Análisis: Bloodborne

Análisis: Bloodborne 2

Hola, querido cazador. Ven, siéntate a mi lado. Sé que has venido a Yharnam por voluntad propia. Y sé que lo has hecho en el día más propicio: el día de la caza. Pero te advierto que Yharnam es un lugar peligroso. Puede que el más peligroso que hayas visitado. Y ten claro que este es un viaje de no retorno: un viaje que pondrá a prueba tus reflejos y tu cordura hasta límites nunca antes vistos. ¿Estás preparado para conocer sus secretos y enfrentarte a las criaturas de la noche que aquí moran? Te diría: ¿estás preparado para morir? Pero no sufras, porque sé que lo estás. La pregunta correcta en esta ocasión es: ¿estás preparado para despertarte?

La sangre. La sangre en el día de la caza tiene un papel vital, pues es de lo que se alimenta tu cuerpo de cazador. Un cuerpo especial y con una misión: fortalecerte para dar caza a las abominables bestias que moran por Yharnam y alrededores. Ecos de sangre, se llaman. Con ellos podrás aumentar tus estadísticas, reparar tus armas y comprar el equipo que necesites para llevar a cabo tu cacería de la mejor forma posible. Pero cuidado, porque en tu viaje seguramente pierdas los ecos de sangre con mucha más facilidad de la que te costó obtenerlos. Son un bien preciado, no escaso, pero preciado. Asume que vas a morir, vas a morir en el cumplimiento de tu deber. Y de mil maneras distintas, algunas más honorables que otras, pero siempre repetidas y en aumento. Al caer, presa del precipicio que acechaba tu espalda tras aquel hombre lobo, o presa de las garras de aquella otra abominación, perderás los ecos. Solamente tienes una oportunidad de recuperarlos. Aprovéchala bien, pues ahora residen en el interior de la última bestia que interrumpió tu cacería. Si lo haces, te has salvado; de lo contrario, habrás perdido el tiempo, mas ya estás acostumbrado, ¿no es cierto? No es tu primera vez. Es la cuarta, para ser más exactos. Porque los dioses que acechan desde una esfera superior te han vuelto a encomendar una misión, aunque en esta ocasión se trate de una misión aparentemente distinta.

En Yharnam, la sangre se presenta en multitud de formas. Quizás la segunda más importante sean los viales de sangre: aquellos que recobrarán tus fuerzas cuando tu último suspiro esté a punto de escurrírsete entre los dedos.

Sé consecuente con su uso. Adminístralos bien, pues no sabes si al girar la próxima esquina una bestia se abalanzará sobre ti y consumirá casi toda tu esencia vital.

Pero habrá más: piedras de sangre para potenciar tu arsenal, sangre de bestia para convertirte en uno de ellos y hacerles probar su propia medicina, cálices de sangre y sangre ritual para crear mazmorras donde poner a prueba todas tus habilidades y un largo etcétera que habrás de descubrir por ti mismo.

Las armas: uno de tus dos mejores aliados. En tu mano izquierda blandirás un arma de fuego y en tu mano derecha el mayor regalo para un cazador: las armas con truco. Estas armas están preparadas para adoptar dos posiciones: una posición de ataque rápido con sus dos variantes y una segunda posición más agresiva con otras dos variantes. El cómo ejecutes sus combos depende de ti, de lo diestro que seas y de cómo quieras hundir sobre el cráneo de esa horripilante abominación tu última estocada. Mas presta atención, porque su duración es limitada y no te conviene que se rompa justo antes de cruzar el umbral donde medirte con un poderoso enemigo. Como te dije, en algún momento de tu viaje los espíritus que moran este sueño te harán obsequio de un arma de fuego. Tú eliges: pistola o trabuco. Sea cual sea tu elección, ambas emplean como munición balas de plata, otro de los bienes más preciados para enfrentarte a las criaturas de la noche en Yharnam, pues disparadas en el momento preciso las dejará al descubierto y te permitirán ejecutar sobre tus enemigos lo que los cazadores llaman ejecución o ataque visceral: un potente golpe que disminuirá drásticamente la vida de tus adversarios.

¿No te dije que había un segundo mejor aliado? ¿Quieres saber cuál es? Tú. Eres rápido, cazador. Más de lo que podría llegar a soñar cualquiera de los espantos a los que habrás de enfrentarte. Por eso en este cuarto viaje no te serán necesarios los escudos. Ni falta que te harán. Porque te bastará con esquivar.

Cómo combines ataque y movimiento depende de ti, pero que no te quepa la menor duda de que empleados de forma sabia y diestra marcarán la diferencia entre morder el polvo y hacerles morder el polvo. Mas no te confíes, porque no puedes moverte eternamente.

