Juegos de acción hay muchos, demasiados como para poder decir que estamos ante un producto nuevo o arriesgado, pues en este actual panorama lo único que espera un seguidor del género es que le proporcionen unas cuantas armas para provocar una ensalada de tiros a todo lo que se cruce en su camino mientras encarna a un marine calvo, feo y de unas proporciones que se asemejan más a un armario empotrado que al de un ser humano. Un género que se distingue por ofrecer el máximo nivel de casquería mientras seguimos una bazofia de argumento de serie B mientras los marines van sacando comentarios soeces porque se creen muy guays mientras van reventando cabezas alienígenas. En el mercado occidental estos títulos son todo un reclamo, que contrastan con los gustos del público japonés, cuyas ventas y atención por este tipo de juegos pasan muy desapercibidas. El creativo Toshihiro Nagoshi lo sabe, responsable durante estos últimos años de la querida y a la vez incomprendida saga de Yakuza, exclusiva de la marca Playstation. Aunque también es importante remarcar que produjo en su momento el F-Zero GX (2003) para Game Cube. El desarrollador japonés, en un movimiento muy similar al que realizara el gurú Shinji Mikami con Vanquish (2010), decidió realizar un juego de acción en tercera persona con una inspiración claramente oriental, asemejándose mucho más a sus gustos. Este movimiento de “Convirtamos este género en algo nuestro” acaba transformándose en un producto que no solo gustará al público japonés, sino que incluso el público occidental que reclama más títulos de esta clase, encontrará novedades muy jugosas en un género que parece que ya no tiene nada nuevo que ofrecer.
Lo primero por lo que destaca el juego del Team Yakuza es por su guión, que sin ser un trabajo por el que pasará a los anales de la historia, se puede considerar de excelente si lo enmarcamos dentro del género al que pertenece y si lo comparamos con sus rivales. Nos encontramos en un hipotético futuro donde la robótica cobra una gran importancia en la sociedad. Las corporaciones luchan por obtener la mayor tecnología en materia de robots mientras que los habitantes del planeta cada vez les gustan menos el índice de robots que existen pareciéndose cada vez más a los seres humanos. EUA envía a un pelotón a Japón para descubrir y desmantelar una importante corporación robótica que cuenta con la tecnología más avanzada permitiendo que los androides no sean conscientes de su condición, pensando realmente que son seres humanos pese a que funcionen con engranajes. Esos nuevos androides son llamados los Hijos del Éter y la humanidad les teme debido a la posibilidad dominarlos y extinguir así la condición humana. Todo aquel que sea un ferviente seguidor de la ciencia ficción, ya sea en la literatura o en películas, encontrará muchas referencias a los grandes clásicos como ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, novela escrita por Philip K. Dick y llevada al cine por Ridley Scott con el nombre de Blade Runner, así como reminiscencias a las obras de Isaac Asimov y a la controvertida obra cinematográfica 2001: Una Odisea en el Espacio, de Stanley Kubrick.
Aquí no tenemos a marines que luchan por ver quién posee mayor masa muscular o consume más esteroides. El grupo lo forman soldados de ambos sexos y de diversas nacionalidades que rompen con un montón de tópicos. El protagonista, Dan Marshall, chulo y malhablado pero con un profundo sentido de la amistad, su compañero y fiel amigo que le ríe todas sus gracietas, el líder británico egocéntrico y con un gran sentido del deber, otra británica amante de los explosivos que cuando mata y destruye parece que tenga orgasmos, la bella y letal francotiradora china reservada que trae loco al protagonista o un androide de los buenos de fabricación francesa que cuenta con todos los estereotipos de dicho país. Es un grupo muy pintoresco que a la larga se le coge cariño, todos gozan de bastante personalidad y de considerables matices, reservándonos momentos muy dramáticos y otros de impagable humor muy cínico e irónico, sin vulgaridades que acostumbramos a ver en estos juegos. La trama también nos reserva momentos sorprendentes, con giros, sorpresas y revelaciones inesperadas que son muy bien recibidas y que constituyen un trabajo muy digno de Nagoshi. Binary Domain se convierte en el TPS con mejor historia de la actualidad y con diferencia aplastante. Cosa no muy difícil, cierto, pero que se agradece mucho, dotando de gran épica, dinamismo e intensidad en muchos momentos y que encumbran el trabajo global del Team Yakuza.
