Análisis: Vanquish

Análisis: Vanquish 2

Muy pocos conocen el nombre de Shinji Mikami por estos lares, razón por la cual, el título que nos ocupa, no haya recibido una enorme atención por parte de los usuarios, y aún más si tenemos en cuenta el aluvión de novedades por estas fechas, haciendo que Vanquish no tenga la repercusión que se merezca. Sin embargo, todos aquellos que sí que hemos seguido la trayectoria de este visionario, no dejábamos de mordernos las uñas cuando se anunció su nuevo proyecto des del ya lejano Resident Evil 4 en la faceta directiva. Cuando surgieron sus primeras imágenes aprovechando el tirón de Bayonetta, no se pudo evitar relacionarlo con esa cantidad ingente de shooters en tercera persona con sistemas de cobertura surgidos a raíz de la saga Gears of War. El propio Mikami anunciaba a su nuevo hijo como la respuesta oriental de los shooters en tercera persona que pueblan en occidente. Hay mucha razón y verdad en sus palabras, pero sería injusto catalogar Vanquish como una respuesta a una industria que no se encuentra en sus mejores momentos en ámbito internacional (en su tierra ya es otra cosa) debido al resurgir de una competencia totalmente feroz y hambrienta por obtener una mayor porción de mercado del sector videojueguil.

Para este servidor, Platinum Games ya ha demostrado ser un sinónimo de garantía. Su corto currículo es brillante y espectacular como pocos, gracias al ser una compañía con gran autonomía e independencia y llevada a cabo por pesos pesados salidos de Capcom y de la desaparición del fallido estudio Clover. Quizá la mejor forma de definir a esta compañía es como la de un grupo de programadores que sin llegar a crear nada revolucionario, si que han sabido coger viejos géneros donde la incorporación de novedades o de innovación era algo que parecía imposible, y los han redefinido, sabiendo otorgar cierta vuelta de tuerca otorgándonos una nueva visión de entender el género. Lo hicieron con el Beat’em up con Mad World, el Hack’n Slash con Bayonetta y ahora lo hacen con los shooters en tercera persona con Vanquish. Si hay algo por lo que destaca Platinum Games es por su predilección por el exceso, todos sus juegos hacen hincapié en una jugabilidad marcada por una exageración en todos sus atributos, tanto jugables como estéticos y siempre al servicio de una dificultad tirando a alta, siempre pensando en jugadores ya curtidos en el sector, pese a que también los hagan más asequibles para los neófitos.  No cabe duda que su estética donde mezcla lo esperpéntico, lo grotesco y lo exagerado llama la atención y es una de sus mayores bazas, enriqueciendo su jugabilidad hasta límites insospechados. Vanquish hace honor a dicha trayectoria en Platinum Games, es por ello que no es justo catalogarlo como la respuesta japonesa al género, pese a que también hay señales de ello que ahora se hablará más detalladamente.

Lo primero que llama la atención de Vanquish es que no se esconde de sus orígenes, mostrando sin tapujo alguno una de las mayores pasiones de los nipones: Los mechas. Todo el juego desprende un aire futurista, pero sin los aires post apocalípticos que tanto estamos acostumbrados a ver y con un brillante diseño de todo lo que se refiere a seres mecánicos, incluso en nuestro protagonista, Sam Gideon, que lleva equipado durante todo el juego de una especie de armadura mecha que deja a cualquier saltimbanqui a la altura del betún.  Así que si en occidente, los protagonistas de estos juegos se pelean para ver quién se mete más esteroides por el cuerpo, aquí se pelean por ver quién tiene la armadura de diseño más chula. El gran punto en común sería una historia que brilla por su ausencia, únicamente metida como mera excusa para justificar la oleada de caos, tiros y destrucción que vamos a cometer. En pocas palabras, como en occidente, la historia está completamente al servicio de su jugabilidad, con la sensación de ser más bien un complemento o añadido para tapar los agujeros entre tanto tiroteo.  No obstante, Mikami hace todo un homenaje en la temática del título en los años 80, con una jugabilidad puramente arcade y con un argumento que parece el resurgir de la guerra fría con un nuevo enfrentamiento entre americanos y rusos, léase como antiguos soviéticos,  luchando por la industria armamentística con la eterna alusión de quién posea mayor poder armamentístico, es quién tendrá el poder suficiente para coaccionar al otro. Sam Gideon no es más que un científico enfundado con una armadura mecha de enormes posibilidades  que debe acompañar a  todo un ejército de EUA para atacar toda una estación espacial rusa liderada por un ruso absolutista que amenaza con provocar muertes y destruir los valores de la libertad de los EUA. La trama no se le puede reprochar gran cosa, es simple pero efectiva, incluso con algún giro interesante e inesperado, pero se mantiene prácticamente ausente durante toda la aventura entre las intensas ensaladas de tiros con un papel puramente anecdótico.

