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Análisis: Max – The Curse of Brotherhood

Análisis: Max - The Curse of Brotherhood 1

Hará algunos meses, creo que fue poco después de Navidad, repasé dos obras cumbres de mi ya lejana infancia: Dentro del Laberinto y Cristal Oscuro. Reconozco que lo hice con cierto miedo, pues en más de una de estas sesiones de «Cine de Barrio Pop» he acabado destrozando mitos, como me ocurrió cuando se me ocurrió repasar El Experimento Philadephia (no lo hagan), pero aún así me senté frente al televisor con espíritu infantil y no hubo sitio para mi negro corazón durante ninguna de las dos proyecciones. Las disfruté tanto o más que en la época e incluso intenté imitar los malabarismos de Bowie con unas manzanas (no pudo ser), pero fue una sensación un tanto efímera. Al rato de haber acabado pensé qué ocurriría si le pusiera estas mismas películas a alguien de mi edad que no las hubiese visto durante su infancia, y pronto me di cuenta que si bien sigo creyendo que son dos películas más que dignas, es imposible escapar de la lluvia de nostalgia en su valoración. No es que antes todo fuera mejor, es que simplemente era «antes», y estaba todo por pasar.Max & the Magic Marker

Primer título de Press Play. En él ya se muestra lo que hasta ahora ha sido el santo y seña del estudio: Buena labor artística + mecánicas adaptadas.Los daneses Press Play es uno de esos estudios que ha ido creciendo de una manera lenta y segura. Comenzaron con desarrollos para dispositivos móviles con dos títulos que seguramente se encuentren entre lo mejor del catálogo de estos: Max & the Magic Marker y Tentacles – Enter the Dolphin. En ambos destaca una cuidada labor artística y lo que al menos para mi es más importante, una decidida elaboración de mecánicas a medida para los dispositivos hacia los que van dirigidos. Resultaba por tanto un misterio cómo iban a abordar el proceso de contextualización de un título pensado para dispositivos móviles en uno para sobremesa sin perder por el camino la esencia propia de éste.Tentacles: Enter the Dolphin

Segundo título para plataformas móviles. Una evolución del clásico arcade adaptado a la plataforma.Dos cosas buenas: Comienzo rápido y tutoriales los justos

El comienzo de Max: The Curse of Brotherhood es rápido y directo. Una breve escena nos introduce en una escena cotidiana de Max, donde enfadado porque su hermano pequeño Felix le ha quitado sus juguetes desea que éste desaparezca, cosa que sucede cuando gracias a un hechizo encontrado en internet es raptado y transportado a un misterioso mundo. Max consigue ir tras él y ahí da comienzo nuestra aventura. No más de tres minutos. Una vez en faena el título es consciente de que no es la primera vez que jugamos a un juego, por lo que da por hecho que si vemos un precipicio intentaremos saltarlo. Esto que puede parecer una completa estupidez es un elemento a destacar, puesto que cada día resulta más frustrante el hecho de que los tutoriales se dediquen a joder la enriquecedora experiencia de APRENDER el manejo de un título.

El primer tutorial llega cuando es necesario, es decir, cuando se produce la introducción del elemento ajeno a las decenas de plataformas del mercado, esto es EL LÁPIZ MÁGICO. Este lápiz nos permite dibujar diferentes elementos sobre el escenario, pero ojo, únicamente en los puntos destinados para ello. Comenzaremos pudiendo crear bloques de piedra y extendiendo ramas para terminar con una importante cantidad de poderes que irán conformando las mecánicas orientadas a los rompecabezas.Decía hace un momento que el uso del lápiz está limitado a los momentos en el que se nos está permitido utilizarlo. Esto podría parecer una limitación con respecto a las mecánicas vistas en su interpretación para dispositivos móviles, pero personalmente me parece el mayor acierto del título. La libertad absoluta está muy bien, pero es muy compleja de desarrollar si no es más allá del propósito «cajón de arena» y lógicamente esta libertad deja al desarrollador fuera de la acción del individuo, que interpreta el caos como la forma de avanzar. En alguno títulos funciona, pero creo que aquí no procede. Esto da como resultado la variedad de rompecabezas más divertida que estos cansados ojos han visto en años, muy en la línea de la saga Trine pero muy por delante de esta, dado que si bien limita a una única manera la manera de resolver los diferentes retos, también provoca una mayor elaboración de los mismos.

El incremento en los poderes del lápiz de Max (que mal suena esto) crece a la par que la dificultad de los rompecabezas, siendo el tramo final, y en especial uno relacionado con una jaula el que consigue llevarnos al mayor estado de satisfacción, dado que se produce la mejor mezcla entre plataformas y acertijos. Durante el resto de la aventura existe una clara diferenciación entre los dos segmentos que componen el título y únicamente coincidirán en algunos tramos de huida donde muy al estilo actual, todo se detiene por unos instantes en una situación límite para que podamos utilizar el lápiz mágico.Puesto que soy un ONVRE, lo he jugado en PC con teclado y ratón, por lo que no he tenido ningún problema con la parte del dibujo, pero he leído alguna crítica al respecto en su manejo con mando. Dejando a un lado este posible inconveniente Max: The Curse of Brotherhood tiene ocho horas de plataformas y puzles de alto nivel, con un acabado técnico y artístico equivalente a una película de animación de presupuesto medio. Todo está cuidado con mimo, empezando por unos escenarios que si bien no se salen del clásico mapa plataformero de bosque-desierto-volcán-cueva, son un derroche de belleza inusual en este tipo de títulos. Mención especial merece algo que se suele dejar demasiadas veces de lado, que no son otra cosa que las animaciones de los enemigos, en especial la de los bichos que tenéis a la izquierda.Max: The Curse of BrotherhoodMax: The Curse of BrotherhoodPuede que Max: The Curse of Brotherhood requiera algo de esa mirada infantil de la que hablaba al principio. El protagonista es un niño que habla como un niño, se comporta como un niño y, en cierta manera, se encuentra en el mundo que imaginaría un niño. Todo lo demás es tan exigente como uno espera, pero por una vez no se trata de mirar más allá del envoltorio, sino de aceptarlo y disfrutarlo desde la altura de Max. A veces todo es más nítido cerca del suelo.