Los videojuegos independientes han venido a salvar al jugador tradicional de videojuegos. Esta sentencia tan rotunda proviene de la certeza y de la observación del panorama videolúdico que vivimos en la actualidad. Este panorama está condicionado por dos aspectos, el primero de ellos es el auge que está viviendo el F2P (Free-to-Play). Actualmente muy pocos se resisten a la tentación de títulos tan conocidos como los producidos por la casa King. No solo se ha producido una universalización del uso del videojuego sino que esta está viviendo un poderoso crecimiento que propicia que muchos otros quieran seguir ese camino en detrimento del camino clásico del videojuego, campaña individual y pago único, elementos que están quedando cada vez más en la memoria del jugador. El otro elemento es el auge contínuo de los juegos multijugador, especialmente los FPS de la talla de Call of Duty, los cuales siguen vendiendo unas cantidades ingentes de copias con cada entrega de la saga, claro que existen otros títulos, como los dedicados al baile y demás, que aunque nunca aparecen en la prensa del videojuego a la que dedicamos nuestras lecturas están ahí y venden más que todos los juegos denominados de “culto”, lo que asegura su continuidad.
Estos dos aspectos, el auge del F2P y el dominio de ventas de los títulos enfocados al multijugador están ahogando al juego tradicional, a las grandes producciones dedicadas a un solo jugador que únicamente cuentan con su título base y expansiones, si es el caso, justificadas por su propio contenido. Por supuesto existen títulos que a base de esfuerzo y calidad han sabido sobreponerse a esta moda y estar por encima de ellas, como la saga The Elder Scrolls, la cual ha sucumbido igualmente a la moda, ya pasada, del MMORPG. Es en esta encrucijada donde han aparecido los juegos independientes, títulos que beben de los grandes clásicos y permiten títulos enfocados al jugador individual como Hotline Miami o cualquer de los más conocidos.
Es por esta misma razón, porque dentro de los juegos independientes se encuentra la esencia del videojuego tradicional pero con una capas de innovación incluidas gracias a no contar con grandes inversiones detrás que obliguen al producto a ser rentables, que son el futuro del jugador clásico, el futuro de aquellos que crecimos jugando a títulos de rol que contaban con campañas de más de 100 horas y donde sumergirnos en una historia que tenía un principio y un final era el modo habitual de jugar a videojuegos sin tener que compartir nuestras puntuaciones o competir contra aquellos que jugaban con nosotros. Donde jugar era como leer un buen libro, sumergirte en la historia y las mecánicas, afrontar el reto y superarlo, encontrándose la esencia del videojuego ahí, esencia que, como defendemos, guardan los juegos independientes, haciéndolos herederos del videojuego clásico tal y como lo entendemos los que crecimos con los dedos pegados a un teclado o a un mando.