¿Soy yo el único que lleva años cansado de la fantasía medieval “estándar”, o es el propio género que se va agotando? No tengo ni idea de la respuesta a esta pregunta, pero viendo lo que han vendido algunos de los últimos juegos de rol que han salido con esa ambientación, me da que es cosa mía. De hecho, estoy disfrutando muchísimo más del segundo Pillars of Eternity (en breve tendrán crítica en esta web, aunque no mía) por su cambio de enfoque. Sin embargo, entiendo que aunque hagas un videojuego de este tipo siempre podrás ponerle algún añadido propio que lo diferencie de otros, ya sea un cambio brutal en los sistemas, un mundo distinto de los habituales (aún con el trasfondo fantástico), una jugabilidad a prueba de bombas… Black Geyser: Couriers of Darkness va a tirar de avaricia.
Sus creadores, los austriacos GrapeOcean Technologies, llevan dándole bombo durante mucho tiempo en los sitios adecuados: foros de jugadores y su propia web. Y desde el principio, aunque parecía un clon de Baldur’s Gate, han incidido en lo relevante de sus mecánicas. Sí, hay un mundo fantástico con razas que nos van a sonar (y otras nuevas), sí, también hay combates y todo el botín que quieran y sí, en general no diverge nada del género. Pero ahí está el cambio: la diosa de la Avaricia está infectando las mentes de los habitantes de la zona y eso incluye la nuestra.
¿Cómo se come esto? Pues por ejemplo si saqueamos todo el botín posible y aceptamos siempre (o exigimos) recompensas por nuestras acciones, el mundo se llenará de caos. Los precios subirán porque los mercaderes serán más ratas, la gente se guardará sus mejores objetos, habrá más bandidos y peña asaltando las granjas… y al revés. Podremos beneficiarnos del caos y de ser unos cerdos capitalistas, pero la cosa acabará peor que con las hipotecas subprime.
En su campaña de Kickstarter (ya superada, por cierto) detallan los sistemas con más precisión y en su web hay un montonazo de lore que han ido presentando antes de lanzarse a pedir dinero. Así que, sabiendo que será una realidad, sólo queda esperar para ver si cumplen con lo que prometen. De ser así podrá perdonárseles el parecido con sus fuentes de inspiración.