Columna: El mundo que hoy cuidamos

Columna: El mundo que hoy cuidamos 4

Iba a escribir sobre el reciente Kapital: Sparks of Revolution (Lapovich Team, 2022), pero he cambiado de idea. He cambiado de idea porque resulta que, aparte de ser un juego al que le faltan un buen puñado de arreglos para merecer el tiempo que pide, tiene un pensamiento tan terrible, tan arcaico, tan reaccionario, tan vulgar,… que me agota. Simplemente, no sabe de qué está hablando: las clases sociales aparecen como grupos naturales que tienen que existir necesariamente para que la sociedad funcione; se asume que sólo la violencia es el medio legítimo de ejercer el dominio, no como medio para alcanzar un estado ideal, sino por el fin mismo de ejercer el dominio; sólo a través de estrategias determinadas por los intereses de clase se progresa. Las ideas de Kapital están vacías, y presentan una sociedad tan absurdamente esclerotizada que da ascopena llegar al final de una campaña. La «chispa de la revolución» no es más vieja lumbre de dominio, la cual tiene poco que ver con ningún ideal emancipador. Estoy cansado de escribir enfadado.

Pero, en este trance, aparece en Steam en las sugerencias un juego de gestión de granjas F2P de la desarrolladora francesa Gamabilis, salido al mercado el 11 de mayo, del cual no tenía noticia: Roots of tomorrow. No ha tenido mucha publicidad o, al menos, no me ha llegado —supongo que porque todo el mundo odia a los franceses (información, no opinión)—; pero fue ejecutarlo y pegarme una bofetada impresionante. Pensaba que era otro juego de gestión de granjas más, pero lo primero que te cuenta el vídeo es cómo la agricultura es la base de la vida humana, de la sociedad, de cómo su transformación ha transformado las sociedades, y de su importancia en el presente en el centro de la crisis alimentaria y climática. Es un juego que trata sobre la transición agroecológica. Me dejó perplejo.

Tras una sesión de juego abracadabrante, busqué de dónde salía esto, y mis sospechas se confirmaron: es un juego patrocinado (tema inversión real aparte) por los Ministerios de Agricultura y Alimentación y el de Transición Ecológica de Francia, por diferentes Regiones de Francia (que aparecen en el juego), y por diferentes asociaciones agrícolas (incluso por el Credit Agricole, un banco que en el pasado fue uno de los grandes deshauciadores de pequeños agricultores en el país galo). Todas estas entidades han patrocinado un juego de gestión agrícola cuyo eje es la transición agroecológica hacia una producción (y consumo) más sostenible, con el objetivo de concienciar a quien juega. Y lo peor es que lo hace bien. No creo que sea «educativo» como tal, pero como juego es una propuesta atractiva que tiene el efecto deseado, y hace la propaganda que busca.

Roots of tomorrow parte de la misma premisa que todos los juegos de este tipo: acabas de montar una granja, ganadería, y tienes que progresar, hacer crecer la granja, ganar dinero, expandirte, esas cosas. Pero aquí, y esto es lo fascinante, no se gana por tener más dinero o crecer más; las condiciones de victoria están definidas por parámetros no sólo económicos, también ecológicos y sociales. Es más barato echar pienso compuesto a los cerdos, y vas a ganar más dinero de esta forma, pero… la carne será de peor calidad, y la sociedad te penaliza; el pienso es de peor calidad, con lo que la vida de los animales será peor y se te penaliza; no ayudas a generar un entorno ecológico y sostenible, sino que estás colaborando con el expolio de la tierra, y se te penaliza. Dar pienso «de calidad» implica que ese pienso tiene un origen agrícola sostenible, cultivado por ti, siguiendo un sistema de rotación de cultivos, usando abonos naturales, generando una mejor vida y salud para los animales, y colaborando con el mantenimiento de un entorno ecológico saludable y colaborando no sólo con la soberanía alimentaria de tu región sino con la salud de tus vecino no sólo con un producto «bueno», sino con un producto «consciente». Y, así os lo digo, es un reto llevar esto a cabo en los diez años de tiempo (repartido en 240 turnos) que te da el juego.

Sigo con el tema del pienso. En cualquier otro juego del estilo ocurre más o menos lo mismo: dar pienso de mejor calidad a los animales mejora la calidad del producto, pero en la mayoría de juegos esto tiene una visión chapucera de la generación del valor de cambio. «Si hago algo con dos cosas que son caras, el resultado va a ser caro; si hago algo con dos cosas baratas, el resultado va a ser barato». Mentalidad de capitalista de guardería. La «calidad» tiene una definición meramente crematística, no se piensa que, a pesar de que las materias primas sean caras, el resultado pueda ser una mierda. En Roots of tomorrow no toman como referencia el Producto Interior Bruto sino el Índice de Desarrollo Humano: la calidad se define a través de los resultados de la totalidad del sistema de producción y consumo, y no habrá progreso si, por el camino, destruimos la tierra.

