Análisis: Space Marine

Análisis: Space Marine 4

Para los fans de Warhammer 40.000, el tiempo de espera ha sido eterno. Al fin y al cabo, se sabe del juego desde hace bastante, y varias veces han sobrevolado los rumores de cancelación o hiato temporal. Tras varios años viendo todo tipo de pantallas, trailers de gameplay y cambios en el diseño del juego, Space Marine ya está aquí.

Llega de manos de Relic, que han demostrado su capacidad con los Dawn of War de saber adaptar la franquicia y de, además, generar videojuegos válidos incluso para los que no son fans. En esta ocasión el reto es el mismo, pero, además, con la dificultad añadida de cambiar a un género muy distinto a los RTS que nos venían ofreciendo. En este caso, Space Marine es un juego de acción en tercera persona, una especie de híbrido entre un Gears of War (sin coberturas) y un hack & slash con armas de cuerpo a cuerpo.

Desde el principio se nota que, al igual que con el primer Dawn of War, quieren abrir el juego a todo tipo de usuarios e introducir al jugador en la ambientación de Warhammer 40.000. Así, asistiremos en los primeros compases a varias conversaciones entre los personajes que van dejando claro el funcionamiento del universo, aunque de manera tímida. Sería de agradecer haber dedicado un pequeño momento en forma de introducción para clarificar un poco más los conceptos, o directamente olvidarse de atraer a público nuevo y concentrarse en los fans para ofrecerles una experiencia distinta. Es decir, se nota que en un primer momento han querido hacer un pequeño tour para atraer al jugador ocasional a la franquicia, pero que tampoco se han explayado; y al no hacerlo han limitado algunas cosas para los veteranos. Luego volveremos a esto.

El juego abre poniéndonos en la piel de Titus, un capitán de compañía de los Ultramarines (uno de los capítulos de los Marines Espaciales) que acude al auxilio del mundo forja de Graia, que ha sido invadido por los Orkoz. Empieza acompañado por dos de sus hermanos de batalla, pero en algún momento avanzaremos sólo con él. Aquí entramos ya en uno de los princiaples errores del juego: no cuenta con un modo cooperativo (al principio de anunciarse se supone que lo traía, pero hubo sucesivos cambios que lo acabaron quitando). Sin ser el mayor fan de jugar online del mundo, sí que se echa de menos en este caso, pues la inteligencia artificial de los acompañantes deja mucho que desear y la campaña realmente se presta a que la juguemos con amigos, aunque siga centrándose en Titus.

Más allá de eso, la campaña nos propone un esquema similar al usado en los Dawn of War: nos enfrentamos primero a un ejército de Orkoz, hasta que los Marines demuestran que son demasiado cabezones, cometen algún error y acaban enfrentándose al verdadero enemigo detrás de lo que está pasando. El argumento no da para mucho, y aunque casa bien con la ambientación, no profundiza demasiado ni aporta todo lo que puede aportar. En esto se nota el ansia de convertir el juego en una introducción y no ir más allá. Y realmente es una lástima, pues no es todo lo épico que podría ser, ni le da tiempo a que odiemos con justa furia a nuestros enemigos; más bien avanzaremos matando lo que haya que matar, sin demasiada motivación.

Harina de otro costal es lo de matar. Contamos con un impresionante arsenal de armas, desde las de proyectiles hasta las de cuerpo a cuerpo. Para quien conozca el juego de mesa, casi no falta nada. Desde el típico bólter (demasiado parecido a una ametralladora aquí) hasta los rifles de plasma, pasando por distintas modificaciones de los patrones normales de las armas. La munición prácticamente sobra, así que no nos meteremos en aprietos salvo si vamos disparando a todo lo que se mueve y no entramos nunca en combate cuerpo a cuerpo. Se echan de menos las coberturas, pero realmente el juego está planteado sin ellas y podremos sobrevivir si tenemos cuidado.

Hay menos armas cuerpo a cuerpo, y quizá se echen de menos algunas (puños de combate…) pero tenemos la icónica espada sierra, hachas de energía y hasta martillos (de los que no conviene abusar, porque, a pesar de su potencia son lentísimos). La parte cuerpo a cuerpo es más arriesgada y perdona menos los errores, pues los enemigos son muy numerosos y nuestra salud mermará enseguida. Básicamente tenemos dos botones, uno para atacar y otro para atontar, y al combinarlos iremos sacando combos (muy pocos) con los que enfrentarnos a las hordas de enemigos. A los atontados los podremos ejecutar, pasando a momentos casi de gore, y ésa será nuestra única manera de recuperar salud. Porque tenemos una armadura que sí que recarga con el tiempo, pero si desaparece y hieren a nuestro personaje, no habrá descanso que valga. Esto nos obliga a arriesgar en algunos momentos para conseguir ejecutar a algún enemigo que nos devuelva vitalidad, o a recurrir al modo Furia. A partir de cierto momento contaremos con un indicador de Furia, que al rellenarse nos permite pasar a dicho modo, en el cual haremos más daño, podremos tener una especie de bullet time al disparar y regeneraremos salud; con lo cual debe ser bien gestionado.

Básicamente ése es el modo campaña. Dura unas 7-8 horas, y al final acaba por hacerse algo monótono, dada la repetición continua de combates sin demasiada diferencia. Uno de los alicientes que encontramos (pocas veces, en mi opinión) es el jetpack. Cambia de manera radical el estilo de juego y nos obliga a movernos en las tres dimensiones de los escenarios, aunque hace demasiado fácil las batallas, pues podemos caer sobre los enemigos y abusar de ellos como queramos. Es una pena que tras tanto cambio y cancelación no hayan invertido más tiempo en la campaña, porque aún siendo correcta la trama, apenas hay relación entre los personajes ni incentivos para continuar.

Aquí se nota que toda la carne está puesta en el asador del multiplayer, que nos hará enfrentarnos por equipos: Marines Espaciales vs Marines del Caos. De momento hay dos modos (Aniquilación y Reclamar el Terreno), aunque hay anunciados más para adelante (un cooperativo tipo “Horda” y el clásico “capturar la bandera”). En el primer modo nos mataremos por equipos y en el segundo tenemos que ir conquistando puntos en el mapa (ganando quien más tenga al final), pudiendo elegir tres tipos distintos de personaje: táctico (equilibrado), de asalto (para combatir de cerca) y devastador (con armas a distancia poderosísimas). Al subir varios niveles empieza la diversión, pues podremos elegir la paleta de colores del personaje, como si estuviéramos con el juego de mesa, y realmente engancha.

Como cosa curiosa, el diseño artístico a pesar de ser marrón y gris, está muy cuidado. Aunque se agradecerían otros tonos, el ver recreado un mundo forja con tal atención a los detalles, y cómo la imaginería imperial lo decora, uno casi llega a perdonar tal abuso de tonos feos. Al menos sí que nos sumerge en la ambientación.

Ahora, ¿qué validez tiene el juego para los no fans? Lo cierto es que poca. Como shooter es algo arcaico y los hay mejores en el mercado, y como hack & slash le pasa exactamente lo mismo. No es mal juego, pero es demasiado estándar para la oferta que hay hoy en día. Sólo lo recomendaría al que no esté familiarizado con el mundillo pero le atraiga su estética y quiera saber un poco más sobre él. La cosa cambia totalmente cuando se es fan del juego de mesa: está recomendadísimo. Si uno sabe perdonar la poca ambición de la trama tendrá por delante horas y horas de diversión con el multiplayer y la posibilidad de sumergirse en la piel (aunque sea levemente) de un Marine Espacial durante el modo campaña.

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