Ya entrando en materia jugable, ya se ha dicho lo injusto que sería comparar Vanquish con el resto de juegos de similar índole, pues el título de Mikami tiene ciertas características que lo alejan de lo convencional o ya conocido. El juego posee un control muy similar a los demás títulos  del género con el pad. Sin embargo, es en una mecánica mucho más rica, frenética y nerviosa donde la cosa cambia. Se ha recalcado ya la predilección de Platinum Games por lo excesivo, que a la vez es su principal arma, aquí y pese a sus coberturas, nos estaremos moviendo de un lado para otro y realizando todo tipo de evasivas como volteretas o deslizamientos debido al desgaste de las coberturas y a la ingente cantidad de enemigos que nos aparecerán en pantalla y que estarán en continuo movimiento. Es fácil sobresaltarse o ponerse nervioso con los primeros minutos de juego, pues Mikami ha imprimido a Vanquish de un ritmo adrenalínico, puramente vertiginoso y frenético que llega a rozar lo histriónico. Su desarrollo es puro nervio de principio a fin donde no se permite decaer la intensidad de la acción en ningún momento. No son esas las únicas cualidades del título, ya que la  propia armadura que posee Sam Gideon, le permite propulsarse deslizándose a ras del suelo ralentizando la acción permitiéndole apuntar con una mayor precisión a todos los enemigos mientras esté en movimiento.  Por si no fuera poco, también tenemos la posibilidad de atacar directamente al enemigo cuerpo a cuerpo con un solo botón, cuyo ataque variará dependiendo del arma que llevemos encima. No obstante, el uso de esas habilidades no es gratuito, y provocarán el sobrecalentamiento de nuestro traje durante unos instantes sin la posibilidad de ralentizar el tiempo y con la enorme posibilidad de dejarnos totalmente vulnerables ante la incipiente oleada de enemigos que tenemos a nuestro alrededor. Cabe también decir que si nos hieren o estamos bajos de salud, la ralentización del juego se efectuará automáticamente hasta que se sobrecaliente la armadura para poder facilitarnos una cobertura que nos mantenga a salvo de las ráfagas enemigas.

Si entramos a hablar de las armas, decir que únicamente poseemos un dispositivo capaz de transformarse en distintas armas, hasta cuatro diferentes, pese a que las podamos cambiar con las de nuestros enemigos caídos o aliados. Las hay de todo tipo, des de las clásicas ametralladoras pesadas o ligeras, escopetas, lanzagranadas y un abanico de otras que son de lo más peculiares permitiéndonos afrontar las diversas escaramuzas de modos distintos como una que apunta a diversos objetivos a la vez u otra que lanza discos cortantes. El arsenal es variado e incita al jugador a probar cada una de ellas para ver sus efectos devastadores. Todas y cada una de ellas pueden ser mejoradas  y modificadas si las llevamos equipadas y encontramos por el escenario un holograma de mejora o un cargador de esa misma arma  y que la nuestra ya se encuentre con la munición completa. Las mejoras van desde aumentar su precisión, la munición de su cargador o su potencia de fuego, y es uno de los mayores incentivos del juego, mejorar y ver las posibilidades de aquellas armas que se nos adapte mejor a nuestra forma de combatir. Cabe remarcar que pese a que los juegos de este tipo sufran últimamente un mal endémico en lo que a variedad de situaciones se refiere, Vanquish consigue sobresalir ofreciéndonos momentos diversos y muy diferenciados. Evidentemente durante todo su desarrollo estaremos saltando y manteniendo  pulsado el gatillo, pero Platinum Games ha sabido otorgar al juego de gran variedad de situaciones y escenarios, permitiéndonos afrontar los múltiples tiroteos de muchas formas posibles. Podemos estar de un momento a otro en un patio exterior, como en una subida escarpada, en una zona de gravedad cero e incluso en marcha de un tren de alta velocidad donde disparamos a los trenes repletos de enemigos que se encuentran ni más ni menos que encima nuestro. El nerviosismo del juego contagia incluso a la cámara, pese a que la podamos controlar libremente.

Como no podía ser de otro modo, en ciertas ocasiones tendremos que enfrentarnos contra algunos jefes finales, la mayoría justo antes de finalizar un capítulo. Son muy probablemente los momentos más intensos que nos depara Vanquish. Son muy variados, con un diseño excepcional y con unos patrones de ataque muy específicos que deberemos descubrir para poder acabar con ellos. Es también en momentos de ese tipo donde a veces el juego nos brinda la oportunidad de realizar algún tipo de Quick Time Event. Sin embargo, hay que defender que su incorporación pasa a ser prácticamente anecdótica  y que se basa mayormente en machacar algún botón que pulsar una sucesión de ellos que marque la pantalla, pueden llegar a ser algo exigentes, y como ya ocurría con Bayonetta, las secuencias con las que nos regalan son tan alocadas como divertidas y extravagantes, puro homenaje a las series japonesas. Toca hablar de otro elemento importante que es su dificultad, como ya se ha dicho en un principio, Vanquish es un título exigente, incluso en el nivel normal no es de extrañar que mordamos polvo en varias ocasiones o nos quedemos bloqueados contra algún jefe final. Se agradece esa dificultad de la vieja escuela, como cualquier otro elemento que envuelve el título. Su desarrollo incentiva mucho, en ningún momento sentiremos atisbos de frustración con nuestra muerte, sino que nos subirá todavía más nuestra motivación para seguir. Es decir, y pese a que suene un tanto vulgar, Vanquish pica y engancha como pocos, gracias sobre todo a su ritmo chiflado y a su alocado e inverosímil sentido del humor que hace honor a la casa de donde procede.

