Análisis: Warhammer 40.000 Armageddon

Análisis: Warhammer 40.000 Armageddon 1

Seguramente muchos de ustedes sean conocedores o incluso activos jugadores de Warhammer y Warhammer 40.000, dos de los universos más mediáticos y rentables de Games WorkShop. Más de uno tendrá su hogar repleto de estas elaboradas figuras y es muy probable que le hayan dado fuerte a alguna de las adaptaciones videojueguiles aparecidas en los últimos tiempos como Dawn of War o Space Marine. De ser así, conocerán el intricado universo de Warhammer 40.000, con sus múltiples ejércitos, sus planetas, sus traiciones de culebrón y esa guerra eterna que permite a Games WorkShop encenderse habanos con billetes de $1000 mientras cabalga a lomos del último unicornio. Si encajan ustedes en alguna de las anteriores descripciones pemítanme que les pida disculpas aquí y ahora. Lo que viene a continuación es la travesía de un completo noob en esto de Warhammer 40.000, cuyo único acercamiento ha sido a través de Dawn of War y que pensaba que con ser (o haber sido) un ferviente jugador de wargames le bastaría para afrontar la propuesta de Slitherine Studios.Sobre el papel todo parecía ir bien. Warhammer 40.000: Armageddon propone una traslación del juego de mesa al mundo del teclado y el ratón. Slitherine Studios, autores de la criatura, y a la sazón creadores de Panzer Corps, título muy disfrutado por un servidor, contaban con el currículum adecuado para recoger la profundidad táctica del original de mesa y realizar con él una elaborada recreación que fuera capaz de satisfacer a los fans. Bien, he aquí el primer problema: yo no soy seguidor de este mundo, pero oye, me gusta la estrategia por turnos y en cuanto veo hexágonos en un tablero me sube la bilirrubina.Warhammer 40.000: Armageddon se ambienta durante la Segunda Guerra de Armageddon y pone en liza el enfrentamiento entre las Tropas Imperiales de Yarrik, los Marines Espaciales de Dante y los Orkos de Ghazghkull Thraka. Investigo un poco para contextualizar la Legión de Acero y descubro que los Marines Espaciales cuentan con diferentes facciones. Reconozco que me pierdo, así que en mi cabeza dibujo mentalmente el equivalente de todos ellos en los diferentes ejércitos de la Segunda Guerra Mundial. La cosa funciona. Empecemos.Comienzo encarnando a un nuevo comandante de la Legión de Acero y tras las misiones/tutoriales de rigor me veo envuelto en una invasión por parte de los Orkos, momento en el que empieza la gran juerga y hacen aparición diferentes facciones de los Marines Espaciales para acudir en mi ayuda. Antes de todo esto he tenido tiempo suficiente para darme cuenta de que lo que me espera por delante no va a ser sencillo. Los números de Warhammer 40.000: Armageddon sob absolutamente obscenos. Hablamos de más de 350 tipos de unidades divididas en diferentes categorías que, imagino, representan fielmente el universo Warhammer. El problema es que la información que se otorga al jugador sobre las mismas es francamente escasa, o mejor dicho, poco eficiente. Todas las unidades cuentan con seis atributos diferentes, algunos evidentes, como Movimiento (la cantidad de hexágonos que puede recorrer) y otros como Iniciativa, que a día de hoy sigo sin saber su importancia durante los combates. A esto hay que sumarle los tres valores referidos al ataque y la importancia en sí de las unidades, puesto que el número de turnos en cada escenario es bastante limitado (imposibilitando en casi todos la posibilidad de pedir refuerzos) y la importancia en el comportamiento de las mismas dependiendo del terreno.Estudié en un colegio católico, por lo que tiendo a pensar que si algo no acaba de funcionar lo más probable es que sea culpa mía. Por eso lo intento, una y otra vez, elijo diferentes unidades, compruebo su eficiencia en los diferentes terrenos, contra diferentes enemigos y utilizando diferentes tácticas. La única conclusión a la que llego es que hay un último elemento con el que no había contado: la suerte. Ignoro si en el original de Games WorkShop la suerte es un elemento determinante pero les aseguro que aquí lo es. Lo peor es que el título no muestra los valores que han condicionado esa suerte, por lo que uno se encuentra completamente a ciegas en este sentido. Además, y debido a la parca representación de las unidades en pantalla, tampoco existe la posibilidad de evaluar visualmente la peligrosidad de los enemigos. De este modo se se crea una mecánica de ensayo y error que arruina cualquier disposición táctica previa, la cual ha terminado creando, al menos en quien esto escribe, una profunda sensación de frustración.No creo que Wahammer 40.000: Armageddon pueda ser juzgado por su apariencia, pero es evidente que ésta no ayuda. Da la sensación de que se ha reciclado el motor de Panzer Corps para adaptarlo al universo Warhammer 40.000 y la cosa no acaba de funcionar todo lo bien que debería. Detalles como las explosiones, la cuales me atrevería a afirmar que son exactamente las mismas que en el citado título, o la repetición de los diferentes sonidos de ataque de todas las unidades no juegan asu favor. Ojo, cualquiera que se interese por Warhammer 40.000: Armageddon ya sabe lo que le espera y no creo que vaya buscando un depliegue visual como el de Dawn of War, pero no dejo de echar en falta algo más de amor  por el material original.Quiero pensar que los seguidores de la franquicia sabrán sacar muchas más cosas positivas de las que yo he extraido de la propuesta de Slitherine Studios. Espero que sepan encontrar en él un fiel reflejo del juego de tablero (aunque en algún sitio he leido que éste no se divide en casillas hexagonales y me he quedado picueto) y la empatía necesaria para suplir algunas de las carencias que ofrece Warhammer 40.000: Armageddon. Quizás sea uno de esos títulos que necesitan de una implicación previa del jugador con el material original, lo cual no es algo esencialmente negativo, pero yo no entro el target y esta guerra infinita me ha dejado más bien frío.

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