Los páramos en la campiña del Norte-Noreste de Inglaterra (moorland, en inglés) son un paisaje por el que merece la pena caminar al menos una vez en la vida, las pequeñas colinas y austeras llanuras sin vegetación alta (solo arbustos, hierba y flores) se extienden hacia el infinito bajo los cielos casi siempre grises del norte. “La desolación a veces intenta colonizarte”, que diría la protagonista sin nombre de Aniquilación (Jeff Van de Meer, 2014). Precisamente, esta desolación es lo que invade a la protagonista de The Excavation of Hob’s Barrow, Thomasina Bateman, y la lleva al siniestro pueblo de Bewlay.
Nuestra protagonista es una excavadora de túmulos (barrows), antiguas necrópolis realizadas en tiempos pretéritos que albergan huesos secos y jugosas reliquias materiales del pasado. Thomasina no se considera una saqueadora de tumbas, sino una estudiosa de túmulos antiguos, y se encuentra preparando un libro sobre ellos. Viaja siempre sola, pues no necesita de nada más que su aplomo y su ingenio, y en esta ocasión, ha sido invitada mediante una carta a que viaje a un pueblo remoto en la campiña inglesa, a saquear desenterrar los secretos del susodicho Hob’s Barrow.
Siguiendo la estela de los clásicos
The Excavation of Hob’s Barrow es una aventura point ’n click, que sigue el estilo de los clásicos de LucasArts y Sierra Games de allá por los 90. Con un estilo completamente realizado en pixel art, nos desplazamos por un escenario haciendo click con el ratón en los objetos y personas interactuables, click derecho para mirar, click izquierdo para acción, moviendo el cursor a la parte de arriba de la pantalla hallaremos el inventario y todos los objetos que deberemos utilizar en diferentes situaciones. Muy sencillo y efectivo, y en la estela de otros juegos publicados por Wadjet Eye Games, como el genial Gemini Rue (2011). Dado que estamos en una época de inmediatez y atajos, esta aventura gráfica cuenta con una “lista de cosas que hacer”, a modo de recordatorio por si nos perdemos, y con una función de viaje rápido, que se hace útil en los actos finales del juego, aunque se utiliza por lo general muy poco, dado que el escenario no es tan grande como para que resulte tedioso moverse por él.
Aunque el estilo sea así de clásico y reminiscente de los juegos de los años 90, cuenta con algunas escenas animadas que resultan muy expresivas, y especialmente inquietantes, quizás sea por el propio estilo o quizás sea intencional, pero todas ellas transmiten un aire de irrealidad que ambienta el juego de forma genial. Precisamente, es esa inquietud y constante sensación de extrañeza la que los desarrolladores han querido plasmar durante el juego. Que aprovecha de manera sublime los pocos recursos que le brinda el pixel art para crear una atmósfera visual sobrecogedora, y te traslada a la campiña del norte de Inglaterra con una combinación de sonidos que resulta especialmente tensa. De hecho, el resultón y ya nada sorprendente (a estas alturas) estilo queda en un segundo plano en cuanto a ambientar la aventura se refiere debido a la calidad enorme del apartado sonoro, con un elenco notable de voces en un delicioso inglés rural, y la música y los efectos de sonido.
Poca arqueología, mucha diversión
“I was always happiest with a trowel in my hand. Uncovering hidden worlds within the earth itself. Clot by clot”.
Thomasina es una arqueóloga de principios de siglo XX, y aparte de su afición por lo antiguo y por las incesantes referencias a llevar encima un paletín (trowel en el idioma original), poco la asemeja a los arqueólogos de hoy día. Mientras hoy día los arqueólogos nos preocupamos de contextualizar y registrar todo lo que hacemos de forma muy meticulosa, el auge de esta disciplina a finales del XIX e inicios del XX estaba relacionado con “hacer hoyos” en el suelo y sacar sin tino los objetos que contenían. Una vez “excavado” el sitio, se establecían comparativas tipológicas entre los objetos extraídos de un sitio con otro, usualmente a través de la cerámica, y así se creaban “horizontes culturales” y se hacían propuestas de “hasta donde” llegaba el territorio de un grupo u otro en la prehistoria.
Nuestra protagonista se dedica justamente a eso, está realizando un libro en el que hay informes de todos los túmulos que ha excavado y describe los objetos y vasos cerámicos que encuentra allí. Huelga decir que poco tiene que ver con la arqueología de hoy en día, igual que nadie espera que Indiana Jones o Lara Croft sean modelos de arqueología actual. La profesión de Thomasina tiene, a nivel narrativo, dos objetivos bien definidos, crear un motivo para su visita al pueblo y las experiencias que tiene en él (es decir, la arqueología es la excusa para el setting), y también sirve para caracterizarla como persona.
Para Thomasina, su profesión es parte fundamental de su personalidad. Su padre también era arqueólogo, y es el vínculo que la une a los recuerdos que tiene con él (que iremos viendo y jugando a modo de flashbacks), nos encontramos ante una mujer que no puede dejar ir el pasado, y que a través de su profesión, proyecta su infancia y la visión de su padre viajero y habitualmente ausente, su búsqueda de respuestas sobre los túmulos de las islas británicas va en paralelo con su búsqueda de su propia identidad y su relación con su padre (¿o es quizás una huida de ambas?).
