Columna: Guadalindie y la importancia de la comunidad

Columna: Guadalindie y la importancia de la comunidad 2

A lo largo de los últimos años, la estandarización de eventos dentro de la industria del videojuego ha caminado por dos sendas paralelas que comparten medio y poco más. Por un lado tenemos las grandes ferias y eventos de eSports, donde el objetivo es siempre buscar la grandilocuencia, ya sea en la cantidad de títulos mostrados, sus premios, la gente que acude o su audiencia a través de plataformas de streaming. Una suerte de parque temático destinado a mostrar músculo industrial. Por otro lado tenemos los eventos de videojuego independiente, los cuales tratan de dar visibilidad a proyectos más pequeños, suelen contener charlas que mezclan la parte cultural con la parte industrial y valoran su éxito a través de parámetros alejados del músculo económico. Durante años, he tenido la suerte de estar presente en este tipo de eventos desde todos, o casi todos los puntos de vista posibles. He sido visitante, he dado charlas, he estado como parte de prensa e incluso he co-organizado alguno. En todas las ocasiones, e independientemente del rol que me tocase jugar, me he preguntado lo mismo: ¿Para qué sirve un evento de videojuegos?

Sobre el papel, parece que todas las piezas están claras. La zona de expositores permite a los equipos de desarrollo mostrar su propuesta a un público potencial que, dependiendo del estado del mismo, puede servir como un feedback que ayude a corregir problemas, mejorar el proyecto… etc. Las charlas, talleres y mesas redondas permiten a los asistentes escuchar en vivo a un montón de gente interesante que normalmente tiene cosas interesantes que decir. Por último, aunque no siempre presente, se encuentra la parte de negocio, la cual facilita reuniones entre desarrolladores y publishers, o cualquier otro agente de la industria, al cual sería difícil de acceder fuera de este contexto. Tres patas para una mesa, aparentemente robusta, que sin duda sostiene la propuesta, pero como casi todo en la vida casi nunca es el qué, sino el cómo.

Guadalindie llegó al panorama nacional como una de esas agradecidas lluvias en mitad de un bochornoso verano. Un evento de videojuegos independiente afincado en Málaga que aspira a convertirse en la referencia del sur de España y organizado por un equipo de contrastada experiencia como es el de MálagaJam. Creo que todos, o al menos en lo que a mí respecta y toda la gente «del mundillo» que tengo alrededor, había una confianza absoluta en el buen hacer de una propuesta que además vino abalada desde el primer momento por una serie de ponente de primerísimo nivel que serían la envidia de cualquier evento similar. El resultado fue el esperado. Una organización perfecta con una profesionalidad impecable de la que otros, con muchísimo más dinero a sus espaldas y muchísimo más crédito en (algunas) instituciones deberían aprender. Un éxito que ha dejado una réplica que va mucho más allá del propio evento en forma de eco con las sensaciones que los participantes en el mismo han ido dejando en redes sociales tras la finalización del mismo.

Cuando comencé a ir a eventos, siempre me centraba en si las tres patas de la mesa habían funcionado correctamente. Incluso cuando comencé a hacerlos, eso era siempre mi preocupación principal. Por supuesto quieres que la gente esté bien, que no tengan problemas logísticos y que ese quinto enchufe que necesitan se encuentre disponible. Todo eso ha de estar ahí y tiene que funcionar correctamente, pero desde que acudí a mi primer Weird Market (antes 3D Wire) considero que el único foco verdaderamente representativo es lo que marcas en la comunidad.

Para quien no lo conozca, Weird Market es un evento de Animación, Videojuegos y New Media orientado a profesionales que actualmente se celebra en Valencia. Su propuesta, al menos sobre el papel, no se diferencia demasiado de otras propuestas similares. Sus patas, salvando las distancias entre animación y videojuego, pueden ser las mismas que cualquier otro evento, pero todo en él está orientado para que la gente, independientemente de su profesión y cargo dentro de la misma, se conozca. Esto no es algo mágico, sino que se fomenta a través de múltiples elementos que van desde las actividades que se realizan dentro del evento hasta el propio espacio, elegido y orientado para que siempre haya puntos de reunión en los que puedas coincidir físicamente con otros asistentes en un entorno tranquilo que predispone al encuentro. Sin Weird Market tengo clarísimo que jamás habría existido Bitsommar, pues la conclusión de «si pones a gente de diferentes áreas en un espacio proclive a la comunicación pasan cosas» vino de ahí.

El mundo del videojuego tiene sus propias particularidades y es necesario que la parte organizativa de un evento las entienda y proponga los recursos necesarios para orientarlas en la dirección que consideren relevante. Guadalindie cuenta con la mejor baza posible, que es un equipo organizativo detrás que entiende el videojuego, pero sobre todo entiende a quienes están detrás de él en nuestro país. Sólo hay que pasearse un rato por redes sociales y ver la cantidad de muestras de cariño hacia un evento recién nacido y comprobar que la mayoría de ellas no van referidas a su buena organización, sino al haber propuesto un conjunto que fomenta la sensación de comunidad entre participantes, asistentes, ponentes y visitantes. Ahí reside la importancia de Guadalindie y MálagaJam.

Quienes somos más viejos que una montaña lo tenemos siempre fácil en este tipo de sitios. Conocemos a mucha gente, saludamos a muchos amigos y amigas que hace tiempo que no vemos y es prácticamente imposible que nos encontremos solos. Guadalindie ha conseguido, o al menos a juzgar tanto por lo que se vio allí como por las reacciones posteriores, que nadie, independientemente de si era su décimo evento o el primero, se sintiera fuera de lugar. Y sí, personalmente me hubiera gustado que el evento se realizara en un espacio mejor integrado con la ciudad que lo alberga, ya que creo que Málaga se quedaba un poco al margen debido a la situación de FYCMA, pero ya habrá tiempo para eso. Guadalindie, al igual que IndieDevDay o València Indie Summit, se suma a esa punta de lanza de eventos de videojuegos que ponen el foco en la comunidad sin dejar de lado todo aquello que siempre hemos considerado que sostenía este tipo de propuestas. Es una muy buena noticia, y últimamente no hay tantas.

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