En los últimos años han aparecido videojuegos relacionados con la guerra de un modo prolífico. Call of Duty nos permite salvar el mundo al más puro estilo Michael Bay, Medal of Honor nos propone encarnar un soldado en un film bélico, Battlefield y Arma nos muestran (cada una a su manera) la guerra gigantescas y táctica, y This War of Mine nos muestra los efectos de la guerra en la población civil.
Todos estos juegos tienen un punto de vista común, tratan de mostrar un lado poco amable de la guerra (sí, hasta Call of Duty donde hay un malo malísimo que quiere destruir el mundo). Sin embargo, Far Cry 4 nos pone en el lugar de un guerrillero en un país del que nunca nadie ha oído hablar, y donde nos muestran al tirano como un loco. Pero no como un loco con ganas de acabar con el mundo, sino con un personaje casi cómico. Con una vis sádica entre la melomanía y la bipolaridad. Un personaje como Pagan Min se merece un aplauso muy fuerte por ser de lejos el mejor villano de este año.
Si les gustó Far Cry 3, esta secuela mantiene lo que funcionó, corrige los errores y amplía la experiencia hasta convertirlo en un gran sucesor. Las posibilidades son enormes, aunque sigue estando muy por detrás de un GTA V.
La historia no es gran cosa, y se presenta más como una excusa en muchos momentos. Encarnamos a Ajay, el hijo de una líder de la revolución local que vuelve a Kyrat (un Nepal ficticio) a esparcir las cenizas de su madre en un lugar muy concreto del país. Nosotros sin saber lo que pasaba en este país, nos vemos envueltos en la revolución y (como no) nos convertimos en el libertador de Kyrat.
Así, nuestro papel es el de conseguir llegar a la zona de Kyrat conquistando el país a Pagan Min de mano de la revolución, y decidiendo si queremos que el régimen que suceda sea fundamentalista religioso o un narcoestado. Lo cual, supone una reflexión inesperada en un título que por lo demás trata de ser una experiencia de acción desenfrenada marcada por la elección entre supervivencia, asalto (y cientos de espectaculares explosiones) o evasión.
Y es que Far Cry 4 potencia el uso del sigilo y de la elección de cómo cumplir los objetivos, con un mundo abierto muy bien optimizado y diseñado, siendo todos los elementos del entorno perfectamente empleados tanto por la IA como por el jugador. El uso de explosivos hace muy tentador dejar el arco y las armas silenciadas de lado, y subirse a un elefante lanzando bazookazos y C4 contra cualquier cosa que se mueva.
Far Cry 4 es tremendamente divertido tanto como un juego de sigilo como un juego de acción desenfrenada, plantando trampas, lanzando balas como si de fuésemos uno de los famosos “Mercenarios” de Stallone. Además la personalización de armas, equipo y la adquisición de habilidades juegan mucho a nuestro favor a la hora de desarrollar nuestra forma de ejecutar las misiones.
Así mismo, la IA ha sido muy mejorada, ya que en Far Cry 3 había un claro desequilibrio entre ir al asalto puro y al sigilo, siendo este último mucho más fácil. Ahora los enemigos se alertan con mayor facilidad, sus rutas permiten descubrir cuerpos, y el gatillo fácil sólo nos llevará a revelar nuestra posición (muchas veces bombardeada con mortero) lo cual lleva a desarrollar una mentalidad de exploración y observación para no acabar acribillado entre los árboles.
También hay que mencionar que los animales de Far Cry 4 son mucho más variados y en muchos instantes difíciles de matar. Cuando se encuentren con el pequeño ratel me pueden contar si ese bicho no ha salido del mismísimo infierno. O cómo acabar con un rinoceronte cuando se pone a embestirnos salvajemente (Yo uso C4 en cantidades industriales).
A nivel gráfico, este análisis parte de un visionado NextGen de PS4, y queda patente el esfuerzo y el cariño dedicado a este apartado, no sólo por la calidad gráfica sino por el apartado artístico, siendo el mapa variado y siempre rodeado del imponente Himalaya. Así, las misiones secundarias en Shangri—La son de lo mejor dentro del apartado artístico que he visto en años. Con un atardecer dorado, árboles y ríos rojos y un aspecto onírico tremendamente conseguido en todo momento.
Como parte negativa, quizás las misiones secundarias se pueden hacer redundantes (como en cualquier título de Ubisoft), ya que proponen lo mismo en otra zona del mapa una y otra vez. (Cosa que rara vez ocurre en la campaña, siendo variada y divertida en las formas de ejecutar la misión más que en la misión en sí misma).Sinceramente, no quiero hablarles más de las bondades de este juego, ya que podría caer en perjudicarles su experiencia en este título absolutamente recomendado por mi parte. No es sólo una secuela que aprovecha el tirón de Far Cry 3. Es un juego de derecho propio, un ejemplo de lo que la propia Ubisoft debería hacer con sus franquicias, dejándolas madurar el tiempo necesario en los estudios y no lanzarlas estén como estén.