1001 Videojuegos que debes jugar: Day of the Tentacle

1001 Videojuegos que debes jugar: Day of the Tentacle 4

¿Qué? Day of the Tentacle

¿Quién? Tim Schafer y Dave Grosman

¿Cuándo? 1993 para PC

¿Por qué? Porque Day of the Tentacle es la muestra perfecta de la edad de oro de las aventuras gráficas. Un título lleno de cariño, con un sentido del humor excepcional y unas premisas jugables que, dentro de las establecidas por el género, se permiten innovar introduciendo cosas como el viaje en el tiempo y el intercambio de personajes y épocas. Es, además, la continuación de Maniac Mansion, abuelo del género y una de las aventuras gráficas más difíciles que ha padecido servidor.

La premisa del juego es sencilla: el MALVADO TENTÁCULO PÚRPURA (pseudomascota del científico loco de Maniac Mansion) desarrolla dos bracitos tras beber unos vertidos tóxicos, y gracias a ellos y su inteligencia superior va a dominar el mundo. Para frustrar sus planes, el tentáculo verde llamará a su amigo Bernard (uno de los personajes del título anterior). Tras una serie de peripecias, Bernard y los dos amigos que le acompañaban acaban atrapados en tres periodos históricos distintos: 200 años en el pasado (justo antes de firmar la Constitución de EEUU) el presente y 200 años adelante en el futuro, en un mundo donde los seres humanos han sido esclavizados por los tentáculos.

Con esto por delante podremos ir cambiando de personaje e incluso interactuar con los otros, gracias a las máquinas del tiempo que hemos usado (unos cronorretretes con los que nos podemos pasar objetos al tirar de la cisterna). El estilo de juego es el de aventura point&click, con nueve comandos distintos y un inventario ilimitado. Uno de los principales puntos positivos del juego es que no es enrevesado. A diferencia de otras aventuras, aquí no tendremos que estar probando un objeto con otro hasta acertar, sino que los puzzles tienen su cierta lógica (dentro del alocado sentido del humor del juego) y con pensar un poco podremos avanzar.

El otro gran acierto del juego es cómo sabe sacar partido de los viajes en el tiempo, pudiendo afectar lo que haga un personaje a lo que pueda hacer luego otro. Por ejemplo, podemos congelar a un hámster para usarlo en el futuro; o cambiar el diseño de la bandera de EEUU para servirnos del nuevo más adelante. Más allá de lo innovador que pueda resultar, la clave está en lo divertido que hace esto al juego: muchas de las cosas que hagamos son hilarantes y pueden provocar más de una carcajada al jugador.

A esto ayuda el hecho de ser el primer juego de Lucasfilms en incorporar voces (otros las añadirían más adelante). El doblaje es perfecto, y las voces de cada personaje encajan en lo que esperamos de ellos. También nos hará reír el apartado gráfico: es muy colorista, con un estilo caricaturesco y con muchas animaciones distintas para cada personaje, que hace que tengan más vida. Entendiendo el sentido del humor de los desarrolladores, todo está movilizado para conseguir que el jugador se ría; parece que el fin último del juego fuera ese, convertirse en un enorme chiste que le saque una sonrisa al que lo juega.

La trama sigue ese camino: es tan enrevesada que funciona a la perfección, como si habláramos de “El gran Lebowski” en un videojuego. Prácticamente no hay un solo momento serio, empezando por unos protagonistas que tienen tanto carisma como poco sentido, y tornándose más y más absurdo para llegar hasta el final. Y sin embargo, no chirría ni parece un mal capítulo de una telecomedia. El éxito es que hay una enorme coherencia interna, un mundo así de loco es creíble y mientras jugamos no hay ninguna cosa que no nos encaje. Ésa es la principal magia de “El día del tentáculo”: consigue que nos enganchemos al juego y a su bizarro sentido del humor, y que en ningún momento dejemos de creernos lo que está pasando.

Pero no debemos perdernos pensando que Day of the Tentacle es sólo una broma. Es una grandísima aventura gráfica, bastante más accesible que muchas de la época, e innovadora en muchos sentidos, desde las voces de los personajes hasta la posibilidad de jugar al título anterior dentro del propio juego (lo podemos ejecutar en un ordenador). Cumple a la perfección como videojuego, incorpora mecánicas jugables que en la época ni se soñaban, tiene un apartado técnico y un diseño artístico soberbio y aunque no es especialmente rejugable, muchas veces el usuario querrá revisitarlo para volver a reírse con él. Es, en definitiva, una maravilla.

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