Jugablemente, Binary Domain es un juego que bebe claramente de los shooters en tercera persona con especial atención al sistema de coberturas de Gears of War, asemejándose más a esta saga que a títulos más verticales y frenéticos como Vanquish. Sin embargo, coge un poco de otros juegos y géneros. La primera toma de contacto nos hace vislumbrar que su propuesta es mucho más táctica, pues podemos dar órdenes a nuestros compañeros como que nos cubran, que ataquen, que formen estrategias o que provoquen alguna distracción al enemigo. Como cada uno de nuestros compañeros de armas tiene una personalidad muy marcada, podrán estar más de acuerdo con nosotros o no de las tácticas que les propongamos, variando así el grado de afinidad que tengan con nosotros. Si la afinidad es alta, nos obedecerán ciegamente y resultarán más eficientes. Pasa todo lo contrario si no congeniamos con ellos, que se vuelven vulnerables y menos eficientes en el combate. Las órdenes pueden ser transmitidas con la cruceta del mando o mediante nuestra propia voz si disponemos de un micrófono que como no podía ser de otra manera acentúa el grado de inmersión. Esta mecánica permanece en todo su desarrollo, con numerosos momentos donde podremos cambiar de acompañante (siempre podremos llevar con nosotros a dos y lo que le guste a uno puede desagradarle al otro).
Uno de los muchos aspectos por lo que estos títulos flojean pero donde Binary Domain supera con creces es en su desarrollo, siendo completamente imprevisible, variado e hípervitaminado de sorpresas. Lo que en un principio parece un juego mucho más pausado debido a su componente táctico, se convierte en una montaña rusa donde prevalece su sistema, pero llevándolo a muchos y variados escenarios plagados de situaciones muy diferentes entre sí y con un sentido del ritmo tan frenético y dinámico que no se detiene en ningún momento. Y es que cuando Binary Domain ya ha calentado motores, lo cierto es que no para. Montaremos en trenes, iremos por carreteras, por discotecas, edificios de descomunal tamaño, azoteas, alcantarillas, fábricas… Y todo con otros adornos que hacen que tengamos que ser flexibles y adaptarnos a nuestro nuevo entorno para pegar tiros. Todo ello con nuestros compañeros y sus compañeros y a un arsenal de armas muy variado, con diferentes pistolas, metralletas, escopetas, rifles o granadas. El juego compagina estos momentos con otros mucho más pausados donde todo se reduce a charlar con nuestros compañeros para saber más de ellos o con el resto de habitantes que pululan por los bajos fondos de Tokio, incluso algunos nos proporcionarán ciertas ayudas a cambio de créditos.
Los créditos cobran una gran importancia en el juego, pues guarda muchos aspectos de un RPG para hacerlo más acorde al público japonés. Dependiendo de cómo matemos a nuestros robóticos adversarios, iremos adquiriendo créditos que podremos intercambiar en ciertos puntos a cambio de mejoras. Las mejoras son dispositivos que se deben equipar a cada personaje, (solo puede llevar algunas, por lo que deberemos racionarlas) que van desde mejorar su resistencia física, su velocidad al recargar, su evasión, llevar más botiquines, etc. También podremos comprar botiquines, para reanimarnos a nosotros mismos o a nuestros compañeros si estos caen en combate, así como comprar armas o mejorar las que ya tenemos, ya sea su cadencia, capacidad, potencia de fuego y otras chucherías.
Conviene también pararse a hablar de los enemigos con los que nos cruzaremos. Existen diversos tipos de robots que nos dificultarán las cosas, donde destacan sobre todo los jefes finales que gozan de un gran tamaño y trabajado diseño y con los que deberemos seguir ciertas estrategias para derrotarlos. Todos nuestros rivales disponen de una IA considerablemente alta y consiguen ser puñeteros pues pueden complicarnos las cosas sin que nos demos cuenta. Dependiendo de la zona del cuerpo donde impacten nuestras balas, ésta quedará inutilizada, pero el robot se adaptará para tratar de aniquilarnos. Poco importa si se queda sin una pierna, irá pegando saltos con la otra. Si se queda sin ambas piernas, se arrastrará para agarrarte por los pies, momento en el que eres muy vulnerable al resto de enemigos mientras tratas de deshacerte del condenado que te ha atacado por detrás. Del mismo modo que si se quedan sin un brazo, usarán el restante. Incluso si se quedan sin cabeza, es posible que por equivocación disparen a otro robot y el resto de enemigos mecánicos centren su atención a su decapitado compañero para darle matarile, momento en que puedes aprovechar en tu favor. Lo cierto es que todo el componente táctico supone un gran entramado de posibilidades de afrontar cada escaramuza, gracias también al variado arsenal y la cantidad de escenarios tan diferentes entre sí que visitaremos.
