1001 Videojuegos que debes jugar: Rocket Knight Adventures

Rocket Night Adventures

Rocket Night Adventures

Hubo un tiempo en el que dependía de mis padres (qué majos son) para poder darme al amor videojueguil. Básicamente, era un enano y dependía de lo que mis santos progenitores pudieran comprarme, así que tenía que elegir muy bien. Hablo de una fecha indeterminada a mediados de los 90, y tendría yo entre no sé si nueve o diez años. Por entonces tenía mi querida Megadrive, y como ya he dicho, dependía mucho de saber elegir. No sé de qué manera sacaba el dinero, pero por entonces todos los meses compraba la Superjuegos (incluso de pequeño tenía criterio como para huir de Hobby Consolas) y había reseñado un título que me había llenado de HAMOR e ilusión: Rocket Knight Adventures.

Facturado por Konami a mediados de 1993 (no sé exactamente cuándo llegó a mis manos, pero poco después), nos prometía ponernos en la piel de una zarigüeya que era, a la vez, caballero medieval y portadora de un JETPACK. No hace falta que a esa edad os explique que probablemente sea el mejor concepto posible para un chiquillo, salvando quizás el de “casa en el árbol con consola, pelota y prohibido el paso para las niñas”.

Así que durante una temporada estuve molestando a mis pacientes y nunca suficientemente reverenciados procreadores hasta que cedieron, y en una tienda regentada por hindúes de Tenerife (en esa época, la tecnología en Canarias se compraba en cientos de tiendas de ese estilo) el juego llegó primero al bolso de mi madre, y de ahí a la consola. Me esperaba por delante la historia de venganza y salvación que protagoniza Sparkster, un huérfano que es el último rescoldo de la orden de los Rocket Knights, antiguos protectores del Reino de Zebulos. Realmente, (y una agradable sorpresa para el tipo de juego que es), ¡Rocket Knight tenía argumento! Y no sólo eso, sino que en el manual se nos explicaba el pasado del reino y el momento presente, en el que Sparkster debe hacer frente a una invasión de cerdos malvados y un Rocket Knight traidor llamado Axel Gear (¿qué mejor nombre para una némesis?). No, no era “Guerra y Paz”, pero al menos había un esfuerzo ahí.

Dejaos de Angry Birds y de hostias

Pero lo realmente bueno del juego no era ese argumento a la altura de cualquier libro escrito por servidor (toma publicidad invasiva) sino una jugabilidad a prueba de bombas, plagada de variedad y desafíos. Rocket Knight es, con facilidad, uno de los títulos de acción horizontal más divertidos a los que he jugado, porque sabe sumar buenas ideas sin parar, pudiendo ofrecer cosas distintas a cada momento.

En el transcurso del juego, lo más usual será enfrentarnos a una ingente cantidad de enemigos a medida que avanzamos hacia la derecha, pudiendo hacer uso de nuestra espada, tanto para atacar de cerca como para lanzar un haz de energía desde distancia. Y, por supuesto, podemos hacer uso del jetpack, cargándolo y dirigiéndonos en cualquiera de las ocho direcciones que nos permite la cruceta, siempre con la espada y el espíritu de Juanito por delante. Habrá que sumar alguna pelea con los típicos bosses, y dos modos de juego adicionales: en algunos niveles jugaremos manejando a Sparkster mientras vuela, en un solvente shooter horizontal que es una especie de Gradius zarigüeyil, y habrá otro momento espectacular manejando un enorme robocs y sembrando la discordia. Como digo, un gameplay robustísimo en un juego con una curva de dificultad que se va volviendo más y más exigente.

Añadamos mucho sentido del humor y simpatía en los enemigos y la trama, y una gran variedad de escenarios y tenemos todo lo que un título de estas características debe aspirar a ser. Rocket Knight es un ejercicio de libro y un ejemplo perfecto de hasta donde se puede llegar en su género, que hace que merezca la mención en esta sección. Posteriormente tuvo su continuación, Sparkster: Rocket Knight Adventures 2, y un spin-off para SNES (que no tuvo los dos originales, y es que en esa época sí que había una diferencia notoria en cuanto a exclusivas de las consolas). Finalmente, hace poco ha surgido una adaptación para XBLA y PSN, que no es más que una versión horrorosa en 2,5D del primer título, carente casi de toda la magia del juego. Y es que por cosas como ésta, mi corazón late en 16 bits.

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