También la reivindica como mujer independiente y de mayor estatus que el resto. Esta profesión estaba ligada a las clases pudientes durante los siglos pasados (al igual que ahora), y requería de una formación intelectual, para saber que se hacía, un fondo económico, para poder hacerlo, y un interés diletante, para dedicarse a reflexionar libremente y llegar a conclusiones. Además, que Thomasina sea una y no un protagonista es especialmente relevante, porque esto hace que los (énfasis en la “o”) habitantes del pueblo la miren con ojos especialmente recelosos, que le recuerden su posición como mujer soltera en pantalones (¡Qué descocada!) o quizás incluso algunos la traten con interés romántico/sexual.
Twin Peaks of Innsmouth
Es inevitable pensar “pueblo misterioso” y no acabar en alguna referencia sobre el tipejo de Providence. En esta ocasión, las comparaciones con Lovecraft actúan en detrimento de este juego, porque aquí no encontraremos signos de Cthulhu, Azathoth y compañía, gracias al cielo, The Excavation of Hob’s Barrow quiere que te centres en el pueblo, sus escenarios inquietantes y desolados, y los personajes, que claramente ocultan información sobre el Túmulo de Hob, y sobre el propio pueblo.
El propio juego tiene referencias a algunas obras cinematográficas de terror inglés, como Lair of the White Worm (1988), The Wicker Man (1973) o Blood On Satan’s Claw (1971), películas de serie B bastante olvidables, pero que comparten como escenario la campiña británica y algunas referencias a cultos paganos y criaturas sobrenaturales. La primera de estas películas es referenciada por un niño durante una conversación, mientras que con las otras se comparte algún elemento argumental, nada más que eso, y mucho mejor, porque permite a las situaciones y al pueblo respirar sin el peso de ninguna referencia más popular ni caer en ser un “subproducto lovecraftiano”, como les pasa a muchos.
Bewlay funciona muy bien como escenario donde transcurre todo este microcosmos de locura y sucesos anómalos, sus personajes están tan adaptados a su realidad, y son tan ajenos al mundo de Thomasina (y ella al suyo) que las conversaciones a veces se tornan inquietantes por el mero hecho de ser gente con trasfondos y formas de vivir tan diferentes. Dado que nos encontramos ante una aventura gráfica y tenemos que hablar con todo el mundo y exprimirles información, no tenemos la misma lejanía ante los habitantes que podría tener el protagonista del relato La sombra sobre Innsmouth (1931), porque nos toca hablar con ellos, preguntarles como conseguir esta llave, o donde está el pollo de goma que enganchar en una polea. A través de las interacciones de la protagonista con ellos y con su entorno, todo se va volviendo más familiar, lo que hace que, mientras la historia progrese, los giros argumentales resulten más satisfactorios de experimentar.
Oculto a plena vista
Siendo una aventura de terror, no es de extrañar esperar que, a medida que avancemos, vayamos viendo todos los sucesos que hemos vivido desde una óptica diferente, y nuestra cabeza haga “clic” y conecte varios puntos de la narrativa en la dirección en que van a tornarse los acontecimientos. A veces nos encontraremos pensando en la resolución a situaciones que aún no se nos han planteado, y a veces nos sorprenderán con algún suceso que explica lo que vimos pantallas atrás, la narrativa no brilla (ni se centra tampoco) en el factor sorpresa, sino en las interacciones de los personajes y las disquisiciones de Thomasina con su presente y su pasado. Sabemos perfectamente que avanzamos lenta e inexorablemente hacia una conclusión aciaga desde el inicio de nuestra aventura, y al igual que sucede con la novela (y película) Aniquilación, que citábamos a inicios de este artículo, la protagonista es una persona que centra toda su energía en llegar “al final”, sin importarle las consecuencias, y eso es algo que ya sabemos no suele terminar de forma feliz.
Como dato sin destripes, a medida que el tercer acto se desarrolla, comienza a aparecer iconografía sobre paganismo y religiones herméticas que, al contrario de aparecer “porque sí”, y para dar ambiente sin más, esta utilizada con conocimiento de causa y bastantes referencias a objetos e inscripciones reales, lo que es un autentico detalle en pro de la meticulosidad de los creadores del juego. Esperamos que no os incomode leer un poco de latín durante el juego.
El único punto en contra rotundo que se le podría poner a este juego es su escasa duración y su sencillez a la hora de enfrentarnos a los puzles. Siendo un estudio pequeño y una aventura centrada en la narrativa, sabemos a que atenernos, dado que no busca complicarnos ni darnos una experiencia excesivamente larga, sino una buena (muy buena) historia llevada de la mano por un reparto de personajes que se escucha y siente muy real y humano, dentro de un escenario sacado de una película de terror clásica. El ritmo de sucesos y progresión de la historia es bastante lento, advertimos, aquí no hay persecuciones en vagones de minas ni tiroteos contra dinosaurios. The Excavation of Hob’s Barrow es un juego que nos invita a disfrutarlo a un ritmo pausado, sin sobresaltos de improviso, en el que ya solo un paseo bajo la lluvia por los moors hacia una casa semiderruida es suficiente como para hacernos estremecer.
Por todo ello, esta aventura de folk horror y de 6-7 horas de duración, nos ha encantado en su sencillez, ambientación y narrativa, aunque se nos ha hecho algo corta y fácil de resolver. Dado que ha salido a un precio bastante bajo (12,50 euros en Steam) no podemos dejar de recomendar jugarla, y se merece un lugar destacado en nuestra estantería de aventuras point & click, junto con muchas otras de las aventuras gráficas desarrolladas por Cloak and Dagger Games o distribuidas por Wadjet Eye Games.