Análisis: Kyn

Análisis: Kyn 2

Déjenme que empiece esto con una confesión. A pesar de ser el rolero de guardia de Nivel Oculto™, hay varios géneros en el mundo de los videojuegos a los que no me acerco ni con un palo. Desde hace años están ahí los JRPG’s, pero mucho antes llegaron a esa zona los “juegos tipo Diablo“. El primero me aburrió más que media hora de Twitter sólo de emprendedores, y a pesar de encantarme todo lo griego no pude con Titan Quest. No dudo de su valor como juegos, pero en el rol acostumbro a pedir al menos una excusa.

Con esto en la cabeza, piensen en mí cuando me llega Kyn para analizar.Porque el juego de los holandeses Tangrin Entertainment es un action-RPG “tipo Diablo“: hordas y hordas de bichos nos van a asediar a lo largo de cada escenario, y nuestro objetivo no es otro que hacerles morder el polvo con vikinga gallardía.

Pues oigan, buena noticia para empezar: no sólo he conseguido terminármelo (ya saben, no criticamos nada que no acabamos), sino que en cierta medida ha conseguido engancharme lo necesario como para afrontar sin torcer la mueca un género que no suele interesarme.

Vamos a intentar explicar lo que ha pasado.El mundo de HeimrSe produce un choque cultural curioso cuando uno empieza a jugar a Kyn. Uno espera vikingos barbudos, con melena trenzada y aliento que es una mezcla entre cerveza rancia, sal de mar y sangre de sus enemigos. Y sin embargo, aquí abren con una bofetada colorida y con unos diseños que no desentonarían en una película de animación: dos protagonistas jóvenes e imberbes haciendo bromas nada más terminar su iniciación en una suerte de estado superior, reservado a los guerreros más poderosos.Este tono jocoso se agradece, ante la avalancha de títulos que se toman demasiado en serio a sí mismos, aunque hay veces que disminuye el poder de los momentos dramáticos (que aparecerán). Pero es una luminosidad que estará siempre durante todo Kyn: su mundo es extremadamente colorido, y sus escenarios pueden sorprender aún no siendo un derroche de recursos triple-A. Continuamente me notaba pensando en qué bonito había quedado un nivel, para encontrar un siguiente que me gustaba aún más. Escenarios que juegan con varios niveles, lineales pero extensos, que muestran una coherencia con el propio mapa del mundo y la historia.El grueso de su duración (15-20 horas) lo vamos a pasar en ellos: paisajes nevados, templos perdidos, cráteres y costas azules, de todo un poco. Probablemente uno de los motivos por los que se me ha hecho disfrutable ha sido adentrarme en ellos, avanzar otro poco más mientras veía que no todo lo que tenía que hacer era matar.

El diseño de niveles, lejos de pecar de la habitual vagancia de poner un par de puzzles, sabe jugar en algunos momentos con (sí) los evidentes rompecabezas, pero también se saca de la manda una misión simpática de escolta y un par de fases en las que manejamos distintos frentes y debemos irnos ayudando (las mejores del juego).Aparte tendremos el poblado de los protagonistas, donde podremos conversar (poco) con sus habitantes, comerciar y fabricarnos equipo. Hace del habitual “hub” que enlaza una misión con otra (el mapa está cerrado), donde avanza poco a poco la trama y se nos van asignando las cosas que debemos hacer.

Digámoslo ya: Kyn tiene poco “rol”, si por él entendemos relacionarnos con otros personajes, conversaciones con múltiples posibilidades de respuesta. Lo hay en las subidas de nivel (siempre tras cada misión, independientemente de los monstruos aniquilados), en las estadísticas y conjuros… Pero no es un Baldur’s Gate.Familia lejana, pero familiaLa trama del juego (que la hay) se va a desarrollar en las conversaciones entre los miembros del grupo, al acabar las misiones… Pero sólo decidiremos una cosa (y qué cosa) al final. Como en el resto de juegos de su tipo el peso no está en la historia, y se nota, pero al menos sus creadores han intentado darle varias vueltas para no crear algo épico y cargado de tópicos. Lo consiguen, pero hay que llegar hasta el final del juego para entenderlo de verdad. Hay que hacer el viaje de enemigos destripados y descubrimiento para comprender que Kyn tiene poca historia, pero sí mucho diseño detrás de su mundo.Se nota también en el trabajo puesto en los enemigos. Lejos de recurrir a los típicos orcos, hay toda una raza (los aeshir) con un trasfondo detrás, y una serie de criaturas a las que nos enfrentaremos, que abarca desde gigantes con aprecio por la tecnología hasta (mis favoritos) hombres cocodrilo con maneras de ingeniero loco. Es ahí donde está el grueso del esfuerzo: primero en unos niveles muy bien trabajados, y luego en el mimo puesto para encontremos un mundo propio, una Escandinavia mítica y colorida plagada de bichos únicos.

A diferencia de muchos otros títulos del género, aquí no llevamos a un héroe solitario ni habrá multijugador para traernos a un amigo. Aquí gestionamos a un grupo: los dos protagonistas y los guerreros que se les unirán. Han intentado dotarles de algo de personalidad, pero con tan pocas conversaciones sólo vamos a encontrar pinceladas de su carácter. Eso sí, los podremos editar y equipar con lo que queramos, incluso pudiendo redistribuir las habilidades de un poderoso mago para transformarlo en bersérker con un mandoble inmenso.

El sistema es sencillo: vamos subiendo tres atributos distintos (cuerpo, mente y control), que corresponden con las habituales clases de guerrero, mago y arquero (o asesino con dagas).

Lo bueno es que podemos invertir todos los puntos sólo en una y ganaremos también puntos de vida y espíritu (para las magias), que realmente son ajenos al reparto.

Cada atributo nos abre tres árboles de habilidades distintos, de las que podemos elegir dos para llevar “equipadas” con cada personaje, configurando nuestro ejército como más nos guste. Entre ellas el protagonismo lo merecen las habilidades especiales, que hay que “alimentar”. Al crearlas debemos usar una piedra de entre nueve disponibles, y cada una se recarga de distinta manera: por ejemplo, la de frío lo hace automáticamente en niveles nevados, la de sangre provocando muertes, la de vida absorbe hechizos de curación (propios o ajenos)…

Va a haber que usarlas con buen juicio, porque ya en el nivel normal Kyn nos va a exigir que las aprovechemos y empleemos bien el escenario (hay enemigos parapetados, otros con escudos enormes que sólo pueden ser atacados de espaldas). Aunque el combate es en tiempo real puede ralentizarse durante un instante, y esto también habrá que hacerlo bien para sobrevivir. Subid la dificultad y tendréis todo un reto por delante.Kyn es más action que RPG y tiene más mundo que historia. Aún con eso ha conseguido mantenerme interesado, divertirme y desafiarme con sus combates. Es probable que no esté a la altura de los puntales de su género, pero se hace muy disfrutable si uno se acerca a él sabiendo a lo que llega. Y aún con el impacto visual en la primera partida, uno puede percibir todo el cariño y esfuerzo que lleva detrás.

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