También se valoran a lo largo del juego otros elementos, como pasar de una cría estabulada a una extensiva; o en lugar de preparar campos de cultivo dejar espacios para charcas o bosquecillos. El juego piensa la agricultura no como un sector industrial, como se viene haciendo desde hace un par de siglos, sino como esas raíces que el ser humano, que la sociedad, clava en la tierra, la nutren, y es el espacio estratégico para la sociedad del mañana. Esto es importantísimo tenerlo presente cuando es probable que, a causa de la ola de calor de principios de mayo en la India, la pérdida de las cosechas allí va a provocar una de las mayores hambrunas en África durante el próximo o próximos años, porque a causa de la invasión rusa de Ucrania además se carece de los recursos tanto ucranianos como rusos. El juego va al corazón de un problema presente.

Por supuesto, esto no evita problemas. A nivel técnico, el juego está todavía muy verde. No sólo se nota que siguen trabajando en él, actualizándolo, y sacando más contenido; es que la misma desarrolladora lo dice. No es un early access; han sacado la experiencia que tenían como objetivo sacar, y ahora la están ampliando. Esto les ha permitido sacar un DLC (esta vez ya de pago) sobre apicultura, o expansiones con más opciones para las diferentes explotaciones y personajes. Por otro lado, a nivel conceptual es demasiado conciliador: las penalizaciones están ahí, pero la forma que tiene de castigarte es en un sentido condescendiente, del estilo «ay, pobre, no ha sabido hacerlo mejor, en la próxima partida te saldrá bien». Si decides (por lo que sea), ser basura empresaria expoliadora (algo que, en realidad, el juego no permite), no consiges los objetivos, y ya. Es muy macronista (ya que hablamos de Francia, aquí sería PSOE way of life): somos progresistas, ecologistas, hay que hacer esa transición agroecológica… pero no vamos a tocar otros asuntos como la propiedad privada de los medios de producción (no se vaya a enfadar el Credit Agricole), ni la necesidad del consumo de carne (no se vayan a enfadar las Regiones que basan su industria en esto), ni la necesidad de una gestión colectiva del medio comunitario (no se vayan a enfadar los pequeños y medianos propietarios rurales). Es limitado, pero hace bien lo que se propone.

Roots of tomorrow, por un momento, me ha permitido soñar. Roots of tomorrow nos permite soñar con ese futuro consciente y emancipado donde se cuida el medio ambiente para cuidarnos colectivamente (con la promesa de no renunciar a ninguna comodida, pero bueno). Este es el punto fuerte, lo bueno, lo que puede hacer grande a este pequeño juego (y voy a estar pendiente de las actualizaciones). Pero también me hace soñar con un futuro en que los videojuegos sean capaces de articular discursos emancipatorios con sentido y no sean, en su mayoría, galimatías basados en presupuestos torpes de cultura popular y diseños decimonónicos. Alguno hay que lo hace, pero la mayoría son decepcionantes. Roots of tomorrow renuncia a todo esto que se tiene por «revolucionario» y se va a la letra de la transformación emancipatoria del presente (en materia agrícola). Sin parecer revolucionario, es revolucionario. Es más consciente de su espacio transformador que todas esas obras que, acríticamente, te ponen una hoz y un martillo bien grande para que sepas que va de lo que va, no te vayas a perder.

¿Es posible que, tal y como muestra Kapital, nunca hayamos entendido el por qué de la revolución, y nos hayamos centrado demasiado en el cómo? ¿Es posible que, por ciencia de la historia, se haya olvidado a esos obreros y obreras que, en el momento en el que apenas alboreaba la sociedad industrial, ya soñaban con un mundo emancipado del trabajo por la técnica? Siento que todos esos videojuegos políticos —de tendencia crítica bastante marcada hacia la izquierda, aunque después la mayoría se queden en un bluf—, se han esforzado mucho en hablar de «revolución» sin saber qué venía después, como le ocurrió a Lethis: Path of progress, como le ocurrió a Frostpunk, como le ocurrió a Anno 1800 (y sólo en el campo de los city builders). O ni siquiera se lo platearon, y por eso los elementos que se toman y se representan son de libro de texto de historia ilustrada. Otra buena pregunta sería si es problema de la escasa comprensión lectora de las desarrolladoras, o es que realmente hemos perdido ese espacio cultural. Lo cierto es que Roots of tomorrow, a pesar de su origen institucional, tan sólo levemente revolucionario, hace más que cualquier otro juego de ese palo, y me hace pensar que, igual, hay joyas por ahí escondidas que están esperando ser encontradas y difundidas, en la tarea de construir un mañana mejor.

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