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Análisis: Filthy Lucre

Filthy Lucre

Filthy LucreCrítica

Le han robado a un ladrón, pero parece que nadie va a tener cien años de perdón. Han ido a por la fortuna de un viejo que bien podría aparecer en una película de Guy Ritchie, y el anciano no es de los que olvidan. De hecho, tiene un plan y un montón de ira que nos escupirá, nada más empezar, con un fortísimo cockney de esos que uno no entiende muy bien (y la falta de subtítulos en la introducción no ayuda). El mafioso británico nos va a elevar, nos va a enseñar la profesión y a cambio sólo nos pide que recuperemos lo que es suyo por derecho.

Pero, a diferencia de cualquiera de las películas del creador de Snatch, lo que menos podemos esperar de esta venganza que tenemos por delante es acción desenfrenada. Filthy Lucre viene a ser un simulador de atracos, de sabotajes y de espionaje «industrial» entre delincuentes, pero espera de nosotros que tratemos de pasar desapercibidos. Vamos, que el videojuego con el que se estrenan los ingleses Fabrik Games apuesta directamente por el sigilo. Nos va a llevar por desguaces, plantaciones de marihuana, rascacielos y mansiones, y en todos y cada uno de esos lugares tendremos que poner a prueba nuestra cabeza para salir airosos del desafío.

Desafío es la palabra.

La primera hora de Filthy Lucre es frustrante a más no poder, entre que empezamos a adaptarnos al control del juego y vamos respondiendo a sus demandas. No se trata de que la primera misión tenga ya una dificultad insalvable, sino de que no hace concesiones. Nos va a pedir lo mismo que nos pedirán el resto de escenarios, y allá nosotros si queremos hacerle caso. A ese respecto, el jugador hará bien en tener paciencia, tragar saliva y aguantarse mientras es descubierto y muere una y otra vez. Porque si pasamos por ese rito iniciático el videojuego empezará a abrirse a nosotros y a darnos lo que promete.

En un principio no parece difícil. La perspectiva cenital y el apuntado hacen que sea bastante sencillo estar pendientes del sector más cercano a donde estamos, que podamos memorizar las patrullas de los guardias y detectemos los elementos resaltados (fundamentalmente, botín que podemos robar y elementos del escenario que usaremos para distraer a los enemigos, apagar cámaras…). Pero en lo que trazamos nuestro plan otro guardia nos ha pillado por la espalda, o no hemos previsto que el matón al que acechábamos tenía dos rutas posibles, o simplemente hemos cometido un gazapo y nos han visto. El tiroteo será inmediato y seguro que atrae a alguien, si es que nuestro enemigo no solicita refuerzos antes.

Así, cada error se suma a un estado general de alerta que sólo puede crecer. Vamos, que un poco de impaciencia y otro poco de manquismo (en mi caso) acaban haciendo que el escenario se llene de gentuza acechante dispuesta a impedirnos que les robemos lo que era nuestro de antemano.

Filthy Lucre nos deja jugar como si fuera un videojuego de acción, si queremos. Y de hecho, habrá más de un momento, especialmente a medida que subamos de nivel completando las misiones, en el que las armas y gadgets desbloqueados nos hagan más llevaderos los escenarios. Pero nos va a castigar continuamente si tomamos esa vía. Por una parte, el control en PS4, apuntando con el stick derecho, no es todo lo preciso que debería, y por la otra, normalmente los enemigos van mejor armados, sobre todo al principio. La balasera sólo nos traerá la muerte y el cabreo cuando nos demos cuenta de que no hay checkpoints.

Y al revés. Tiene un sentido que tengamos que repetir cada nivel cuando nos matan: realmente no duran más de media hora una vez tenemos claro lo que hacer. Cuanto antes asumamos que no habrá piedad para nosotros antes empezaremos a tratar a cada escenario con la paciencia que nos pide, con la profesionalidad del ladrón que se ha estudiado bien lo que debe hacer. Haremos las cosas bien, por fin, tras varios intentos. La frustración se convertirá en satisfacción y alivio, y pocas veces sentirán la alegría apacible que da la lograr la perfección en la primera misión.

Uno puede echar de menos algo más de chicha en la historia, porque el punto de partida era más que interesante, pero acaba siendo más una excusa para darnos un contexto y un ambiente. No pasa nada. La verdadera historia del título la cuentan los escenarios y lo que hagamos en ellos, son pequeñas cajas de juegos llenas de objetivos y enemigos, recovecos y puntos ciegos por los que escabullirnos. Cada uno de ellos tiene mucha personalidad y parece real en su disposición, más construcciones que excusas para que nos paseemos acabando con los mafiosos que nos han robado. Son, sin duda, lo mejor que tiene Filthy Lucre que ofrecer.

La propuesta de sigilo con ratitos de acción la completan  una bonita guarida que se llenará a medida que progresemos y toda una serie de misiones secundarias que van surgiendo a medida que nos pasamos las principales, en las zonas que ya hemos visitado.  Además, tenemos la opción de volver a cada misión si nos reconcome el perfeccionismo y nos apetece salvar todos los desafíos que nos ponen por delante. O jugar con un amigo, tanto en modo online como local, cooperando para lograr que nuestro asalto tenga éxito, con la nota simpática de que si lo matan podemos reanimarlo o robarle, porque no hay honor entre ladrones.

Casi acción en perspectiva cenital, mucho sigilo y más paciencia aún en los bajos fondos de Inglaterra. Muy poca piedad con los errores. La crónica de una venganza por etapas en la que la historia la narran los lugares (muy bien construidos) que visitamos. Un control regulero en los tiroteos, pero que responde bien para el resto de acciones. Y el acento cockney que querremos oír más aunque no entendamos ni papa. Si la suma de esto les cunde, les gustará Filthy Lucre.