Dominical: La adicción a los smartphones

Dominical: La adicción a los smartphones 2

La idea de escribir este artículo no es fruto de una iluminación divina y espotánea, obedece en cambio la construcción de una idea que poco a poco se ha ido formando en mi cabeza conforme he ido leyendo artículos en los que hablaban de los comportamientos que tienen las personas que sufren algún tipo de adicción, y sobre las tendencias en cuanto al uso de internet y las nuevas tecnologías.

Poco a poco internet se ha metido en nuestras vidas, y en algún momento alguien decidió que era bueno mezclar en un dispositivo voz y datos. Posteriormente se fueron agregando otro tipo de funciones, como reproductor de música, o cámara de fotos hasta que se convirtieron en lo que hoy llamamos un Smartphone: un dispositivo que permite grabar video, hacer fotos, reproducir música, reproducir video, navegación GPS, acceder a internet con información en tiempo real… y además llamar por teléfono y enviar mensajes. Todas estas funciones se pueden llevar a cabo con una calidad más que aceptable.

Otro gran invento y concepto son las appstores, tiendas de aplicaciones para casi cualquier cosa que se nos ocurra y que multiplican la versatilidad del terminal por la imaginación de los desarrolladores. Los videojuegos también ocupan un lugar muy importante, por eso las principales empresas del sector tienen su representación en estas tiendas de aplicaciones. Estos appstores hacen que no haya fisuras en la satisfacción de las necesidades del usuario.

Ahora somos partícipes de una escalada de hardware, donde cada vez los dispositivos móviles se acercan más a las capacidades de equipos de escritorio. Los principales operadores se ven acorralados por las titánicas demandas de tráfico masivas por parte de estos dispositivos con una tendencia creciente, además de inutilizar el uso de escritorio a los PCs de sobremesa, e intentan jugar a malabares con tarifas de datos abusivas, y bajadas de velocidad.

Los servicios en la nube, las redes sociales, el correo electrónico y las aplicaciones de mensajería instantánea son los responsables de que consumamos infraestructuras, nuestro tiempo y nuestro dinero, en una escalada de nuevos servicios que entendemos como necesarios, en un mundo donde cada vez tiene menos importancia el terminal que utilicemos, y la nube cada vez tiene más peso. El valor de la información en el momento en que se produce es incalculable, y se consume a velocidades vertiginosas.

Por poneros un ejemplo práctico, actualmente utilizo el móvil para acceder a varias cuentas en twitter, facebook y google plus, acceder a mi correo electrónico, leer RSS con más de 100 páginas agregadas que se refrescan en tiempo real, utilizo principalmente picasa, youtube, navegación GPS, y escucho muchísima música, tanto localmente almacenada como en google music o Spotify y he sustituido totalmente los sms con google talk y whatsapp. Me duermo escuchando la radio del móvil, y lo primero que hago todas las mañanas es mirar el parte meteorológico y las noticias.

Personalmente he dejado de utilizar cualquier portátil o equipo de sobremesa para otras usos que no sean jugar, o redactar artículos. Por tanto, y dados los hábitos que tenemos en cuanto al consumo de datos e información me he dado cuenta de que cada vez utilizo durante más tiempo mi terminal, siendo bastante notable el ratio entre este tipo de uso y su consumo como terminal de comunicaciones de voz. A nivel de seguridad llevamos una gran cantidad de información sensible en nuestros terminales, fotos con etiqueta GPS, archivos descargados, passwords, mensajes etc. es complicado ser consciente de la cantidad de información que tranquilamente transportamos en nuestros bolsillos, y donde cada vez volcamos más servicios.

Una vez enmarcado el asunto, ¿que pasaría si un día nos dejamos durante un viaje el móvil o lo tenemos que enviar a reparar?. Muchos estudios afirman que tendríamos algo parecido a un proceso de abstinencia tecnológica, en otras palabras, sentiríamos mono. No habéis sacado el móvil nunca para simplemente mover los iconos y hacer un poco de scroll en la pantalla, de la misma manera que accedéis a un ordenador y os quedáis mirando un rato la pantalla de google?. Aunque el asunto puede ir más lejos.

Hay personas que antes que hacer caso a los que le rodean, en lo que serían unas relaciones interpersonales normales, estarían atendiendo al móvil dejando el mundo que les rodea en segundo plano, utilizándolo como escudo de su entorno. Hace un año fui de viaje a EEUU. Allí lo que resultaba poco común era ver a alguien mirando hacia delante, ya que todo el mundo tecleaba al mismo tiempo que transcurría por las amplias avenidas en un porcentaje muy alto, en medio de todos esos tremendos rascacielos, que, como españolito de a pié, me llamaban la atención por mucho cine que hubiera visto. Curioso que prefiramos interactuar socialmente pero eso si, cuando y donde nosotros queramos, y a ser posible, sin dar la cara y evitando cada vez más conversaciones telefónicas.

En España esta situación es cada vez más común, y es complicado no hablar con alguien que no mire el móvil en más de una ocasión durante un corto intervalo de tiempo, un comportamiento claramente compulsivo. Entiendo que esto puede ser un problema a nivel psicológico pero no quiero quedarme únicamente en ese concepto. Si esta dependencia con la tecnología se generaliza, puede que nos hagamos conscientes de que no podemos vivir sin máquinas, y esto en última instancia puede provocar una reacción: el rechazo más absoluto. Esto puede no tener que ver exclusivamente con la adicción al terminal, sino a la necesidad de información que nos hemos creado usándolo.

Admitámoslo, no es necesario que estemos al día de nada, realmente no necesitamos tanta información para tener un vida normal, ni tantos datos, ni nada de nada. ¿Por qué pensamos que lo necesitamos?. Cada vez que tenemos que llevar a cabo alguna tarea de la que no tenemos mucha información o no nos sentimos muy seguros de realizarla, acudimos a google, en cualquier plataforma y lugar. Lo que inicialmente se postulaba como un simple recurso, ahora resulta totalmente imprescindible. La red ha hecho más dependientes a las personas y los smartphones han puesto la guinda al asunto, cuya alma no es más que internet en su lado más accesible.

Lo que me ha hecho escribir este artículo es lo irracional que me parece el miedo que siento a que algún día no pueda acceder a ese dios particular llamado internet en cualquier momento y lugar, y no poder hacer muchas de las tareas que puedo llevar a cabo gracias a la asimilación de los conocimientos compartidos por otras personas en la red, y a dejar de percibir ese sentimiento de grupo, de que otros muchos están ahí como tú, planteándose las mismas dudas. El resto se debe a ser consciente de que saber que tengo mi smartphone en el bolsillo me relaja.

Como primer paso, os dejo tres consejos para intentar que no os consuma esta adicción:

1. Intenta ser consciente de las veces que utilizas el móvil al día, y del tiempo que utilizas.
2. Cuando suene una notificación, o una llamada, tranquilo, no tienes por qué mirarla, no pasa nada si no lo haces.
3. Ten la fuerza de voluntad suficiente como para no sacar el móvil cuando estés con tu familia, o a algunas horas, por ejemplo, desde las 8 de la tarde hasta las 7 de la mañana.

Suerte.

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