La gente normal utiliza el Sábado por la mañana para hacer la compra, tomar el aperitivo y mamarse lo suficiente como para aguantar la comida en casa de los suegros. Yo por mi parte suelo dedicarla a golpear pelotas de golf con un hierro 13 desde la azotea de mi ático para que la clase media sepa cual es su lugar, pero este sábado hice una excepción y me acerqué a Retro Encounter 2011 con el fin de saborear un bocatín de tortilla de La Politécnica y comprobar como un lugar que habitualmente es una puerta al infierno (el encuentro se realizó en la sala de exámenes) se convirtió en un sitio lleno de HAMOR por los píxeles y transistores.
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