Vale, voy a intentar enfocar esto de una manera objetiva sin dejarme llevar por la emoción. Saints Row: The Third toma como punto de partida la necesidad de hacer el cabra, intrínseca a cualquier Sandbox. A partir de ahí desarrolla una suerte de enajenación mental que da lugar a un delirio lleno de HAMOR donde todo tiene cabida. ¿Es divertido golpear transeúntes? Por supuesto, pero es más divertido hacerles llaves de lucha libre. Y de ahí pa'lante que diría un buen amigo.
Saints Row: The Third
Artículo Al Azar
Trás el vídeo análisis de Awesom-O (a.k.a. obra cumbre del postmodernismo analítico videojueguil) el texto que acompaña estas líneas palidece como uno de esos vampiros homosexuales que pueblan las habitaciones de las adolescentes actuales. Sin embargo no me resisto a hablar del único juego que me ha permitido cumplir mi fantasía de de matar zombis con un dildo de proporciones bíblicas vestido únicamente con un montón de píxeles difuminados en mi entrepierna. Pasen y lean.
Y la parrafada es improvisada, cual rapero mierder en una "pelea de gallos".
Ese gran onvre llamado Tomonobu Itagaki (sin cuya mano el Team Ninja se está convirtiendo en un grupito de mojigatas nenazas) aparecerá como personaje jugable en Saints Row The Third.
¿Mejor juego de la historia? Puedes conducir un descapotable con un tigre en el asiento trasero, así que juzguen ustedes porque mi veredicto es que si, y además también.