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Primeras Impresiones: D4 – Dark Dreams Don’t Die

Dark Dreams Don't Die
Dark Dreams Don't Die

D4 o Dark Dreams Don’t Die es uno de esos juegos difíciles de definir y que uno suele encajar como juegos que va a odiar o amar profundamente.

En su carta de presentación incluye factores como que es exclusivo de la ONE, que es una aventura gráfica, que está pensado para Kinect, que va a ser distribuido por temporadas y de forma digital y , por último, que su creador es nada más y nada menos que SWERY, el curioso individuo que tuvo la idea de Deadly Premotion.En las pocas horas que llevo de juego he podido presenciar las locuras típicas de este tipo de desarrolladores japoneses. Lo primero a destacar es la cantidad de personajes desequilibrados que hay por minuto de juego, ya sea por tener filias raras, trastornos de alimentación severos o simplemente por creerse que son gatos.

Tampoco anda escaso de situaciones bizarras, por ejemplo hay una que involucra a un maniquí, a un traficante de drogas, un ojo de cristal, al béisbol y un accidente de avión en una misma escena y lo peor de todo es que tiene sentido. Lo más espectacular creo que es la cantidad de usos diferentes, que puede tener en este juego, un chicle mascado. Es la cinta americana que lo soluciona todo en este título.

Y que no se me olvide, todo esto ocurre dentro de una historia de detectives bastante “noir” con viajes en el tiempo, asesinatos, drama, apariciones fantasmales y sueños bizarros. En definitiva D4 ha salido de la mente de SWERY y eso se nota.D4 es un experimento en toda regla, tanto en lo narrativo como en lo jugable, aunque en el fondo si se analiza fríamente no es nada revolucionario pero se agradece su desviación con respecto a la norma. Eso sí, el juego con kinect funciona, y no es un impedimento para jugarlo, además D4 pierde parte de su gracia si se juega con el mando.

Volviendo al principio, D4 o te encantará o lo odiarás, no hay término medio. Si quieres cosas distintas y tienes un poco muerta la ONE, te recomiendo que arriesgues, por el momento yo lo sigo jugando.