Análisis: République

République

République

RépubliqueCrítica

Cuando surgió por primera vez République, allá por el lejano 2011, resultaba un poco increíble lo que quería proponer. En Kickstarter se presentaba como un AAA para móviles (iOS en un principio) en un mercado que estaba salvajemente devorado por los títulos freemium y los juegos gratuitos plagados de publicidad. Y sus propios creadores, veteranos de la industria y de la animación digital (en su haber vídeos como el spot publicitario de Skyrim para televisión) decidieron desoír los consejos de sus compañeros, que les invitaban a seguir ese camino.

No, République tendría que ser un título ambicioso, con una trama elaborada y en formato serial.

Tras mucho bregar durante su campaña de crowdfunding (y finalmente abrir el objetivo a una futura aparición en Android y PC), el equipo de Camouflaj consiguió los fondos que necesitaba y se puso manos a la obra.

Ha sido una trayectoria muy larga, con los dos últimos episodios para iOs muy espaciados en el tiempo y un lanzamiento en PC que trajo, al principio, sólo los tres primeros. Pero por fin está entero en todos los dispositivos, con un lanzamiento para PS4 que hemos querido aprovechar para escribir su crítica.Nada más empezar, uno ya está arrepintiéndose de no haber elegido jugarlo en dispositivos móviles, porque, digámoslo ya, République es probablemente uno de los desarrollos que mejor ha entendido su naturaleza. Comienza con una llamada que emula la que recibiríamos cualquiera de nosotros en nuestro teléfono, y a partir de ahí asume que el jugador es uno mismo, que se ha visto envuelto en la historia de Hope y debe hacer uso de su dispositivo para ayudarla. Primer acierto importante del juego.

Pero, aún siendo espectadores, no vamos a ser simples testigos de los padecimientos de la protagonista, no. El terminal que lleva ella permite una serie de truquitos electrónicos y de interacciones con las cámaras, puertas y ordenadores que encuentre, y es ahí donde entramos nosotros. Saltando de cámara en cámara, colándonos en la red de su prisión, escuchando conversaciones y abriendo y cerrando puertas. La red de vigilancia que temía Orwell rebelándose ante sí misma.

Durante esa primera llamada de Hope y nuestro salto inicial a la cámara empezaremos a empaparnos del mundo en el que estamos: una pretendida sociedad utópica llamada Metamorfosis, de ésas que tienen cámaras por todos lados, guardias de seguridad vigilando que nadie haga nada raro, libros que son quemados continuamente por sugerir ideas peligrosas y hasta el clásico manifiesto rebelde que contamina mentes inocentes y las lleva a enfrentarse al sistema. ¿Les suena de algo?

Quizá el primer capítulo, por lo poco que muestra de ese escenario y un desarrollo algo más convencional sea el menos potente, pero République va creciendo más y más a medida que avanza. Como videojuego de sigilo funciona a la perfección y va complicándose con enemigos que aleatorizan sus patrullas o no pueden ser derrotados con los medios que teníamos al principio, y el control de las cámaras da muchísimas posibilidades para planificar la estrategia que llevaremos. Cada capítulo añade elementos nuevos de jugabilidad, hackeos adicionales del sistema que sirven tanto para mejorar nuestra capacidad de infiltración como para recoger más retazos de la trama.

La narración que nos propone Ryan Payton (Halo 4, Metal Gear Solid), también funciona bien, pero requiere que el jugador se implique mucho, y a poder ser, juegue seguidos todos los episodios (quien lo hiciera de lanzamiento, con tanto espacio entre capítulos se ha debido perder mucho). A lo largo del juego vamos a encontrarnos fragmentos de audio, cartas, medias conversaciones… todo está disgregado y hace falta fijarse bien (y jugar varias partidas) para conectarlo todo. Ni aún así nos enteraremos de todo lo que pasa de fondo durante la huida de Hope, pero al menos nos haremos una imagen general sobre la existencia de Metamorfosis y las ideas de su misterioso fundador.

Aún siendo un título de sigilo, es imposible no acordarse de los primeros Resident Evil con él, porque asume por completo su estructura: recogemos archivos, vemos de cuando en cuando una escena en la que interactúan otros personajes… incluso los escenarios están pre-renderizados y muchas de las tomas de las cámaras recuerdan a los inicios de la saga de Capcom. También algunos de los puzles, aunque aquí se mezclan con la pesadilla orwelliana y dan dos momentos magistrales en el tercer y el último capítulo, además de un cuarto que es prácticamente un homenaje entero a la saga. Quizá deberían tomar nota los japoneses: République funciona magníficamente usando todas esas mecánicas y estructuras que ellos ya descartaron.

Se hace difícil encontrar algo malo que decir de République. Como mucho, que hay que permitirse entrar en él y que su primer capítulo es el más flojo de todos, el que requiere que hagamos un esfuerzo inicial para implicarnos. A partir de ahí es muy fácil dejarse llevar por lo que propone. Es un videojuego muy inteligente, ambicioso y nada pretencioso. Juega con naturalidad con el jugador, se ciñe al formato móvil como un guante y fuera de él también mantiene el tipo: de hecho, es la prueba perfecta de que los videojuegos en móviles pueden desarrollar su propio lenguaje y no ser un “formato menor”. A la vez, mantiene el desafío y premia la planificación al infiltrarnos, cuenta una historia más que interesante y su protagonista tiene vida propia y fuerza. Añadan unos Jennifer Hale y David Hayter pletóricos en sus actuaciones (más ella que él) y les queda un cóctel burbujeante de infiltración, distopías y una reflexión gorda sobre el acceso a la información y la privacidad en nuestras propias vidas. Así que háganse un favor y juéguenlo. En el dispositivo que sea, pero no se pierdan esta maravilla.

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