Una de las pocas cosas buena que tiene ser VIEJO es comprobar la evolución de algunos proyectos y compararlos con aquellos que están comenzando y que seguramente tengan a estos proyectos, o parte de ellos, como referentes. Big (Bilbao International Games Conference) es la cristalización del antiguo Fun&Serious, un evento que creció muy rápidamente y que en esta nueva etapa busca aunar las dos vertientes más habituales por estas tierras: predilección por la INDUSTRIA y acoger a LOS INDIES. Un pulso, a veces algo tirante, que consigue encontrar el equilibrio gracias a varios a factores que desde luego no son frutos del azar.
Pero empezamos por el principio. BIG es un evento que se realiza en Bilbao y que según sus propias palabras recoge el legado de Fun&Serious y su lema “celebrar la cultura del videojuego y el videojuego como cultura” para orientarse en esta nueva etapa a un público profesional. El evento cuenta con todo tipo de charlas que abarcan prácticamente todos los estamentos de lo que podríamos llamar “industria del videojuego” (sea lo que sea eso) y talleres con una orientación similar impartidas por profesionales del sector. El pack se complementa con la posibilidad de agendar reuniones con otros profesionales, los premios BiG Indie Contest orientados a fortalecer e impulsar el tejido industrial independiente del videojuego y que es un heredero del FS Play (sigo echando de menos ese evento), unos Premios Titanium que reconocen a través de diferentes premios algunos títulos tanto a nivel nacional como internacional (luego hablaremos de eso) y por supuesto una Fun Zone abierta al público donde se pueden ver y probar diferentes proyectos nacionales. En resumen, podríamos decir que BIG es un festival que abarca más o menos todo lo habitual, aunque contiene algunas diferencias que lo sitúan algún escalón por encima.
Si se han cruzado conmigo o me han leído por aquí alguna vez escribiendo sobre festivales, se habrán tenido que comer mi perorata de que la integración del festival con el lugar donde se realiza es parte imprescindible de la concepción del mismo. Esto, por supuesto, no siempre se puede hacer. Hay veces que el tamaño del evento te obliga a trasladarlo a zonas alejadas o puede que se realice en alguna ciudad tan grande que resulta complicada aunar ambos conceptos. Afortunadamente BIG se realiza en Bilbao, una ciudad de las que podríamos llamar de 20 minutos (en ese tiempo andando o en el mismo tiempo en transporte público llegas a todos sitios) y además es en el Palacio Euskalduna, que se encuentra dentro de la propia ciudad.
Mi insistencia en la integración con el entorno no es únicamente por otorgar personalidad al propio evento y alejarlo de lugares liminales, sino que tiene que ver con la integración de los propios participantes dentro del mismo. Un fácil desplazamiento invita a los lugares de reunión y estos lugares son completamente imprescindibles para que los nuevos y los que llevamos por aquí mil años nos conozcamos. En la Fun Zone había muchísimos estudios jóvenes que apenas pueden separarse de su puesto durante un buen puñado de horas y no pueden asistir a las charlas o formar parte de los corrillos que se crean a su alrededor (ojo con el puesto que montó la gente de Malapata Studio para su Camper Van). Fomentar su integración con el resto del evento me parece parte principal de los objetivos del mismo, y aquí es donde entra una figura clave en todo esto, que es Arturo Monedero. Es imposible pensar en el desarrollo de videojuegos en Euskadi sin se te venga a la cabeza Arturo, una de las pocas figuras de la industria que ha conseguido equilibrar su papel institucional con una vertiente personal que sigue cercana a las nuevas generaciones. Él se ha autoimpuesto actuar de enlace con algo tan sencillo como convocar de manera permanente a todo el mundo en un único lugar de reunión al que sabes que si vas terminarás encontrándote a la gente del evento. Tener esto es un absoluto regalo para los que vienen de nuevas, los cuales puede compartir un espacio muy cercano con ponentes, conferenciantes y demás personajes secundarios que andamos por allí. Un oasis permanente que hace más por la gente del sector que cualquier otro tipo de propuesta.
Con la sólida base de la experiencia adquirida en el largo recorrido de Fun&Serious y el impulso del nuevo rumbo tomado por BIG, el resto de elementos funcionan como un reloj, aunque hay algunas aristas que personalmente no acabo de entender del todo. Tanto el lugar donde se desarrolla como la organización es simplemente perfecta. Se trata de un espacio grande, pero no tanto como para que se siente impersonal, que permite encuentros constantes y que se siente cómodo. La selección de charlas, talleres y mesas redondas toca todos los palos y es fácil sentirse atraído por cualquiera de ellas. Donde no acabo de entender la dirección es en los premios, ya que no sé si un evento de estas características debería tirar de una selección internacional que termine premiando a un mastodonte como Astro Bot como juego del año, desviando la mirada del core permanente que mantienen hacia la industria nacional. No sé si es algo que está en proceso de revisión, pero se siente extraño. Afortunadamente hay algún premio orientado a los que están aquí, como el Mejor Indie Nacional, que ganó Neva, el Mejor Juego Vasco, que lo ganó Abyssal o el Mejor Juego Universitario, que se lo llevó Ghunter.
BIG es, por méritos propios, ese último evento del año al que apetece ir. Algo que no es nada fácil de hacer, pues llega después del cuatrimestre donde se concentran el 90% de las propuestas anuales. Un lugar donde apetece estar dentro de una ciudad que siempre apetece visitar y que se esfuerza con un compromiso a imitar para que todas las personas que asisten se encuentren de igual a igual con el resto. Ojalá dure muchos años.
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