Análisis: Democracy 3

Análisis: Democracy 3 2

Me gusta la política, y cualquiera que me siga en Twitter sabe fácilmente de qué pie cojeo. Por aquí no hablo mucho del tema salvo para lanzar pullas a escondidas porque no es cuestión, pero sí, me gusta la política. Hasta ahora mis pinitos con los simuladores pasaban por interminables horas de bachateo y salsita rica mientras jugaba a la saga Tropico, o cómo no, incursiones hasta altas horas de la madrugada con Civilization. Pero ahí la política era un ruido de fondo, una serie de opciones que ofrecían bonificadores y poco más.

De ahí el salto a Democracy 3, que, como su nombre indica, es el tercero de la saga.

El título de Positech Games es un profundísimo simulador de gestión política, en el que gobernamos un país durante una legislatura y debemos granjearnos los afectos de distintos grupos de interés para convertirlos en votantes y seguir en el poder. El único videojuego que se me ocurre que pueda ser comparable es otra saga llamada Commander in Chief (IGS), aunque Democracy 3 permite menos cafradas (en el otro puedes cargarte la Constitución y ser un dictador, entre otras opciones).

Todo comienza eligiendo un país de los disponibles (hay pocos, pero en Steam Workshop la gente ya ha añadido un montón). Con nuestra victoria en las elecciones y un largo mandato por delante, deberemos hacer frente a las necesidades del país (empleo, pobreza, PIB, educación, crimen y sanidad). El interfaz de juego es bastante sencillo, aunque en cuanto lo veamos no nos lo parecerá: tenemos una pantalla principal en la que salen todas las políticas tomadas y que al pasar el ratón por encima de ellas mostrarán su interacción en términos de influencia, aparte de algunos eventos especiales (por ejemplo, alta tecnología, epidemia de asma…). Y luego, un par de pantallas más en las que podemos ver el presupuesto, el consejo de ministros o cada política y sus efectos por separado.Asusta porque la interfaz parece complicada, pero realmente a los diez minutos ya nos hemos familiarizado con ella.

Entonces es cuando empezaremos a darnos hostias contra la pared. Porque Democracy 3 intenta ser todo lo realista posible y no un vehículo para satisfacer nuestras ideas políticas. Por ejemplo, en mi primera partida, y nada más llegar al gobierno, empecé a tomar decisiones de marcado carácter ideológico y a dilapidar el dinero de los contribuyentes en aventuras soberanistas en lo que yo juzgaba mejor para ellos. ¿Resultado? Quiebra brutal, incremento de la deuda externa y acabé siendo asesinado por un grupo de fanáticos religiosos.

Primera lección de realkpolitik: no se puede gobernar contra la realidad. En Democracy 3 estamos sujetos a la tiranía del presupuesto y no es buena idea desviarnos demasiado y llenarnos de déficit. Así que toca comenzar una nueva partida y empezar a prestar atención a las cosas. Tenemos un enorme abanico de políticas a decidir y son de todo signo, pero para incorporarlas debemos usar los puntos de “capital político” que nos dan nuestros miembros del gabinete ministerial: cuanto más leales y experimentados, más puntos darán, y viceversa. Con esto en mente ya empezaremos a tomar decisiones y a ver los efectos que causan en los votantes y grupos de interés.

Por poner un ejemplo: si legalizamos la marihuana subirán un poco los crímenes no violentos, pero bajará el crimen en general, a la vez que cabreamos a padres y conservadores y mejoramos nuestra imagen ante los libertarios. Hay de todo: subsidios agrarios, cuantía de seguro por desempleo, bodas gays, impuestos por contaminación…La cantidad de decisiones que podemos tomar es inmensa, y sus repercusiones son algo que debemos tener en cuenta a la hora de elegir.Lo curioso es que si nuestro nivel de aprobación sube y seguimos gobernando durante varias legislaturas, podemos ir influyendo en la configuración de nuestra población. Por ejemplo, puede que tengamos a un montón de socialistas que se cabrean con cada medida en pos del libre mercado y bajar los impuestos a los ricos; pero penalizando determinadas políticas haremos que con el tiempo su población baje y acabemos montando el paraíso objetivista que Ayn Rand soñó sin que nadie se queje.

Lo que no deja de ser una muestra de lo que se puede conseguir en la realidad si durante mucho tiempo se fomentan un tipo de políticas educativas y sociales en cualquier país.

A todo esto hay que añadir una serie de incidentes aleatorios (escándalos ministeriales, un premio Nobel nacional…) y de decisiones sobre las que legislar que nos asaltan en cada turno (son aleatorias y muy actuales: normativas sobre fracking, designación de presidente del Tribunal Supremo…) que aportan variedad pero se hacen un poco escasas.Precisamente es el valor educativo, y no lúdico, el más poderoso en Democracy 3. No digo que no sea divertido o enganche (a mí me ha agarrado y no me ha soltado), pero casi parece un serious game con todo lo que se puede aprender jugando y todo lo que enseña. De hecho, puede adquirirse a través de una licencia educativa para usarse en clases, y me consta que hay profesores que lo utilizan.

No es nada maniqueo ideológicamente, sino que nos deja tomar las decisiones que queramos sin juzgarnos, y puede “ganarse” con todo tipo de rutas: desde la utopía neoliberal hasta el edén socialista, con todo lo que haya en medio. Hasta llegar a ahí, lo único que hay que vigilar es el dinero que gastamos y el que ingresamos y tener a la población más o menos contenta para que te siga votando. Por el camino encontraremos una reflexión sobre el uso que se le da a los presupuestos, las diferentes formas de abarcar un problema y las alternativas políticas que se tienen en todo momento.

Si acaso echo de menos algún tipo de interacción mayor con el exterior, algo en plan Naciones Unidas. Podemos establecer acuerdos de comercio, políticas migratorias…pero no hay mucha más relación con otros países y sería divertido algo de juego diplomático. Pero en todo lo demás es perfecto.

Evidentemente, no será un videojuego para todo el mundo, pero quien busque un simulador completo de política va a maravillarse con Democracy 3. Tiene ya dos DLC’s que añaden nuevos eventos y decisiones (el de extremismo es pura locura) y es altamente modeable a través de Steam Workshop. Con entender que quiere ser lo más realista posible y no cumplir tus sueños bolivarianos, será muy disfrutable.

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