El Rey de la Montaña y el punto de vista del videojuego

El Rey de la Montaña y el punto de vista del videojuego 2

El desconocimiento generalizado del espectador medio respecto al cine español provoca que una propuesta tan interesante y videojueguil como El Rey de la Montaña (Gonzalo López-Gallego, 2007) haya pasado desapercibida desde su estreno años atrás. Eso pensé cuando Pablo Gándara me propuso escribir sobre cine y videojuegos en esta web y le hablé de ella. Su vasto conocimiento en consolas me hacía tener esperanzas de que conociese esta extraña, arriesgada y brutal película. No fue así. Un motivo más para escribir sobre ella y reflexionar sobre su uso del lenguaje audiovisual.

Se trata de la tercera intentona cinematográfica de Gonzalo López-Gallego, director que debutó hace dos años en Hollywood con la insípida (aunque interesante) Apollo 18 (2011). El espectador comienza la película persiguiendo a un coche y ya ahí se notan, de forma sutil, las influencias del lenguaje de los videojuegos. Como si de un simulador se tratase, la cámara se coloca detrás del vehículo y opta por seguirlo como si nosotros mismos, los espectadores, lo estuviésemos controlando. También el paraje solitario recuerda al inicio del mítico Resident Evil II y el tono pesadillesco que no tardará en surgir lo refrenda de forma evidente. Lejos de la obviedad en cuanto al punto de vista de la saga , López-Gallego ofrece un cóctel lleno de virtudes en el punto de vista y la influencia de las consolas.

La trama es sencilla, directa y está al servicio de la cámara. Hablamos de cine de género. Una especie de thriller de terror con ciertas reminiscencias críticas hacia la incomunicación del ser humano contemporáneo. No hacia la peligrosidad de los videojuegos como muchos quisieron apostillar de forma errónea debido a su sorprendente e inspirado tramo final, sino hacia el peligro de la incomunicación respecto al hombre en sociedad y a la indivisión de “juego” y “realidad”. Brillante, por conciso, discurso que se refrenda con diversión y emoción a raudales en apenas ochenta minutos de metraje.

Sin necesidad de adaptar ningún super-éxito de las consolas, López-Gallego homenajea el medio con brillantez.

López-Gallego, junto a su director de fotografía José David Montero, elige con tino el formato Super 16mm para filmar los boscosos parajes de Soria y Madrid. Ese grano intenso y esos verdes terrosos de alto contraste dan impresión de cine bélico. O debiera decir de juego bélico en la línea de los primeros Medal Of Honor. El título del film nos da pistas al respecto. Leonardo Sbaraglia, actor argentino habitual en el cine patrio y de intensidad dramática contrastada, aguanta con criterio el peso de la cinta casi en solitario. Ayudado de una guapa pero fallona María Valverde, Sbaraglia nos lleva de tiro en tiro junto al director por una espiral de violencia y supervivencia sin cuartel.

Es la caza propia de un Metal Gear y así mueve la cámara el director y coguionista. Dividida en tres partes diferenciadas y dos puntos de vista totalmente distintos, comenzamos con planos propios de una aventura gráfica para pasar a la intensidad de la cámara en mano en el grueso más importante del film. Y al final liberación: planos subjetivos con ejemplar uso de la steady-cam y armas en primer plano al más puro estilo del mejor de los shooters. La excelencia técnica está fuera de toda duda y el homenaje al videojuego es tan efectivo como estimulante. Porque al final el cine es videojuego si lo sabes ensamblar bien y el videojuego es cine en cuanto a su vertiente narrativa y audiovisual.

Sin necesidad de adaptar ningún super-éxito de las consolas, López-Gallego homenajea el medio con brillantez. Lejos de Uwe Boll, lejos de los inventos comerciales de los noventa tipo Street Fighter (). Con la sencillez de una historia original pero llena de referencias, con el talento de un buen narrador en imágenes que se nota, y mucho, que bebe de la subcultura y las nuevas tecnologías. Y con la emoción de un guion bien resuelto, sin complicaciones y con paso firme. Su nueva propuesta, Open Grave (2013), se estrena en el festival de Sitges de este año y a tenor de su sinopsis podemos esperar también cierta influencia del videojuego. Tras el fiasco espacial de su debut norteamericano, esperemos que vuelva por las virtudes de este survival horror cinematográfico tan pendiente del mundo del videojuego.

Salir de la versión móvil