Toda esta endiablada parafernalia, con tintes de Gears of War y con el frenetismo de un Devil May Cry, lo hacen un juego atípico, y como ya se ha dicho des de un principio, sin ser ninguna revolución en el género, si que supone un punto de inflexión donde se trata de aportar nuevas e innovadoras ideas y una nueva visión a un género ya muy explotado y con pocas posibilidades de sorprender ya al jugador. Vanquish no vive únicamente de la excelencia de su endiablada jugabilidad, que ya es decir. El juego goza de un apartado técnico impresionante, de lo mejor que se haya visto este último año. Gráficamente, Vanquish entra por los ojos, gracias a unos diseños tanto de escenarios como de personajes excepcional. Los diseños de los enemigos más comunes pueden pecar de hacerse un tanto repetitivos, pintados de rojo, ¿alguien duda todavía de la alusión soviética con estos robots comunistas? La cosa ya cambias con los brillantes y variados diseños de los enemigos de mayor tamaño, dejando la crème de la crème para los enemigos finales. Los escenarios también gozan de una belleza y de un tamaño considerable, siempre con alusiones a un mundo de lo más cibernético, pese a que pecan de volverse un tanto repetitivos a la larga. Sin embargo, lo que más sorprende de la nueva obra de Mikami en lo que a potencia gráfica se refiere es la cantidad de elementos en movimiento que encontramos en pantalla continuamente sin ralentizaciones de ningún tipo. Todo goza de muy buen ritmo y equilibrio apoyado de un apartado gráfico sobresaliente donde se nos quedará el gran trabajo realizado con los objetos de luz y el excepcional diseño de todos los personajes robóticos, incluso se hace alusión paródica a Gears of War con algún que otro personaje de tamaño desproporcionado. Cabe además destacar la ausencia de ralentizaciones en pantalla, cosa bastante sorprendente ante la cantidad de elementos que por momentos aparecen en ella. El apartado sonoro se encuentra a la misma altura, con una gran variedad de sonidos de disparos de todo tipo y explosiones, junto con los sonidos de cada uno de los seres mecánicos, pasando por momentos donde el sonido se rebaja en zonas de gravedad cero o cuando estemos heridos. Sinceramente, jugar a Vanquish con un buen equipo de sonido es un espectáculo y toda una experiencia. La banda sonora se apoya en temas dinámicos para enfatizar la elevada acción, que sin llegar a destacar, cumple perfectamente con su cometido. Es también sorprendente y muy bien aceptada la acción de Sega de traernos el juego completamente doblado al castellano y con un elenco de voces muy encomiable. Pese a que no sea un  juego donde primen demasiado los diálogos, no se puede negar que el trabajo realizado por el reparto actoral es de una más que notable calidad.

Vanquish es un título redondo, que destaca por tener toques de pura genialidad, como son sus innovadoras aplicaciones jugables a un género sobreexplotado que poco  tiene ya que decir. Tal y como ya se ha enfatizado, Platinum Games, al igual que el resto de sus obras, no ha tratado ni mucho menos de revolucionar el género, sino de darle un completo soplo de aire fresco  incorporando nuevas ideas a sus mecánicas suponiendo una nueva visión y perspectiva del género. Se le puede achacar una trama más anecdótica que otra cosa y una duración un tanto limitada, pero poco más. Muchos han criticado su duración. En nivel normal se puede terminar en algo más de seis horas, todo depende de lo hábiles que seamos, fundamento que se nos exige para completar la aventura. Tampoco cabe olvidar la naturaleza arcade de Vanquish, incitando a su rejugabilidad para mejorar nuestras puntuaciones o conseguir sus logros o trofeos, algunos de ellos muy desafiantes y divertidos. En pocas palabras, es corto, pero también posee una larga esperanza de vida, es muy difícil que no queramos revivir la rematadamente alocada, divertida e intensa experiencia que supone Vanquish. Todo un homenaje a los clásicos arcade de los 80 con una demencial dificultad pero  que incita sin caer en ningún momento a la frustración. Vieja escuela en estado puro solapado con el alocado sentido del humor de Platinum Games y una nerviosa y extraordinaria jugabilidad no apta para cardíacos. Sin ninguna duda, uno de los mejores títulos de acción del año, por no decir el mejor.

 

Lo Mejor: Hace honor a la casa de donde procede en todos sus aspectos. Brillante apartado gráfico y diseño artístico. Situaciones muy variadas  y extravagantes, junto con buenos jefes finales. Alocado, nervioso, vertiginoso y chiflado, con el toque de humor made in Platinum Games.

Lo Peor: Corto, aunque muy rejugable. Diseño de escenarios y enemigos un tanto repetitivo. ¿Historia? ¿Dónde?

Salir de la versión móvil