Análisis: Dex

Dex
Análisis: Dex 2
Fecha de lanzamiento
7 mayo, 2015
ESTUDIO
Dreadlocks
EDITOR
Techland, WhisperGames
PLATAFORMAS
PC, Mac, Linux, PS4, ONE, Switch, WiiU

El ser humano liberó una colosal inteligencia artificial para que le sirviera en su ciudad más importante, Harbor Prime. No era una criatura autónoma en un principio, sino más bien una poderosa sirviente con la que hacer más fáciles las vidas y el día a día de los demás. Pero desarrolló conciencia propia, como suele pasar siempre que se hacen estas cosas. Como estaba ya en todos sitios y hubiera sido un desastre tratar de desconectarla, un virus fue volcado en la red para tratar de disminuir su influencia: tablas. Mientras tanto, un hacker advierte de sopetón y en mitad de la noche a una mujer de pelo azul: “¡Dex, vienen a por ti!”

Así inicia la versión definitiva de Dex para PS4, un videojuego de rol en dos dimensiones que ya había debutado previamente en ordenadores, con una chica perdida y un universo cyberpunk por el que abrirnos paso y sobrevivir a nuestros captores. Un título que tiene dos protagonistas absolutos: la enorme ciudad que despliega para nosotros, con sus entresijos y secretos, y su protagonista, que sin partir del cliché aburrido de la amnesia va a ver cómo su historia es más de lo que ella creía.

Dex es uno de esos casos que sirven perfectamente para ilustrar que el todo muchas veces es más que la suma de las partes. Su planteamiento podría separarse en varios compartimentos diferenciados: exploración y combates en los escenarios, pirateo en el mundo virtual y diálogos. Y lo curioso es que dos de esos segmentos no terminan de cuajar a la perfección.

En la faceta de exploración todo funciona bien… hasta que tenemos que lidiar con nuestros enemigos. Los escenarios son grandes, tienen un diseño precioso e invitan al jugador a adentrarse en ellos y explorar. Dependiendo de las habilidades que compremos pueden darnos más aún (puertas que ahora se abren, plataformas que eran inalcanzables hasta poder saltar más, humo tóxico que ahora no nos afecta…) y en general estimulan al jugador: siempre hay algo adicional por hacer en ellos. Recuerdan (con salvedades) al “género” metroidvania por la capacidad que tienen de hablar con el jugador. Pero ay, cuando toca luchar.

Los combates en Dex tienen poca complicación: puñetazos, patadas y rodar para esquivar. Pero hasta que vayamos subiendo de nivel, más de una vez nos van a machacar. Yo me encontraba, aún en niveles altos, ya huyendo del conflicto porque me resultaba aburrido repetir la secuencia de la voltereta y el puñetazo. Las armas no funcionan mejor: se hace un lío recargar, el apuntado no responde del todo bien…

Para evitarnos algunas de las trifulcas podremos tratar de movernos con sigilo (agachándonos, escondiéndonos tras cajas…) y a ello también nos ayudará el pirateo. Dentro del propio escenario podemos trucar cámaras o torretas para que nos ignoren (o ataquen al enemigo) en un minijuego que toma la forma de shmup en el que nuestra navecita se enfrenta al virus, alertado por nuestra intromisión. Lo vamos a pasar muy mal hasta que subamos de nivel y compremos las habilidades. Y al revés, al final del árbol de pirateo, acabaremos siendo casi dioses.

Esta misma mecánica se puede utilizar en ordenadores (en algunos momentos será obligatoria) y ahí es cuando peor funciona. Escenarios largos, llenos de peligros que en un principio están muy por encima de nuestra capacidad… La idea de diferenciar la jugabilidad del hackeo no hay duda de que es buena, pero el resultado ha sido bastante regular.

Y sin embargo, decía que Dex es la prueba fehaciente de que el todo es más que la suma de las partes, ¿no?

Porque Dex funciona muy bien. A pesar de las veces que querremos tirar el mando en las partes de pirateo (doy fe) y de lo que nos cueste avanzar a veces, sabe traer una historia interesante y entrelazar las vidas de los habitantes de Harbor Prime con la de la protagonista. Los diálogos son interesantes y requieren de la atención del jugador para salirse con la suya: por mucho que compremos la clásica habilidad para convencer al personal, vamos a necesitar meternos en sus cabezas y decirles lo que (creemos que) quieren oír.

A su vez, además de una trama principal trabajada (aunque algo liosa), muchas de las misiones secundarias están muy bien escritas, con sus ramificaciones que nos pueden permitir otras secundarias de una forma u otra. Son, sin duda, lo que mejor funciona de todo el conjunto. El juego está hecho de tal forma que para progresar deberíamos irlas haciendo, porque cada vez será mayor el desafío, pero aún sin eso nos veríamos buscando algo más que hacer, alguien más con quien hablar y meternos más aún en la vida de la megaciudad.

La recompensa a todo esto, la subida de nivel, compra de habilidades y de implantes, también nos hace continuar. Realmente viviremos el progreso de nuestra protagonista, y según los aumentos y habilidades que escojamos, podremos descubrir partes del juego y de la trama que nos estarían vedadas. Todo se relaciona entre sí: las misiones y la ciudad saben aplacar la desidia que acompaña en muchos juegos de rol a la búsqueda de puntos de experiencia.

Dicho todo esto, ¿necesitan un veredicto final?

Dex merece la pena. La construcción de su escenario, el buen tino eligiendo una ciudad inmensa que no disperse la atención del jugador y la vida casi real que uno encuentra en ella hacen que sus defectos sean menos feos. La progresión se hace realmente divertida, las conversaciones y archivos que puedan encontrar de verdad aportan a la narración y nos permite jugar como queramos, dándonos las suficientes alternativas en cada escenario como para que merezca la pena romperse la cabeza. Añádanle las sorpresas que trae, las lógicas revelaciones finales y un final algo apresurado, pero muy interesante, y verán que en el global Dex sale ganando.

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