Sobreviviendo al free to play

Sobreviviendo al free to play 2

Sobreviviendo al free to playOpinión

Los videojuegos al igual que todo en esta vida, está evolucionando a una velocidad pasmosa. Tanto, que no es difícil quedarse anclado en una época anterior idealizada por nuestra experiencia personal.

Un ejemplo, de como un servidor se ha quedado anclado en parte al pasado, es que me sigue costando aceptar que haya tal cantidad de juegos gratuitos o “free to play”. Un modelo de negocio nada novedoso en el videojuego pero que aún no consigo digerir como otra variable más dentro de la oferta disponible.

Como consecuencia de este anclaje temporal, mucho purista, “jugador tradicional” o gamer con complejo de indie-diva, les sale la vena haters cuando un juego huele a free to play y no a pixel art o formato físico. A causa de este desprecio, estos jugadores se pierden lo bueno (y malo) que les ofrece este sector del videojuego, además de la capacidad de analizarlos y criticarlos con algo de idea. Aunque al final toda opinión es subjetiva, por lo que a partir de aquí , voy a comentar mi punto de vista sobre este tipo de títulos.

Más tarde o más temprano, a todos, incluidos los gamers haters de antes, nos llega la tentación en este formato gratuito, casi siempre a través de nuestro móvil o PC. Si finalmente nos dejamos llevar por la tentación “free”, uno se dará cuenta de la cantidad de cosas interesantes que puede descubrir, en especial entorno a mecánicas de juego, ya que la variedad es increíble y todos los días salen nuevos juegos con nuevas ideas o vueltas de tuerca a las ya conocidas.

Lo que suele pasar con todo “Lo Gratis ™” es que es muy fácil que sufras algún tipo de enganche casi enfermizo, que no te permita tener una actitud crítica a este tipo de juegos, más aún cuando muchos de ellos son tratados como juegos de “usar y tirar” y pocas veces son revisitados una vez se ha acabado la novedad que ofrecen.  Esta tendencia es bastante peligrosa y puede cambiar, si no lo hace ya, el paradigma del videojuego actual. Una situación que me sorprende, porque en otros aspectos de la vida, solemos desconfiar de lo gratis ya que suelen traer consigo alguna que otra sorpresa desagradable.

Por mi parte nunca he sido un gran detractor de este tipo de juegos pero cada día que pasa mi opinión se hace más negativa

 Más aún ahora, cuando todo el mundo parece creer que es un modelo infalible y perfecto: “la perfecta fusión del negocio y el ocio” he llegado ya a oír. Opiniones como esta que se expande como la pólvora y por la que cada vez más gente empieza a mirarme como si fuera imbécil por seguir pagando por jugar a videojuegos.Debo reconocer que el modelo de free to play tiene muchas variantes pero casi todas abusan del efecto ludópata que producen, usan el mismo método de enganche que el del camello a la puerta de un instituto: “A la primera dosis invita la casa”.Lo curioso es que consiguen su objetivo y a base de micro pagos, la gente que se ríe de mi por comprar juegos a 50€, acaba gastándose el triple a base de micro-transacciones por cosas que un juego de los que ellos consideran caros, vienen de serie como son: los personajes, las habilidades o la simple hecho de poder jugar sin tener que esperar que un temporizador infernal llegue a cero. Por estas cosas pienso muchas veces que estoy ante una tagaperra digital antes que jugando a un videojuego, menos mal que siempre hay excepciones, sino esto sería una realidad y no una suposición mia.

En general los juegos free to play ofrecen su contenido totalmente gratuito, sólo que para llegar al mismo punto que el usuario que paga, vas a tardar mucho más tiempo que ellos. Esto lo veo fenomenal, así todo el mundo puede acceder a lo mismo pudiendo invertir en ellos lo que consideren más oportuno: tiempo, privacidad o dinero. Aunque tampoco es raro ver como a muchas partes de estos juegos, sólo nos son accesibles a base de talonario, quedando el significado del free to play en ellos sin sentido alguno.

En cuanto al tiempo y la privacidad, son al final, las monedas que muchos de estos juegos quieren. Por ser dos cosas más valiosas y escasas que los euros, y porque las cedemos sin pensar al no considerarlas importantes. Cometemos así una equivocación terrible, ya que de nuestra información y tiempo se puede sacar mucho dinero, en muchos otros negocios que poco tienen que ver con los “matamarcianos”, siendo la publicidad y los estudios de mercado los principales beneficiarios de estas inocentes intromisiones de nuestra privacidad y robo de tiempo. La pega es que por mucho que demos, pocas veces nos vemos compensado equitativamente por la cesión de nuestros datos.

Pero más de una vez tragamos con esta situación, porque alguno de estos de estos juegos son nuestra debilidad, y con tal de no perder esos valiosos y escasos momentos del día viendo cuentas atrás para jugar, decidimos dejarnos engañar y pagar con dinero o con nuestra información. Alimentando así a la bestia de “Lo Gratis”.

