¿Qué? Loom
¿Quién? Brian Moriarty para Lucasfilm Games.
¿Cuándo? 1990, en medio de la época de oro de las aventuras gráficas, colosos como Sierra y Lucasfilms peleaban, y los consumidores nos beneficiábamos, y mucho. Entre la avalancha de títulos que aparecieron para PC estaba una muy peculiar aventura gráfica llamada Loom, que un carismático pirata en Monkey Island publicitaba. Si no habéis jugado, os cuento qué tal, y si lo habéis hecho, lo recordaremos con cariño.
¿Por qué? Por lo diferente y especial que es. La premisa es muy sencilla: no hay una serie de comandos en la franja inferior, ni más interfaz que el ratón, con el que moveremos al protagonista, y el bastón y el objeto que señalemos. Podría parecer que hay poca interacción con el entorno, pero no es así. La realidad es que todos los comandos que queramos utilizar los haremos a través del bastón, que tiene una serie de notas musicales que iremos adquiriendo a medida que avancemos (y dependiendo de la dificultad las podremos ver, o sólo jugar de oído). A través del bastón “tejeremos” los de hechizos sobre el objeto que señalemos, siempre tocando cuatro notas (y si tocamos el inverso hará lo contrario), desde los más normales (abrir, cambiar de color), hasta a cosas realmente sorprendentes, que por no hacer spoilers no diré, que luego os quejáis.
Más allá de eso, la mecánica de juego es la misma que en cualquier otra aventura gráfica, pero sin la posibilidad de elegir las conversaciones (de hecho habrá muy pocas). Tiene un cierto sentido, la gente que nos encontramos está más interesada en sus locuras que en hablar con nosotros, y a la vez, Bobbin (el protagonista) tiene más en mente lo que busca que hablar con nadie.
Gráficamente tiraba con una tarjeta EGA en un principio, pero yo os hablo de la versión que hay ahora mismo en Steam, remozada y basada en una paleta VGA. Es una gozada, una ambientación mágica que hasta entonces no se había visto, plagada de escenarios que parecen sacados de los sueños de algún programador. A este ambiente de ensueño se le añade una banda sonora basada en “El lago de los cisnes”, que sólo puede añadir aún más encanto a la mezcla.
¿El resultado? Una aventura gráfica preciosista, cuidada hasta la extenuación, a la que da gusto jugar. Un juego que le exige mucho a su jugador (especialmente en los niveles de dificultad altos), hasta el punto de que si no nos apuntamos los hechizos (con la caja del juego venía un librito de hechizos con un pentagrama al lado de los nombres) lo pasaremos mal en algún momento (no hay “grimorio” que los recopile). Le acompaña una historia interesante, con una ambientación cuidadísima, pero que se desarrolla demasiado deprisa, y quizá ese sea su gran defecto. Una vez nos hagamos con el sistema de juego, sepamos qué hechizos usar y tengamos la mente despierta, acabaremos con Loom en un suspiro. Unas tres horas, para ser exactos.
A pesar de eso, el juego es toda una experiencia. Lo fue en 1990, y rejugándolo a día de hoy, lo sigue siendo. Recomendadísimo.