pero ninguna de ellas ciertamente relevante. Lo mismo se le puede achacar a las misiones relativas a su trama principal. Son muy variadas y divertidas, pero con una sensación de déjà vu muy acentuada. No hay ningún momento que sea realmente emocionante o que nos depare alguna sorpresa. Todo se limita a repetir situaciones que ya hemos vivido en sus anteriores entregas. Resumiendo, sigue siendo entretenido, pero se echa mucho de menos un mayor salto cualitativo, y es que aquí sus carencias se hacen todavía más patentes. Tampoco ayuda su facilidad en toda la campaña, y por la escasa duración de la misma, que difícilmente os llegará a las diez horas. También es importante saber que el control se ha vuelto un poco más tosco a la hora de realizar ciertas acciones, como activar la vista de águila. Incluso el sistema de combate se mantiene intácto, sieddo todavía demasiado sencillo y automatizado, pese a su espectacularidad y elegancia.
Lo que habría que remarcar es el viaje emocional que nos propone su historia, mucho más satisfactoria que La Hermandad. Y es que es su trama y no sus misiones, las que podrán hacernos saltar de emoción gracias al innegable carisma de sus personajes y la oportunidad de poder volver a controlar a Altaïr en misiones flashbacks, ahora que sabemos mucho más de su vida después de los acontecimientos de la primera entrega. Sin lugar a dudas, lo mejor del juego. Por desgracia, la parte jugable de Desmond peca de tener una implementación muy mejorable, pese a que no son de obligatorio cumplimiento. Mientras estemos controlando a Ezio, iremos reuniendo segmentos del Animus y que con un número determinado de ellos podremos acceder a un nivel especial que nos narra la vida de Desmond, desde su infancia hasta cómo terminó siendo capturado por los templarios. El problema viene con el planteamiento y desarrollo de las misiones. Se juegan en primera persona en escenarios donde destacan su diseño abstracto y futurista y del uso del color, donde deberemos avanzar colocando plataformas y bloques haciendo más hincapié a los puzles. A nivel estético y en planteamiento, recuerdan un poco al mítico Portal, pero con un desarrollo eminentemente inferior. Puede que muchos no tengan el mínimo interés en completarlas. Hay cinco en total.
Tampoco han habido muchos cambios en su multijugador, que sigue siendo tan divertido y fresco como lo fuera La Hermandad. Sin embargo, ya daba la sensación que podía ser exprimido mucho más en ser mejorado y ampliado. Y lo único que han hecho los desarrolladores es otorgarnos más posibilidades a la hora de personalizar a nuestro asesino, así como la implementación de una trama argumental. Es decir, que sigue con la misma tónica que el resto del juego: Divertido, entretenido y demasiado continuista.
Estamos ante una saga que siempre ha cuidado muchísimo todo lo que se refiere a su aspecto gráfico. Y pese a que estemos ante un motor gráfico que vimos por primera hace ya cuatro años, los desarrolladores han sabido depurarlo y mejorarlo con muy buenos resultados que se hacen muy patentes, sobre todo en el acabado de los rostros de los personajes y de sus expresiones. Todo ello por no hablar del magnífico diseño artístico que siempre se ha distinguido en estos juegos. En ese sentido, uno no sale decepcionado, incluso es de agradecer estar en una ciudad tan diferente arquitectónica y estéticamente hablando, de lo que habíamos visto en sus dos anteriores entregas. No obstante, el motor tiene también sus debilidades. Sigue habiendo un fuerte contraste en el tema de las animaciones, algunas muy naturales y otras demasiado robóticas y ortopédicas. También se detecta un poco de popping, con la aparición espontanea de personajes y de elementos del escenario cuando estamos muy cercanos a ellos. Pero son pequeñeces que no empañan en ningún momento la rica y agradable experiencia de juego. Su faceta sonora tampoco se queda atrás, algo en lo que UbiSoft ciertamente no falla. Su banda sonora se mantiene en su línea, con temas étnicos muy destacables y un gran doblaje al castellano con un nivel ejemplar en sus interpretaciones. Aún así, hay que matizar que se presenta irregular. Algunas voces no casan con ciertos personajes y también ha cambiado el estudio de doblaje que se encarga de localizar el juego. Esto hace que hayan nuevas expresiones y la aparición muy recurrente de insultos por parte de los ciudadanos. Algo que puede resultar chocante al principio. Los habituales dobladores de Ezio, Desmon, Altaïr y de otros personajes ya conocidos vuelven a aparecer en esa entrega y vuelven a ser muy creíbles. Los efectos sonoros no destacan tanto, que no quiere decir que no sean buenos. A tener en cuenta la multitud de sonidos de los diferentes elementos de sus escenarios (fuentes, peatones, vegetación, etc).
Assassin’s Creed es sinónimo de calidad, algo que ya se puede garantizar totalmente. Pero uno no puede ocultar un sabor agridulce al ver que estamos ante prácticamente el mismo juego que hemos estado viendo estos dos últimos años. Aquí es todavía más imperdonable debido a la ausencia total de novedades de peso, pese a que se mantenga su nivel de frescura y diversión. Sin embargo, al final todo se reduce a continuar la historia donde la dejamos, muy buena, por cierto, con momentos muy emocionantes. Pero es difícil quitarse la idea de que UbiSoft nos ha colado un producto idéntico al del año pasado con el único aliciente de continuar su trama argumental. Y es que poco sentido tiene que el neófito empiece por esta entrega. Estamos ante una expansión o ampliación en toda regla, que podría haberse convertido en un único juego, junto con la hermandad, que le hubieran hecho un título mucho más ambicioso y largo. Otro título más usado como herramienta de transición para la que se nos viene encima el año que viene, con el que parece que será por fin el legítimo Assassin’s Creed III, el título que no solo nos pondría en la piel de un nuevo asesino en otra época (este Revelations ya da unos indicios de dónde podría situarse) y que ofrecería un gran salto cualitativo con substanciosas novedades y que podría dar el cierre definitivo de la historia de Desmond. Sea como sea, Revelations consigue volver a ponernos los dientes largos con el uso de sus conocidos cliffhangers, poniendo punto final de forma muy ejemplar las historias de Altaïr y de Ezio Auditore. Eso sí, seis desarrolladoras trabajando conjuntamente daban para mucho más en lo que a ideas nuevas se refiere. Y es que si hubieran titulado al juego como Assassin’s Creed Revolutions, hubiera pensado que UbiSoft se está riendo de nosotros, eso si no lo ha hecho ya.