Vale, voy a intentar enfocar esto de una manera objetiva sin dejarme llevar por la emoción. Saints Row: The Third toma como punto de partida la necesidad de hacer el cabra, intrínseca a cualquier Sandbox. A partir de ahí desarrolla una suerte de enajenación mental que da lugar a un delirio lleno de HAMOR donde todo tiene cabida. ¿Es divertido golpear transeúntes? Por supuesto, pero es más divertido hacerles llaves de lucha libre. Y de ahí pa’lante que diría un buen amigo.