Análisis: Homefront

Análisis: Homefront 4

A finales de 2011 fallece el gran líder norcoreano, Kim Jong-il. Poco tiempo después le sucederá su hijo, Kim Jong-un. Con él en el poder, Corea del Norte se vuelve aún más beligerante y comienza a efectuar maniobras militares para anexionarse a Corea del Sur. A continuación irá Japón, se producirán una crisis energética de dimensiones nunca conocidas y varias plagas (entre ellas la gripe aviar). Se añadirá un pulso electromagnético que inutiliza toda la tecnología estadounidense, provocando una invasión en toda regla. Bien, pues en 2027 los Estados Unidos han sido sometidos y su población es usada para varios cometidos, destacando el trabajo forzado y el tiro al blanco.

Ése es el punto de partida del nuevo FPS de Kaos Studios, que presume de haber contado con John Milius (Apocalypse Now, Amanecer Rojo) como guionista principal. Encarnaremos a un miembro de la resistencia en una guerra de guerrillas que va intensificándose, con el objetivo de echar a los norcoreanos del país. Desde luego, la idea es interesante, aún pudiendo cabrear un poco a Kim Jong-il (que inventó las hamburguesas y es el mejor golfista del mundo, o eso dice él) y nunca está de más probar nuevos enemigos y ambientaciones; ahora, ¿cumple el juego?

Pues la realidad es que cumple menos de lo esperado, especialmente en la campaña para un jugador. Partiendo de la base de que es complicado competir en un mercado como el de los juegos bélicos en primera persona, Homefront no hace demasiado para diferenciarse del resto. Es cierto que cuenta con una ambientación cuidada y muy distinta a lo que puede uno encontrarse en el mercado, pero es mucho más interesante lo que hay de fondo (como la espectacular introducción) que la historia que se desarrolla en la campaña individual. Se desaprovecha completamente el filón narrativo, se avanza a trompicones y no conseguimos interesarnos demasiado por el protagonista (del que nada se sabe, salvo que es un ex-piloto). Lo mismo pasa con los secundarios, hay poca interacción y aunque tienen algo de carisma, no terminamos de conectar con ellos, les falta “vida” más allá de la ocasional línea de diálogo.

A esto hay que sumar la escasa duración: no más de 5 horas. De hecho, es posible terminarse el juego en una tarde si tenemos mucha habilidad jugando a FPS, con lo que para muchos, subir la dificultad o conseguir retos (por ejemplo, terminar las misiones sin que nos maten una sola vez) se convertirá en lo normal si queremos que dure un poco más. Las misiones no tienen casi variedad, con lo que repetiremos muchas veces tiroteos y situaciones, sin ni siquiera la excusa de una historia envolvente que nos empuje a avanzar. Curiosamente, sí que encontramos de cuando en cuando variaciones (misiones de sigilo, control de vehículos) y algunos momentos de poderosa intensidad emocional, que deberían darse más a menudo para reforzar la campaña. El único añadido a nivel de historia son unos periódicos que podremos coleccionar, que nos cuentan cómo ha ido pasando todo, y una radio libertaria que escucharemos antes de las misiones, que, de nuevo, se quedan a medias.

Choca que, con esa capacidad que han tenido en situaciones puntuales de meternos en la trama y hacernos desear que queramos recuperar el país, no hayan sido capaces de hacer una historia memorable. Lo mismo pasa con los enemigos, parecen caricaturas de lo malvados que son, hasta que encontramos esfuerzos por devolverles la humanidad y darnos otros antagonistas que han perdido la cabeza por las consecuencias de la guerra. En general, vemos la capacidad por darnos más “chicha” narrativa, pero se quedan a las puertas.

Más allá de la mecánica pura de FPS, contaremos con la posibilidad de controlar un vehículo por control remoto (llamado Goliath) y enviarlo a por las unidades enemigas, teniendo que protegerlo a distancia de los lanzamisiles. Es de las pocas cosas originales que encontramos, porque de resto contaremos con una escasa (pero realista) variedad de armas con las que enfrentarnos a un invasor con una inteligencia artificial que no destaca por su agudeza.

Gráficamente en la media y con un motor que cumple, pero no es brillante, el principal incentivo son los escenarios. Son amplísimos, pero, sobre todo, tienen un sentido dentro de la rebelión, y una dirección artística por encima de la media. Nos enfrentaremos a los norcoreanos en los típicos suburbios de las afueras, con sus casitas con tejado y feeling estadounidense. Campos de béisbol, centros comerciales…todo se ha convertido en un campo de batalla, y es impresionante ver lo que se consigue a nivel de ambientación con escenarios tan del “sueño americano”. La estrella en esto es el Golden Gate, que será uno de los puntos fuertes. A destacar también las pantallas de carga, con “escenas” de la invasión.

Otro de los mejores aspectos será la banda sonora. Se le ha dado un uso muy racional, sin saturar, y está ahí para intensificar la emocionalidad de algunos momentos, yendo de los más duros a la pura épica. Lo consiguen más con la épica, eso sí. En el resto del apartado sonoro los efectos de las armas y explosiones están conseguidos, y el juego está doblado al español. A mi parecer, no convence, falla mucho al sincronizar voces con movimientos y le falta algo, no da la sensación de que los actores se crean lo que está pasando.

Entonces llega el multijugador, que es la estrella. Tristemente, pasa cada vez más. Podremos jugar hasta 32 personas (16 por equipo) en los modos que traen la mayoría de FPS, con distintas configuraciones de personaje y ganando puntos en las partidas que podremos canjear por objetos o por reaparecer pilotando distintos vehículos. Ganaremos también experiencia y subiremos de nivel, todo de manera sospechosamente similar a los Call of Duty. Ojo, los modos son divertidos (especialmente uno de capturar zonas y mantenerlas), pero uno no consigue entender cómo se han intentado diferenciar tanto del rey del género para luego no ofrecer una campaña a la altura e intentar compensarlo con un multijugador que está muy bien, pero que no puede discutirle a los máximos referentes.

Quizá la explicación es que estamos ante un juego muy “estadounidense”. Los momentos de patriotismo, la invasión, la lucha contra el enemigo rojo…puede que eso convenza y atraiga más a la población de EEUU, grandes consumidores del género bélico y que tendrán el incentivo de recuperar su país. Igual con esto me pillo el dedo, pero habrá que ver las ventas. Para el resto de jugadores, quedará en un correcto FPS, con muy buena (y muy mal aprovechada) ambientación, que no ofrece nada que hayan ofrecido previamente otros juegos del mismo género.

Lo mejor: Escenarios y dirección artística. Ambientación.

Lo peor: Campaña individual de duración escasa, narración mediocre. Similaridad con muchos FPS.

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