Al principio sólo nos fijamos en ella. Lara Croft llegó para quedarse, y para cambiar algo. La primera gran heroína de los videojuegos (con permiso de Samus) nos recordó que el erotismo y la sensualidad también podían formar parte de esta industria, sobre todo teniendo en cuenta lo buenos que resultaron como recursos comerciales. Y esto fue así hasta tal punto que se nos olvidó que debajo de todo aquello había un videojuego.
Bueno, míralo ahora. Lara ha envejecido mal: su cara son cuatro píxeles mal contados en los que apenas se intuyen los ojos y la boca, su coleta es un palo que le cuelga de la cabeza (una de las “grandes novedades” de Tomb Raider II fue el movimiento animado de la coleta de Lara) y sus tetas son dos conos mal puestos que parecen obra del cirujano loco de “1997: Rescate en Nueva York” y que no tocarías ni con un palo. Pero en su día fue un icono erótico. En fin si algo nos ha enseñado Nicole Eggert es que el paso del tiempo puede ser muy cruel.
Sin embargo mira tú por donde el juego que hay debajo de Lara se conserva a las mil maravillas. Es más, en muchos aspectos supera al remake (de hecho a la versión de Wii aún la supera en TODOS los aspectos). Pero antes de hablar del remake pensemos en qué hizo de Tomb Raider un juego tan especial hace dieciséis años.
Como en la mayoría de los juegos te encuentras en un terreno hostil. Pero aquí no habrá hordas de enemigos asediándote. Sólo estás tú, en ese entorno hostil del que no sabes cómo salir. El hecho de la falta de enemigos y acción fue uno de los aspectos más criticados en su día y es, a su vez, uno de sus mayores aciertos. Te hace pensar en hasta qué punto es hostil el lugar en que te encuentras que ni las hordas de enemigos sobreviven. De vez en cuando te atacan un par de lobos, algún oso, murciélagos… Se consigue un efecto mucho más impactante para el jugador con un enfrentamiento aislado que asediándolo sin descanso y estos combates, además, son intensos. Puntería automática, un concepto que después se impondría, para que sólo tengas que preocuparte del movimiento de Lara. La básica IA de los enemigos de la época pegaba bien con animales salvajes y evitaba el cantazo del combate contra humanos haciendo a las situaciones más creíbles; ¿qué va a hacer un oso sino es correr en línea recta hacia ti? ¿y qué haces tú? pues rodar, saltar, esquivar desesperado intentando librarte y metiéndole en el cuerpo más plomo del que pueda cargar. La esencia del combate en Tomb Raider es que es tan poco frecuente pero a la vez tan frenético que te hace estar pendiente cada vez que giras una esquina y, a la vez, consigue sorprenderte cada vez que se produce.
Un lobo corriendo contra una pared, no me extraña que estén en peligro de extinción.Por otro lado tenemos al gran protagonista del juego (con permiso de la Señorita Croft): el escenario. La premisa es siempre la misma: tú estás aquí y tienes que llegar hasta allí. Pero como decía el poeta lo importante es el camino, y ahí es donde el juego se destaca con una mezcla perfecta de plataformas y puzles. La clave reside en descubrir cómo llegar. Es decir, el escenario en sí es un puzle que debes resolver en tu cabeza. Y después, claro, has de tener la habilidad para llevarlo a cabo. Esto es algo que se ha perdido casi por completo en los juegos actuales de su género y que para encontrar tenemos que buscar en propuestas como Portal. Es una pena que, por ejemplo, con Uncharted no se haya querido profundizar en la idea.
Así pues tenemos una sublime ambientación, combates intensos y sesudas plataformas. Bien. Tenemos eso y un apartado gráfico que ha envejecido bastante mal incluso teniendo en cuenta el año del que data el juego. Y por otro lado tenemos un remake que, desde luego, mejora considerablemente los gráficos, que lucen de lujo aún teniendo éste ya seis añitos. El control y las animaciones se han refinado (aunque en el original siguen funcionando a las mil maravillas). Las secciones de plataforma-puzle se han rediseñado por completo trayéndolas al siglo XXI con excelentes resultados y el combate se mantiene casi inalterado. Sin embargo se ha perdido algo por el camino. Una paleta de colores más cálida resta sobriedad a los escenarios y elimina gran parte del encanto de la atmósfera de tensión y soledad que rodeaba al juego. Así mismo, los grandes momentos como el increíble enfrentamiento contra el T-rex se han estropeado a base de Quick Time Events.
El gancho es uno de los principales añadidos del remake. Se podría decir que es un remake con gancho (¡badum tas!)Y de esta forma llegamos a la inevitable pregunta: ¿original o remake? La respuesta para mí es sencilla; ambos. El remake gana en jugabilidad de calle, el original en experiencia. Y no hay más. Tomb Raider sigue siendo una aventura profunda, compleja y original que todo jugador debe conocer. Hasta la llegada de Nathan Drake en las revistas, cuando se mencionaban alternativas, se seguía citando a Devil My Cry o Resident Evil, juegos que nada tienen en común con el de Lara. Creo que esa es una buena señal de lo único que resulta Tomb Raider. Un juego con tanta personalidad como su heroína la cual, por cierto, posee grandes pechos. Pero tú estás aquí por el juego, como yo, ¿verdad?.