En la segunda mitad de los años 30 del siglo pasado, y en pleno auge del fascismo en Europa, al otro lado del atlántico, en Scottsboro, Arkansas, nueve adolescentes afroamericanos fueron condenados a muerte acusados de la violación de dos mujeres blancas. Como pueden imaginar, resultó que los muchachos eran inocentes y esto hizo que los diferentes grupos que luchaban por la justicia racial y de clase, se movilizaran a lo largo y ancho del mundo (un mundo mucho más pequeño que el actual) para defender sus derechos y acusar a la justicia estadounidense de su racismo imperante. Estas luchas se vieron reflejadas en el tema Scottsboro Boys, compuesto por Lead Belly, un músico de folk y blues afroamericano. En ella, en un epílogo hablado, el músico dice “best stay woke, keep their eyes open” indicando a la población afroamericana que tengan cuidado cuando pasen por ese lado del país. Fue la primera vez que el término woke llegó al gran público.
Ya en este siglo, concretamente durante las protestas por el asesinato de Trayvon Martin en 2012, el lema “stay woke” volvió a saltar a los medios de comunicación, estallando definitivamente durante las protestas por el asesinato de Michael Brown en Misuri en 2014. Esto hizo que la expresión se convirtiera en un meme habitual de apoyo esgrimido por no afroamericanos para apoyar al movimiento Blacks Lives Matter en redes sociales, popularizándose tanto que en 2017 se agregó al Oxford English Dictionary. Por supuesto, y como siempre ocurre con cualquier movimiento de izquierdas o social, la derecha no tardó en empaquetarlo, privarle de su significado original y asociarlo con cualquier elemento que estuviese asociado con lo que ellos consideran “movimientos de justicia social”.
La cultura en general, y el videojuego en particular, es uno de los grandes caladeros de la derecha, la extrema derecha y cualquier movimiento reaccionario que considere que su modo de vida se está viendo amenazado por un personaje con el pelo morado. El término woke ha sido reasignado por estos movimientos para englobar casi cualquier cosa. Da igual si se trata del diseño de un personaje (habitualmente femenino) que no pertenezca a los cánones heredados, la inclusión de un pronombre que no figure en la RAE o que alguno de los miembros del equipo de desarrollo se haya pronunciado en alguna ocasión por algo que ellos consideren que atenta contra la pureza del medio.
En este contexto, y como no podía ser de otra manera, han aparecido diferentes listados en Steam Curator donde se recopilan todos aquellos títulos que por una u otra razón consideran que contiene algún elemento woke.
Solo en lo que llevamos de año, hemos asistido a dos polémicas relacionadas con lo que los movimientos reaccionarios denominan cultura woke. La primera se circunscribe a nuestro país y viene a raíz del cartel de RetroBarcelona 2024, el cual fue criticado desde diferentes fuentes como sexista debido a las poses elegidas para los personajes femeninos. El evento decidió atender a esta peticiones y cambió el cartel, manteniendo a los mismos personajes femeninos con unas poses que no atentan contras las leyes de la física.
La segunda polémica, esta vez de carácter internacional, corresponde a Sweet Baby Inc., una empresa dedicada a la consultoría narrativa, que según el alt-right-gamer, era la culpable del fracaso de títulos como Suicide Squad Kills the Justice League o del cambio en el color de piel de un personaje de Alan Wake 2, algo que por cierto desmintió el propio Kyle Rowley, director del título. Una vez más, un tipo con demasiada pasión por lo suyo, se dedicó a investigar todos los títulos en los que esta empresa había participado y decidió hacer la lista de turno en Steam aplicando un “No recomendado” a todos ellos.
Que lo primero que se le ocurriera a un tipo fuese hacer una lista de juegos con el objetivo de afectar a los posibles futuros contratos de Sweet Baby Inc no es casualidad. El capitalismo ha sido una de las armas principales esgrimida por estos movimientos a la hora de proclamar su lógica hacia cualquier cosa que ellos considerasen woke. Hace más o menos un año se movía en internet un clip de Juan Soto Ivars hablando con Iker Jimenez (LA CASUALIDAD) en el que trazaba paralelismos entre lo que él denominaba cultura woke, inclusión forzada y fracaso económico, acuñando el término anglosajón “go woke, go broke”. En su proclama, disfrazada de concienzudo análisis, nombraba la versión de Cazafantasmas de 2016 o Wonder Woman 1984 (las dos con protagonistas femeninas por lo que sea), alegando en esta última que había recaudado mucho menos que la primera por culpa de que el personaje principal había adquirido unos tintes mucho más feministas que no encajaban con el público. El bueno de Ivars, no mencionaba en ningún momento que la película se estreno en un diciembre de 2020 post-pandemia de COVID-19. Este mensaje, que de algún modo aboga por mantener todo el espectro cultural tal y como era hace diez, veinte o treinta años en favor de la rentabilidad del mismo, por supuesto ignora el fracaso en taquilla de Black Adam, The Northman, Blacklight, Expendables 4, Napoleón, Hellboy (2019) o Geminis, por poner sólo ejemplos de los últimos años. Lo más increíble de todo es que han cerrado tanto el círculo en torno a este tema, que un título que se ríe tan claramente del protofascismo de esta gente como Helldivers 2 se encuentra (por el momento) avalado por esta gente gracias a su recaudación.
Resulta difícil no pensar en la ironía que supone que un término que comenzó siendo acuñado por una comunidad históricamente oprimida haya terminado siendo parte central del discurso de quienes siempre han estado en el lado opresor, pero incluso a esto se le puede dar la vuelta. Todos esos listados de Steam en los que se denuncia lo woke son una estupenda oportunidad de descubrir juegos que quizás habían pasado desapercibidos. Una excusa tan buena como cualquier otra para tomar una fotografía de todos esos grupos de desarrollo que tienen en cuenta elementos que forman parte de nuestra sociedad actual y que sin ellos seguirían sin estar vinculados al desarrollo. En definitiva, una manera de comprobar y agradecer que hay mucha gente que permanece alerta.