Un circulo muy bien pensado para que al final de una forma u otra, el producto sea rentable y genere beneficios, si no con dinero, con publicidad personalizada o mecanismos similares. Se produce un efecto casino, es decir, “la banca” siempre gana. No me extraña que así se haya convertido tan rápidamente en norma y tengamos free to play hasta en la sopa.

Otros juegos de este estilo son incluso más agresivos en obtener beneficios y sin despeinarse, reconocen que él que más paga es mejor en el juego. A este tipo de juegos conocidos como pay to win me parece, en mi humilde opinión, un auténtico absurdo el simple hecho de jugarlos, ya que menosprecian varias propiedades que hacen de los videojuegos lo que son. Es que con ellos, factores tan importantes como el reto, la competitividad, el afán de superación del jugador o la habilidad de este, se ven reducidos a un ticket de compra en el extracto de su cuenta bancaria.

Siendo más positivo con el mundo “free”, decir que me sigue maravillando que este esquema de negocio que, a primeras parece abocado al fracaso, triunfa y genera beneficios inimaginables a los desarrolladores y diversión a sus jugadores. Su fuerza es tal que ha sido todo un tsunami que ha transformado el sector de forma radical, que junto al mecenazgo y a los motores gráficos gratuitos, han democratizado la industria del desarrollo de videojuegos. Ahora es posible que la pequeña empresa o un particular desarrollen sin necesidad de un gran inversor por detrás, pudiendo vivir del videojuego siendo fieles a sus ideales.

Pero esto también ha provocado una especie de fiebre del oro digital, en la se corre el rumor de que él que encuentre un filón se va a hacer rico y famoso instantáneamente, pero lo que no se suele decir es que mientras llega esta oportunidad, toca pasar miseria. El problema está en que dar con la beta correcta es muy difícil y no es raro ver como, por muy bien que hagan su trabajo, muchos juegos no lleguen a nada y sus estudios malvivan o se arruinen.

Tampoco les hace ningún bien el exceso de oferta y el tremendo “copy & paste” de muchos títulos, además de la maquinaria de marketing que hay que tener para poder “comerse un rosco”, en especial en el sector móvil. Y es que es en esta plataforma donde se puede ver el capitalismo en su estado más salvaje, lo importante es ser visible y que te compren, da igual lo bueno que seas, una estrategia que no todos se pueden permitir ya que el precio de la popularidad es alto y los medios para ello nunca son suficientes.

A parte de lo económico y de como ayuda/destruye al pequeño desarrollador, un factor que veo negativo como jugador, es lo rápido que te puedes aburrir de ellos, por lo que es necesario tenernos sobre estimulados de forma continua. Si esto no ocurre, más pronto que tarde el juego será olvidado y desinstalado de nuestros equipos. Algo malo para el desarrollador y para el jugador, ya que se desprecia sin miramientos el trabajo de un equipo y se acostumbra al usuario a no disfrutar lo que consume.

Esto último es algo muy peligroso y que por desgracia, veo que se está implantando sin ningún pudor en los “juegos de toda la vida”. Ya no son pocos juegos de los normales, de los que valen sus 60€, que luego tienen como una tienda virtual, donde poder comprar con dinero real, puntos para “hacer trampas” y pasarse antes los niveles. Es decir que han conseguido que por los trucos de toda la vida, como el Konami Code, los usuarios paguen un módico precio a partir de 0.99€ por desbloqueo del truco o peor aún, por uso del mismo.

También hay que decir que cada uno es libre de gastar su dinero donde quiera, pero si algún día esto se convierte en norma general, me parece a mí que muchos factores que valoramos en un juego como su trama, mecánica de juego, dificultad, rejugabilidad e incluso su estilo gráfico van a ser algo secundario, ya que se centrará todo el desarrollo en invitar al usuario a realizar compras in-app.

En definitiva, estamos ante una burbuja económica en toda regla y todos nos estamos aprovechando de ella. El día que reviente veremos cuantos estudios quedan en pie, que modelos de free to play no desaparecen y cuantos de sus mecanismos quedan para siempre en el ADN del videojuego.

Y es que la factura a pagar con el free to play nos puede salir muy cara a todos, independientemente del tipo de jugador o jugadora que seamos. No solo por ver cada vez más pagos absurdos dentro de un juego (parece que con los DLC no era suficiente) sino que también podemos ver como los juegos se convierten en algo más simple y escueto centrado únicamente en darte un chute de diversión por micro-pago.

Por mi parte quiero seguir disfrutando de mi hobby, los videojuegos, por muchos años y, prefiero que sea la artrosis la que no me permita jugar y no el hecho de que los juegos sean unos auténticos burdeles digitales, en los cuales según lo que pagues tienes derecho a realizar unas cosas u otras. Posiblemente no todo sea tan negro como lo veo yo ahora mismo pero, mal hemos empezado si ahora los juegos de toda la vida, aparte de lo que cuestan, nos recuerdan continuamente que por un poquito más podemos doparnos mientras jugamos.

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