Skies of Arcadia1001 Videojuegos que debes jugar
La vida está llena de misterios y de situaciones que uno no comprende, y en los videojuegos no iba a ser menos, con SEGA como uno de sus máximos exponentes. Aún fascina su dramático declive a cientos de jugadores, que siguen intentando comprender cómo una empresa con tantísimo catalogo y sagas famosas, ha cabado tomando casi siempre la decisión más errónea: cada vez más cerca del abismo de la extinción.
Tanto defraudaron en su día (asunto tan serio que da para escribir varios libros) que incluso cuando sacaron un producto bueno y competente como la Dreamcast pocos se arriesgaron a comprarla y menos a desarrollar en ella. Y aunque sus ventas en dos años de vida fueron similares a las de GameCube en cinco, no sirvieron de nada. SEGA ya estaba metida de lleno en una espiral auto-destructiva, en imparable crecimiento año tras año.
Una de las causas por las que creo que no sale de su situación actual es el maltrato y abandono de sus licencias. Es verdad que está hundida, pero dejar en el tintero sagas como Streets of Rage, Jet Set Radio o el tan llorado Shenmue (al final otros se van a llevar el éxito con la tercera parte) o hacer con ellas cosas sin pies ni cabeza como aquel Golden Axe: Beast Rider de la 360… quizá no sea la mejor forma de hacer negocio.
Skies of Arcadia por su parte, es otra de esas IP’s que nos regaló Dreamcast y que ahora mismo se pudre en el cajón del olvido, hasta que un Kickstarter la reviva. En su día este JRPG vino como agua de mayo a los sedientos de este tipo de juegos en su última consola, porque que Grandia II era buenísimo pero no suficiente.
Y es que un grupo de jóvenes piratas a lo Robin Hood en un mundo de fantasía con elementos retro-futuristas, más barcos voladores que te permitían ir a todas partes, fueron motivos mas que suficientes para que mi versión prepúber se gastara los 60€ que costaba en su día. Era para enamorarse, porque desde OverWorks, echaron toda la carne en el asador en Skies of Arcadia.
Lo que más me sorprendió cuando me lo pasé la primera vez fue su historia, que empezaba siendo muy sosa y evolucionaba de una forma inesperada con el paso de las horas. Llena de personajes secundarios con gran riqueza y que aportan contenido, aparte de tratar temas que iban desde las inocentes relaciones juveniles, hasta situaciones profundas como la sed de poder, la traición o el hecho de rebelarse contra la propia familia.
Tanto mimo hay en el juego que el trato que se les daba a los personajes secundarios y en especial a la tripulación de tu barco, es mejor que la de títulos actuales. Cada uno tenía su propia historia y trasfondo, hasta tal punto que si te implicabas con ellos nada más y nada menos que tenías cuarenta misiones más para explorar el mundo de Arcadia. Solo entreteniéndote con tus camaradas jugabas más que con muchos juegos actuales y además te divertías.
Analizando su argumento de una forma más fría y menos idealizada por los recuerdos de aquellos años, es verdad que no era el culmen de la originalidad, pero estaba tan bien contado y entrelazado, que escenas tan tópicas como la de rescatar a la chica o enfrentarte a los semidioses que aparecían de vez en cuando no eran un cliché insulso y aburrido, siempre había una sorpresa o situación que me enganchaban más y más al juego.
Otra experiencia fascinante de este juego era el amplio mundo que ofrecía, el tema de surcar los cielos con un barco parecía en un principio que no iba a dar juego, y qué equivocado estaba. No sólo te permitía desplazarte entre el punto A y B de la trama principal, sino que podías descubrir cientos de secretos que iban desde misiones extra a descubrimiento de nuevas regiones o monumentos… que el Gremio de Exploradores recompensaba con mejoras y una buena cantidad de dinero.
¿Y para qué mejorar tu navío? Pues nada más y nada menos que para batallas navales aéreas. Este juego ofrecía hace quince años lo mismo que Assassin’s Creed IV: Black Flag hace dos y además la tripulación contaba para algo más que morir en un abordaje. Batallas, eso sí, que eran en formato RPG por turnos pero disfrutables, sobre todo cuando te tocaba luchar contra un portaaviones del Imperio o a uno de los semidioses lunares que pululaban por los cielos Arcadios.
En cuanto a las batallas terrestres, estas eran por turnos y aleatorias, tal y como pasaba en otros juegos de aquellos años como Final Fantasy VII. Lo único en especial que tenían era que la barra de “Espíritu” era común para todos los personajes, por lo que lanzar los límites de Vyse, Aika, Fina y compañía no eran tan sencillos de usar. Eso sí, si eras capaz de aguantar y llenar la barra, a partir de cierto punto del juego, podías realizar un mega ataque en el que participaban todos los miembros de tu tripulación (Un ataque que llegaba a las cuarenta animaciones, ríete tú de las invocaciones de minutos del FF).
En cuanto a las habilidades y armas era muy similar a otros títulos y, es que nunca fallan como ataques el fuego, hielo, electricidad o condena y el elenco de armas personalizadas a la forma de ser del personaje. Siendo las más originales el boomerang de Aika y la mascota de Fina, Cupil, capaz de transformarse en armas a su antojo.
La forma de aprender ataques era equipando una piedra del tipo que interesaban en el arma y usar el arma con esa piedra el mayor tiempo posible hasta aprender el ataque de interés. Todos los personajes pueden aprender cualquier magia, pero tienen más afinidad a unos elementos que a otros. De está forma el juego te obliga a usarlos a todos si quieres hacer más daño.
Por otro lado lo que si cambiaba con respecto a otros juegos de la época, eran las mazmorras, que son muy parecidas a la de los Zeldas ya que estaban llenas de niveles distintos, tesoros y puzles a resolver, pero plagadas de batallas aleatorias, un aspecto que no gustó a todos. Al fin y al cabo, en ciertos momentos luchabas demasiadas veces seguidas en partes chungas y antes no existía el autoguardado, así que si morías te tocaba repetir TODO.
Para ir finalizando, también quiero destacar lo bonito que es, incluso tres lustros después. A pesar del estiramiento que provoca mi TV plana y los ahora escasos 420p que da la Dreamcast, sigue siendo un juego colorido, lleno de entornos diferentes por explorar y un estilo manga que me sigue transmitiendo lo mismo que al empezarlo. Al igual que con otros juegos como World of Warcraft o Mass Effect, este juego es de los pocos títulos que es capaz de dejarte embobado con sus escenarios, incluso con los dientes de sierra que provocan las resoluciones tan altas de las teles actuales. A la suma añadimos una música de película, fantástica y… ¿qué más se puede pedir?
En definitiva, Skies of Arcadia, es uno de esos juegos que a servidor le marcó y que cada vez que puede lo recomienda. Es verdad que no es original ni revolucionario, pero lo hace todo tan bien que, da gusto el acto de desempolvar la Dreamcast o la GameCube solo por poder poner en funcionamiento una vez más este juego. Porque, además, a día de hoy es la única forma legal de jugarlo, enterrado como está en el fondo de armario de SEGA. Cómo no, esta es otra de esas grandes decisiones que han hecho que SEGA sea lo que es hoy en día, una sombra de su propia grandeza.