En algún momento tendrás que descansar porque habrás gastado toda tu energía. Y será justo entonces cuando las abominaciones aprovechen para saltar sobre ti con frenesí y consumir hasta la última gota de tus entrañas.

En Yharnam, las abominaciones tienen múltiples rostros. Ten cuidado con todas y cada una de ellas. Nunca te confíes porque será entonces cuando el abismo te muestre su cara más despreciable. Pero si aprendes a ser cuidadoso, si aprendes a descubrir cuál es el mejor momento para lanzarte al ataque, seguramente te conviertas en leyenda y sobrevivas al día de la caza. Porque tu misión es asesinar a todas tus presas. Sin piedad, cual azote de los dioses. Pero aparte de las bestias de todas las formas y tamaños que moran todos y cada uno de los rincones de este mundo de sueños y pesadillas, hay dos peligros más a los que debes prestar especial atención. El primero son los jefes, de nuevo bestias, pero de aspectos colosales que jugarán con tu miedo y pondrán a prueba todas tus habilidades. El segundo son otros cazadores que han llegado a Yharnam con el mismo propósito que tú. Son rápidos, despiadados y no dudarán en eliminarte de su camino a la menor oportunidad. Vigila pues, cazador, tus pasos, porque ni siquiera tú estás a salvo de los tuyos.

El mundo donde se asienta Yharnam es grande y hermoso, hermoso si lo llamamos así por su riqueza de detalles, porque es en la mezcla de arquitectura victoriana y detalles dantescos donde se respira toda su belleza. Pero no temas, aunque este mundo sea enorme, aunque traspases planos dimensionales, aunque debas recorrer mazmorras laberínticas sin aspecto de tener principio ni fin, las lámparas que vayas encendiendo y los atajos que vayas abriendo te servirán para moverte con mayor velocidad y no dar tu tiempo por perdido en el caso de que pruebes el agridulce sabor de la muerte. Pero, sin duda, si hay un elemento que hacen de nuestro mundo un punto clave, es su mitología, cazador. Porque tú no has venido aquí solamente a cazar, también has venido para desentrañar la liada maraña que se esconde detrás de cada puerta, detrás de cada pasillo, detrás de cada hombre y mujer que ha cruzado la delgada línea entre cordura y locura. Aquí no necesitas la música, solamente el sonido de unos pocos compases, el murmullo del viento, los gritos de quienes agonizan presas de las abominaciones. Porque debes permanecer alerta y con los nervios a flor de piel en todos y cada uno de tus pasos si quieres erigirte vencedor en este manicomio.

Mas no todo son enemigos en Yharnam, cazador. Tendrás aliados. Aliados visibles e invisibles que harán de tu viaje una carga más placentera. Los aliados invisibles te dejarán mensajes, mensajes que te alertarán de los peligros que te acechan. Da las gracias si llegas a leer “Cuidado, enemigo colosal delante” y aprieta los dientes para enfrentarte a él. Toca la campana para invocar en tu mundo a cazadores como tú para que te ayuden en tu periplo si crees que no estás lo suficientemente preparado para enfrentarte a él solo. Pero cuidado, porque algunos cazadores también estarán dispuestos a invadir tu mundo para arrebatarte lo que tanto te ha costado conseguir o simplemente por mera diversión, para darte muerte y hacer un gesto burlesco mientras desaparecen en la bruma de la noche de luna llena. Por último, haz caso de quienes se cruzan en tu camino y aparentan estar cuerdos (o no) porque aunque no tengan nada que ofrecerte salvo palabras, puede que estas sean la clave para desvelar el misterio que se esconde al cruzar la próxima esquina. Todos y cada uno de los habitantes de este mundo juegan un papel clave en el plan que se ha puesto sobre la palma de tu mano.

En definitiva, cazador, disfruta de tu paso por Yharnam porque como mínimo te hará más fuerte. Aprende a saborear cada derrota y déjate seducir por este pueblo maldito lleno de secretos, secretos que te serán revelados cuando llegue el momento o cuando te arriesgues a avanzar por ese callejón lleno de bestias sedientas de sangre: la tuya o la de cualquiera. Porque es en la sangre, en tu sangre, donde se oculta la mejor de tus virtudes y la peor de tus debilidades. Y ahora que ya hemos terminado, ponte en pie, levántate y anda, cazador. Ese edificio que tienes allí delante es la clínica de Iosefka. Cuando cruces su umbral, olvidarás que hemos tenido esta charla, pero no te preocupes, allí dentro te espera Gehrman, un hombre muy especial, para inyectar en tu cuerpo sangre de Yharnam. ¿Estás preparado para firmar el contrato, cazador? Pues que así sea.

Felices pesadillas, sangre pálida.

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