Otros momentos del desarrollo, nos limitaremos a disparar mientras un compañero conduce algún vehículo, incluso manejaremos motos de agua y nos arrastraremos por ríos y por conductos en caída libre esquivando numerosos obstáculos, otorgándole mayor variedad y frescura al desarrollo, algo de lo que Binary Domain va muy sobrado y que complementa muy bien con su adrenalinico ritmo. Team Yakuza ha seguido las tendencias de incorporar también modos multijugadoir tan presentes en este tipo de juegos. El modo se presenta completo y amplio. Donde encontraremos diversas modalidades de modos competitivos muy genéricos como duelos a muerte por equipos o por ocupar territorios. También dispone de un modo cooperativo llamado Invasión donde deberemos sobrevivir a diversas hordas de enemigos. Como era de esperar, disponemos de varias clases de soldados a escoger, con cada uno con alguna habilidad y armamento especial.
El título de Yakuza Team desprende un gran trabajo técnico, los gráficos son muy solventes y se mueven con enorme soltura ante toda la parafernalia que se nos viene encima. Cabe remarcar el trabajo de los rostros de todos los personajes y de su gran expresividad, así como su trabajada física y el acertado diseño de los robots, sobretodo de los de mayor tamaño. Concluyendo, que sin ser de lo más puntero, es muy eficaz y cumplidor. El sonido puede resultar un tanto controvertido con su doblaje. Binary Domain viene totalmente doblado al castellano y muchos medios lo han tildado de poco profesional. La labor no es precisamente mala, los actores realizan una buena actuación, incluso incorporando diversos acentos dependiendo la nacionalidad de los personajes, el problema viene que algunas veces, dichos acentos resultan un tanto exagerados y pueden irritar a más de uno, pero pone énfasis en su sentido del humor. Así como ciertas voces, que no acaban de adecuarse con sus personajes. Pero personalmente, aunque a algunos puede no gustarles, el trabajo da la talla. Los efectos sonoros acompañan muy bien, al igual que su banda sonora, con temas electrónicos que aportan más frenetismo a lo que se nos va viniendo encima.
Puede resultar un poco precipitado recomendar a estas alturas un shooter en tercera persona, pues son muchísimos los que nos encontramos en la actualidad sin aportar nada novedoso. Binary Domain tampoco lo hace. Sin embargo, el hecho que se haya querido llevar esta temática procedente de Occidente a un gusto mucho más oriental ajustando diversos aspectos de su jugabilidad y profundizando en otros elementos, hacen que el título de Sega logre destacar y se convierta en un hibrido de géneros muy particular y que acaba impresionando y rindiendo condenadamente bien, consiguiendo convertir en algo ya tan tópico en algo original. Puede que títulos como Gears of War se presenten con un mejor acabado y estén más pulidos, pero ya no tiene la capacidad de impresionar tanto como lo hace Binary Domain. Y es que el Team Yakuza ha demostrado que lo que les falta de presupuesto, lo compensan en imaginación e ideas. Algunos pueden criticar que todos los géneros que toca no los exprime al 100%, como el grado de afinidad de los compañeros, que no varía para nada en su desarrollo, pero poco importa cuando profundiza y ofrece tanta variedad y lo hace de forma tan eficiente. Tiene una historia muy conseguida, con personajes carismáticos que rompen muchos tópicos, humor cínico e ingenioso, buen acabado técnico, desarrollo frenético y táctico, variedad en su desarrollo y escenarios, componente RPG y sobrado de intensidad. Un título honesto, muy completo y lo más importante, endiabladamente divertido. Todo aquel que lo juegue guardará de él un recuerdo muy entrañable con el paso del tiempo…. Y pedirá a gritos un spin off protagonizado por Caín, el entrañable robot gabacho.